La portada de la iglesia de Santa Paula es una de las joyas artísticas de nuestra ciudad que merecen la pena ser contempladas con detenimiento al menos una vez en la vida.
La mezcla de estilos góticos, mudéjar y plateresco la hacen ser una pieza única en su tiempo y, debido a la complejidad de la misma, vamos a tomar los datos del excelente trabajo que don Alfredo García Portillo realizó de la misma en 2009 y que, en su momento, también pudimos leer en retabloceramico.org.
La portada de la iglesia, que fue restaurada en el año 1951, tiene una estética un tanto singular porque en ella se combinan el ladrillo agramilado en tonos rojos y ocres que nos recuerda al mudéjar, el arco apuntado reminiscencia del gótico junto a los lameros y medallones y, finalmente, una crestería plateresca revestida al igual que la vuelta exterior del vano con azulejería vidriada polícroma. El trabajo cerámico fue realizado en el año 1504. Algunos autores al ver esta hermosa portada nos hablan de un estilo nuevo, el estilo Reyes Católicos.
Como vemos en esta fotos, la portada está coronada por una cornisa, un antepecho de azulejos de cuenca y por la citada crestería de diez querubines vidriados intercalados con ocho flaneros disponiendo en el centro una cruz de mármol que descansa sobre un monte verde y una calavera y que se cree que no es la original porque es de granito y no de barro como el resto de los elementos.
En el conjunto de azulejos de la portada vamos a encontrar una serie de figuras diferentes: querubines, cartelas, grifos, tallos y todo género de seres mitológicos, siendo la primera vez que se utilizan en Sevilla temas de grutescos. Pisano decorará la portada con grutescos, de especial belleza los que circundan el arco y enmarcan los siete medallones. Esta decoración basada en elementos vegetales, animales, geométricos y humanos entrelazados originan un conjunto de figuras fantásticas propios de los bajos relieves que decoran portadas y pilastras renacentistas y que Pisano transformará en ornamentación cerámica.
El tímpano de la portada incluye la obra cerámica de Niculoso Pisano quien la firma en dos lugares diferentes con las palabras "NICULOSO" y "PISANO" y un gran escudo del tiempo de los Reyes Católicos, de mármol blanco, en el centro. El escudo incluye los emblemas de Castilla, León, Aragón, Sicilia y Granada, todos ellos rematados por corona y sostenido por el águila de San Juan Evangelista. Entre los azulejos, a izquierda y derecha se incluye el clásico yugo y el haz de flechas con el "TANTO MONTA" que identifican a los reyes Isabel y Fernando.
Como curiosidad podemos decir que el escudo de los Reyes Católicos se hizo porque cuando aparece Isabel Enríquez, esposa del Condestable de Portugal, pide que se ponga en honor de los monarcas de los que su marido y ella eran íntimos amigos.
En total la arquivolta de la portada contiene siete fondos a la manera italiana, siendo el central que remata la composición el que se atribuye a un artista ajeno al resto, sin identificar aún, aunque atribuido a un personaje de la familia Della Robbia, activos en Florencia. es de suponer que este fondo que acoge la representación de la Natividad, con hermosa orla de flores y frutos, es el que sirvió de ejemplo a los otros seis, entre los cuales, uno, conserva la firma del autor, el escultor Pedro Millán.
La Natividad
La cartela central, que tiene desperfectos de esmalte y representa a la Natividad como decimos, se encuentra enmarcada por una gruesa guirnalda de hojas, hortalizas y frutas.El origen de este tipo de marcos hay que buscarlo en Lucca Della Robbia quien en sus viajes por los fértiles campos de la Toscana veía ristras de frutas y flores sobre las puertas y ventanas de las casas de los pueblos y en las villas campestres.
En la escena tienen gran predominio los típicos colores azul y blanco de la cerámica de Della Robbia, siendo uno de los motivos por lo que esta pieza se suele adjudicar a alguien que perteneció al taller de Andrea Della Robbia
El escultor Pedro Millán realizará los seis medallones restantes de la parte cerámica de la arquivolta, seis ejemplares que están formados por guirnaldas con fondo esmaltado en blanco. Los veremos más adelante.
Pero antes tenemos que fijarnos también en los cuatro ángeles situados en los extremos superiores, en las albanegas. Dos de ellos, en posición de oración sosteniendo cada uno una pequeña cartela con las letras "I.H.S." en caracteres dorados góticos de adorno sobre fondo cárdeno. Los otros dos ángeles, sobre pedestales, portan libros. Los cuatro son obra de Pedro Millán.
Sobre el arco, y enmarcando a los ángeles, la decoración es una azulejería plana con un celaje interesante y se utiliza únicamente como ornamento de fondo.
Como decíamos antes, en la arquivolta existían siete tondos. Ya hemos hablado de "La Natividad" que ocupa la posición central sobre el pico superior del arco gótico apuntado.
A continuación iremos repasando los seis restantes que nacieron de las manos de Pedro Millán. En la parte de la izquierda tenemos a Santa Elena (abajo), San Buenaventura y San Antonio de Padua (en medio) y a San Pedro y San Pablo (arriba). En a parte derecha tenemos a Santa rosa de Viterbo (abajo), Santos Cosme y Damián (en medio) y San Sebastián y San Roque (arriba).
En los extremos inferiores nos encontramos un fondo con Santa Elena (a la izquierda) y otro con Santa rosa de Viterbo (a la derecha). Sus marcos son reproducciones del de la Natividad si bien no alcanzan la calidad artística de la referida.
Santa Rosa de Viterbo
En el de Santa Rosa de Viterbo vemos como viste el hábito de la Orden, si bien en colores blancos y negros del que se traslucen grandes nudos símbolo del ascesis de la Orden.
La santa, que porta rosas en el delantal que lleva entre sus manos como clara referencia al milagro en el que los mendrugos de pan que transportaba se convirtieron en rosas, aparece nimbada en amarillo y situada en un campo con colores verdes y ocres, el fondo es un cielo blanco con ligeros toques de azul cobalto, al objeto de asemejar las nubes. La cerámica consta de tres placas.
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