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jueves, 22 de noviembre de 2012

El Corral de San José.



Afortunadamente muchos edificios y corrales del centro histórico de Sevilla han "sufrido" una rehabilitación brillante que les ha cambiado la cara y les ha dado una utilidad que difícilmente tendrían en otro caso.
Me refiero en concreto a este tranquilo y silencioso rincón que podemos ver en las fotos y que casi pasa desapercibido en uno de los recodos de la Calle Jimios.


La Empresa Mirohe rehabilitó este Corral de San José en el año 2007 y desde entonces ha servido de descanso y paso de cientos de turistas que han ocupado sus singulares apartamentos.
Es curioso como, en el centro del patio, podemos ver un pilar a modo de pequeño altar donde se reflejan tres azulejos con las imágenes de San José, San Vicente Ferrer y San Juan Nepomuceno. Estos azulejos son unas copias de otros originales que se instalaron en el año 1764 y que fueron robados o destruidos durante el periodo intermedio en que quedó abandonado el edificio y la futura restauración.
A sus pies podemos ver una pileta con una fuente donde los peces de colores nadan en un mar de tranquilidad.


Los orígenes de este corral se remontan al siglo XVIII, época en la que se construyó.  Este solar había sido ocupado primero por un convento y luego por un hospital del gremio de los carpinteros de ribera a cuyo patrón, San José, debe su nombre.


El edificio mantiene una estructura de corral, con la ubicación de habitaciones entorno a un patrio central, aunque, en este caso, destaca por ser uno de los escasos ejemplos que aún perviven del modelo de colmatación u ocupación del solar residual o interior de una manzana.


La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, tras la petición insistente de los vecinos de El Arenal, ha inscrito en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como lugar de interés etnológico, el Corral de San José.
En su declaración como lugar de interés etnológico, la Junta resalta su valor testimonial como exponente de un tipo de construcción que se caracterizó por su relación entre lo público y lo privado, donde hubo talleres, comercios y viviendas.


En 1990, antes de que empezara su derrumbe y rehabilitación, se conocían catorce viviendas ocupadas y otras catorce vacías, además existían tres talleres, uno de cerámica, otro de escultura y uno último de fotografía. Pero llegó un momento en que no pudo ser habitable. Quedó definitivamente desalojado en el año 2001.