Mostrando entradas con la etiqueta Archivo de Indias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Archivo de Indias. Mostrar todas las entradas

domingo, 18 de febrero de 2024

El Archivo de Indias: Los Gobernadores de Cuba (7).

 


32.- Teniente General Don Ramón Fajardo Izquierdo.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 8 de noviembre de 1884 al 5 de marzo de 1886. 

Don Ramón Fajardo e Izquierdo (Alicante, 18 de julio de 1826-Madrid, 26 de septiembre de 1888) fue un militar español, gobernador de Cuba y director general de la Guardia Civil.

Nació en Alicante el 18 de julio de 1826.​ Procedente del arma de infantería,​ estuvo presente en el sitio de Barcelona llevado a cabo por el general Antonio Van Halen en 1842.​ Combatió en la guerra de África, interviniendo en la batalla de los Castillejos.​ Destinado en Puerto Rico, retornó a la península en 1865.​ Tomó parte de la Gloriosa.​ 

Destinado a Cuba, volvió en 1874 a la península.​ Combatió en la Tercera Guerra Carlista, participando en la toma de Monte Esquinza, ascendiendo en 1875 al rango de teniente general.​ En 1884 ejerció de director general de la Guardia Civil, cargo a cuyo cese le sucedieron los de capitán general de Puerto Rico y gobernador de Cuba.​ También fue senador por la provincia de Valencia en la legislatura 1884-1885.​ Falleció en la madrileña plaza de las Cortes el 26 de septiembre de 1888.​ 


33.- Teniente General Don Emilio Calleja e Isasi.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 30 de marzo de 1886 al 15 de julio de 1887.
Gobernó desde el 24 de septiembre de 1893 al 16 de abril de 1895.

Don Emilio Calleja Isasi (Burgos, 9 de mayo de 1830 – Guarnizo, 8 de septiembre de 1906) fue un militar y político español que ejerció la Capitanía General de Cuba en dos ocasiones.

Cuando Santo Domingo se reintegró a los dominios españoles participó como comandante en las campañas de pacificación de la isla, por cuyo desempeño fue distinguido como segundo al mando del batallón de infantería de marina.

En 1867 pasa a Puerto Rico como teniente coronel y obtiene el grado de coronel en 1869, año en que fue enviado a Cuba donde participa en la Guerra de los diez años durante los cuatro años que siguen hasta que regresa a España en 1873 donde es ascendido al grado de General de Brigada, y participa en las guerras carlistas al mando de López Domínguez, quienes ponen sitio la ciudad de Cartagena, la cual se rinde, y se destaca en la batalla de Minglanilla, hiriendo de gravedad al dirigente carlista Pascual Cucala, por cuyos méritos poco después es ascendido al grado de General de División.

Posteriormente es enviado nuevamente a Cuba con el nombramiento de segundo capitán general, sin embargo dura poco en este cargo pues es nuevamente llamado a la península y nombrado capitán general de Sevilla y de Castilla la Vieja. En 1886 vuelve a Cuba, pero esta vez como capitán general de la isla hasta 1887, año en que fue sustituido por Sabas Marín. Desde la Capitanía General en Cuba realiza una importante campaña de saneamiento de las finanzas de la isla y lleva a cabo importantes reformas en la administración.

En 1893 es nombrado nuevamente capitán general de la isla de Cuba hasta 1895 en que comenzada la guerra de la independencia cubana es relevado de su cargo, siendo nombrado para sustituirlo el general Arsenio Martínez Campos.

Finalizando su carrera militar inicia su participación en la política española. Es elegido senador por la provincia de Santa Clara para la legislatura 1884-1885 y senador por la provincia de Valladolid para la legislatura 1896-1898. En 1898 es elegido senador por la provincia de Puerto Príncipe (Cuba), pero al ser nombrado senador vitalicio, renuncia al cargo de senador electo y se mantiene como senador hasta su muerte.


34.- Teniente General Don Sabas Marín y González.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 16 de julio de 1887 al 5 de marzo de 1889.

Don Sabas Marín y González, marqués de Marín​ (Cartagena, 22 de agosto de 1831 – Madrid, 7 de enero de 1901), fue un militar español y Capitán general de la isla de Cuba en dos periodos, entre 1887 y 1889 y en 1896 de forma provisional, y gobernador de Puerto Rico.

Sabas Marín entró en el ejército a muy temprana edad. Condecorado con la Cruz de San Fernando de primera clase, en su primer mandato de gobierno en Cuba luchó fuertemente contra la corrupción administrativa, a tal punto que a fin de hacer valer su autoridad en un acto de fuerza puso cerco a la aduana y ocupó militarmente el edificio.

En 1882 fue nombrado gobernador civil de la provincia de Santa Clara, en Cuba. En esa época contrajo matrimonio con Matilde de León y Gregorio, cubana oriunda de la ciudad de Trinidad, una criolla hija de Carlos de León y Navarrete, coronel de caballería de los ejércitos nacionales y administrador general de Correos y Caminos.

En 1889 fue sustituido de su cargo y en su lugar fue nombrado el general Manuel Salamanca y Negrete, hasta que en 1896, al ser relevado el general Arsenio Martínez Campos, volvió a ejercer interinamente el mando superior de la isla hasta la llegada del nuevo sucesor Valeriano Weyler, marqués de Tenerife y duque de Rubí. En 1891 fue nombrado senador por la provincia de Murcia.


35.- Teniente General Don Manuel de Salamanca y Negrete.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 13 de marzo de 1889 al 6 de febrero de 1890.

Don Manuel de Salamanca Negrete (Burgos, 30 de mayo de 1831-La Habana, 6 de febrero de 1890) fue un militar y político español, hijo del conde de Campo Alange, Capitán general de Cuba entre 1889 y 1890.

En 1875, durante la tercera guerra carlista, fue nombrado comandante, general de división de la orilla derecha del Ebro y del Maestrazgo. Aprovechó rango y posición para establecer relaciones políticas en la zona. Una vez establecida la restauración borbónica, ingresó primero al Partido Constitucional y después en el Partido Liberal, con el que fue elegido diputado por el distrito electoral de Tortosa en las elecciones de 1876 y por el de Chelva en las elecciones de 1879 y de 1881. En el Congreso de los Diputados fue portavoz de los descontentos con la política del gobierno en la guerra de Cuba, y en la política local valenciana, apoyó a Enrique Villarroya Llorens contra Trinitario Ruiz Capdepón. En 1883 fue nombrado senador vitalicio y en 1889 Capitán general de Cuba. Falleció el 6 de febrero de 1890.

Su mandato como Capitán general de la isla fue muy criticado por el periodista Augusto Suárez de Figueroa, y uno de los hijos de Salamanca, indignado, mató en duelo a Figueroa en 1904. La prensa española de la época, cohibida y amedrentada, no dio mucha publicidad al suceso.


36.- Teniente General Don Camilo G. Polavieja y del Castillo.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 22 de agosto de 1890 al 20 de junio de 1892.

Don Camilo García de Polavieja y del Castillo-Negrete (Madrid, 13 de julio de 1838​- Madrid, 15 de enero de 1914) fue un militar y político español. Fue senador por la provincia de Santa Clara (Cuba) en 1896, siendo nombrado posteriormente senador vitalicio.

Tras una breve etapa mandando la 2.ª Brigada de Cataluña y desempeñando el gobierno militar de Gerona, fue destinado a la isla de Cuba, donde entró de lleno en la Guerra de los Diez Años.​ Durante 1877 combatió a los independentistas cubanos Pancho Jiménez y Antonio Maceo; se recompensó su proceder con la concesión de la Gran Cruz del Mérito Militar.

En 1878 obligó al brigadier rebelde Emiliano Sánchez a rendirse con 44 oficiales y toda su partida. El 17 de julio fue ascendido a mariscal de campo y nombrado comandante general y gobernador de la provincia de Puerto Príncipe.​ 

El año siguiente fue nombrado gobernador de Santiago de Cuba.​ Puso fin además a la llamada «Guerra Chiquita»,​ en la que Polavieja hizo especial énfasis en insistir en el «carácter negro» de las revueltas, intentando minimizar frente a la opinión pública el apoyo de los blancos al movimiento y haciendo del conflicto en la isla una supuesta «guerra de razas».​ Existe la versión de que la tajante actuación del general Polavieja impidió la pacificación de la región.

El 20 de agosto de 1890​ fue nombrado gobernador general de Cuba, tras la dimisión de José Chinchilla.​ Nada más llegar procedió con la expulsión de la isla del líder independentista Antonio Maceo,​ al que acusó de racismo y de querer establecer una «república negra», declaraciones que han sido a su vez consideradas también como racistas.​ La visita de Maceo a Cuba fue imprevista, este incluso llegó a pasearse por la «Acera del Louvre» de La Habana, símbolo de las clases altas criollas de raza blanca en la isla​ y a tener una entrevista con el bandolero Manuel García Ponce, el «Rey de los campos», antes de ser deportado por Polavieja.​ 

Durante su mandato como gobernador, Polavieja siguió una política de «mano dura»,​ represiva,​ con la oposición al Partido Liberal de Cuba​ y una persecución del bandolerismo​ —al que relacionaba con los movimientos independentistas,​ y contra el que llevó a cabo una campaña que dio como resultado la captura de 164 «bandidos, cómplices y encubridores»—,​ los republicanos,​ el movimiento obrero, el protestantismo y la masonería;​ intentó recortar la libertad de prensa​ a la vez que influyó fuertemente en la Unión Constitucional​ —españolista—, de la que pretendió erigirse en «jefe natural».​

Polavieja criticó el «oportunismo» de muchos autonomistas,​ aunque mostraba, sin embargo, cierta inclinación hacia un desarrollo futuro de la autonomía e independencia cubanas​ y ya en 1892 mostró una opinión crítica hacia el papel de España en las colonias, viendo también con temor el crecimiento de la influencia de los Estados Unidos en la región.​ Polavieja defendía una «separación amigable» de Cuba y España, previo paso de una etapa de mayor autonomía para la isla.​ Abandonó el cargo de gobernador el 20 de junio de 1892​ —se dice que por la negativa del Gobierno a aceptar sus sugerencias autonomistas,​ aunque Polavieja alegó motivos de salud—​ el cual pasó a manos de Alejandro Rodríguez Arias


37.- Teniente General Don José Chinchilla y Díez de Oñate.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 4 de abril de 1890 al 24 de agosto de 1890.

Don José Chinchilla y Diez de Oñate (Marbella, 20 de marzo de 1839-Madrid, 11 de marzo de 1899)​ fue un militar español, ministro, senador y gobernador de Cuba.

En 1857 acompañó a Cuba al general Serrano como ayudante, tomando parte en la campaña de Santo Domingo y alcanzando por sus méritos el grado de comandante. Se trasladó a México en 1862, donde intervino, bajo el mando del general Juan Prim en la expedición a México, provocada por la suspensión de pagos del gobierno de Benito Juárez.

Regresó a Madrid y en junio de 1866 participó contra la intentona revolucionaria encabezada desde el exilio por el general Juan Prim y conocida como Sublevación del Cuartel de San Gil, en la represión de la misma, estuvo junto al general Serrano de quien volvía a ser ayudante, su arrojo contra esta sublevación le valió el ascenso a teniente coronel.

Más tarde participó en la guerra de Cuba, siendo herido de gravedad el 4 de mayo de 1870, es recompensado con el empleo de brigadier. Entre 1874 y 1876 combatió en la Tercera Guerra Carlista se distinguió notablemente en la batalla de San Pedro Abanto, siendo ascendido a Mariscal de Campo.

En 1881 vuelve a Cuba para ser el comandante general de las Villas y segundo cabo de las islas, su carrera militar fue en ascenso primero a teniente general y más tarde se le nombró capitán general de Madrid y director general de la Guardia Civil.

En la legislatura de 1887-88 es elegido senador por la provincia de la Habana y el 11 de diciembre de 1888 fue nombrado Ministro de la Guerra en el gabinete presidido por Sagasta cargo que ejerció hasta el 21 de enero de 1890. Fue nombrado, el 25 de febrero de 1890, Gobernador general y Capitán general de la isla de Cuba y finalmente en la legislatura 1893-94 es nombrado senador vitalicio.


38.- Teniente General Don Alejandro Rodríguez Arias y Rodulfo .
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 5 de julio de 1892 al 15 de junio de 1893.

Don Alejandro Rodríguez Arias y Rodulfo (Ceclavín (Cáceres) 26 de febrero de 1838 - La Habana, 15 de junio de 1893), fue un militar español de la segunda mitad del siglo XIX.

Rápidamente ascendió en escala militar por sus dotes de estrategia y mando. Durante la minoría de edad de Alfonso XIII, la reina madre regente, María Cristina de Habsburgo-Lorena, le llamó para designarle Ministro de la Guerra, cargo que Rodríguez-Arias rehusó, por lo que le nombró Capitán General y Gobernador de la isla de Cuba, la máxima autoridad y representación del gobierno y la corona en la antigua colonia española. 

Al poco tiempo de tomar el mando, desbarató en pocos días la guerrilla del caudillo insurrecto Carlos Agüero García, al que hizo prisionero. Esta no era la primera vez que obtuvo una victoria contra una revuelta, ya que anteriormente, en el año 1861 había participado en una expedición contra una revuelta en Santo Domingo, en la cual su actuación fue considerada digna de una mención de honor.

Murió víctima de enfermedades tropicales en La Habana el 15 de junio de 1893.

sábado, 17 de febrero de 2024

El Archivo de Indias: Los Gobernadores de Cuba (6).

 


25.- Teniente General Conde de Valmaseda.
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 13 de diciembre de 1870 al 11 de julio de 1872. 
Gobernó desde el 8 de marzo de 1875 al 25 de diciembre de 1876.

Don Blas de Villate, conde de Valmaseda (Blas de Villate y la Hera, Conde de Valmaseda o Balmaseda; Sestao, 1824 - Madrid, 1882) Militar español. Participó en el levantamiento de Vicálvaro (1854) y en la guerra de África. Como capitán general interino de Cuba (1867) reprimió duramente el movimiento insurreccional. Tras su dimisión regresó a España y tomó parte en el golpe que proclamó la Restauración borbónica. Nombrado de nuevo capitán general de Cuba en 1875, dimitió un año después y fue capitán general de Castilla la Nueva (1881).


26.- Teniente General Don Joaquín Jovellar y Soler.
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 4 de noviembre de 1873 al 6 de abril de 1874. 
Gobernó desde el 18 de enero de 1876 al 18 de junio de 1878.  

Don Joaquín Jovellar y Soler, (Palma de Mallorca, 28.XII.1818 – Madrid, 17.IV.1892). Militar y gobernante. 

En 1871 es nombrado senador por la provincia de Huesca, convirtiéndose más tarde en senador vitalicio (1878-1891). Tres años más tarde fue ascendido a teniente general y en el transcurso del año 1873 el presidente de la I República, Emilio Castelar, le nombró capitán general de Cuba. 

Desde ese puesto tuvo que hacer frente a la delicada crisis del denominado asunto del Virginius. A su regreso a España, el 28 de septiembre de 1874 fue designado general en jefe del Ejército del Centro, en sustitución de Manuel Pavía, con el que se sumó a los preparativos del pronunciamiento de Sagunto encabezado por el general Arsenio Martínez Campos para restablecer en el trono a la Casa de Borbón.

Desempeñó por primera vez el cargo de ministro de la Guerra en el primer gobierno presidido por el conservador Antonio Cánovas del Castillo, entre diciembre de 1874 y septiembre de 1875, y además recibió el ascenso a capitán general. Posteriormente fue designado presidente del gobierno que, desde septiembre hasta diciembre de 1875, debía gestionar la celebración de las elecciones para formar las Cortes Constituyentes de la Restauración, y en el cual de nuevo desempeñó el cargo de ministro de la Guerra. Cánovas le conservó como ministro del mismo ramo en el siguiente gobierno y pocos días después fue nombrado otra vez capitán general de Cuba, puesto en el que permanecería entre enero y octubre de 1876. 

Años después fue designado capitán general de Filipinas en 1883. A su vuelta a la península en 1885, ocupó una vez más la cartera de Guerra (1885-1886), bajo el primer gobierno de la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, encabezado por el liberal Práxedes Mateo Sagasta. Murió a los setenta y dos años de edad.


27.- Teniente General Don Cándido Pieltain y Jove-Huergo.
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 18 de abril de 1873 al 30 de octubre de 1873. 

Don Cándido Pieltain Jove-Huergo, (Gijón, 2.XII.1822 – Madrid, 21.VIII.1888). Militar y político. El 25 de marzo de 1873 el gobierno de la República le nombró capitán general, gobernador civil y general en jefe del Ejército de la isla de Cuba, sucediendo a Ceballos. Sostuvo durante su mando en la isla la guerra con vigor, en la que perdió la vida el generalísimo rebelde Ignacio Agramante y en la que consiguió apresar el vapor Virginius, que conducía generales, jefes y municiones para el enemigo. A los pocos meses, presentó su dimisión, publicando una obra en la que justifica los motivos de ella.


28.- Teniente General Don Arsenio Martínez de Campos y Antón.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 17 de junio de 1878 al 5 de febrero de 1879. 
Gobernó desde el 18 de abril de 1895 al 17 de enero de 1896. 

Don Arsenio Martínez de Campos y Antón, (Segovia, 14.XII.1831 – Zarauz (Guipúzcoa), 23.IX.1900). Militar y político.

Fue diputado a Cortes por el distrito de Sagunto en las elecciones de 1876, aunque en noviembre renunció al cargo para ser sustituido por Eduardo Castañón. Ese mismo año de 1876 fue destinado de nuevo a Cuba. Como Capitán general de la isla estaba al mando de las tropas que luchaban contra los rebeldes desde hacía ocho años. Al mando de unos 20 000 hombres derrotó a los insurrectos en Santiago de Cuba y Las Villas. Poco después, dándose cuenta de que una guerra tan larga había conseguido debilitar a ambos contendientes y perjudicaba a toda la población de la isla, y, como era favorable a una política de tolerancia, Martínez-Campos inició una serie de contactos con los insurgentes. Entonces declaró una amnistía total para todos aquellos que abandonasen las armas. Los rebeldes, cansados de la guerra, comenzaron a abandonar la lucha. 

El 7 de febrero de 1878 sostuvo un encuentro secreto con Vicente García González, jefe de los insurrectos y le transmitió sus condiciones para que abandonaran las armas. Finalmente, el 10 de febrero se firmó la Paz del Zanjón, con la que se ponía fin a diez años de guerra.

Arsenio Martínez-Campos conocedor de la valentía de los mambises cubanos en su estrategia ordena una tregua indefinida en Camagüey e intenta acercarse a los hambreados y desnudos mambises con el apoyo de algunos de los jefes mambises. Vicente García y Serafín Sánchez que habían dado pasos en ese sentido, llegan a calificarle de «Pacificador» porque le promete la libertad a todos los esclavos que peleaban en las filas del Ejército Libertador que solo tenían esta condición en los campos de Cuba Libre. 

Esta política «pacifista» de España está dada por el refuerzo de sus tropas en Cuba con más de 57 000 hombres, donde los 250 000 soldados españoles que eran mantenidos con fondos que llegaron a sumar unos 36 500 000 pesos anuales y de la acción de Martínez-Campos quien empieza desde el 8 de febrero de 1878 con la reunión con la Cámara de Representantes en San Agustín del Brazo, en Camagüey para acordar su disolución con el apoyo del Comité del Centro que es el encargado de las negociaciones de paz en representación del pueblo camagüeyano, mientras que la única protesta es la de Salvador Cisneros Betancourt al no estar de acuerdo. 

El Comité de cubanos que negocian con Martínez-Campos estaba integrado por los brigadieres Manuel Suárez y Rafael Rodríguez; los coroneles Juan Bautista Spotorno y Emilio Lorenzo Luaces; el teniente coronel Ramón Roa; el comandante Enrique Collazo y el ciudadano Ramón Pérez Trujillo quienes firman el 10 de febrero con Martínez-Campos el Pacto del Zanjón, que significa la capitulación de las armas insurrectas sin haber alcanzado la independencia y la abolición de la esclavitud verdaderas; aunque poco después las fuerzas camagüeyanas, espirituanas y de Remedios deponen las armas. Estos siete hombres que solo representan el Centro y no la Isla de Cuba en total, con una idea entreguista y reformista de un solo plumazo pusieron fin a los diez años de revuelta en toda la isla que las autoridades no había podido aplacar. 

De ello José Martí valora este hecho como una vil acción de España y declara que «Así asesinó España, cuando el Zanjón, la revolución en Cuba, diciendo a Las Villas cuando no era cierto que el Oriente se había ya rendido, y engañando al Oriente con la supuesta entrega de Las Villas…». Esta estrategia seguida por los españoles aprovechando el regionalismo, la indisciplina, caudillismo y la falta de unidad había llevado a algunos de los cubanos a ceder en sus principios. En el discurso conmemorativo de 1890 resume Martí el hecho: «…nuestra espada no nos la quitó nadie de la mano, sino que la dejamos caer nosotros mismos…».

En contraposición, el dominicano Máximo Gómez al no estar de acuerdo con la capitulación desarrolla el 27 de febrero una larga entrevista con Martínez-Campos donde le manifiesta que, si bien él había luchado con el pueblo cubano por lograr su independencia, no sería ahora obstáculo de una bochornosa capitulación que todos parecían desear y manifiesta que, si bien combatió al lado de los cubanos en la guerra, no los ayudaría ahora a alcanzar una paz deshonrosa, aunque no se opondría a ella. Martínez-Campos ante esta actitud hace tentadoras ofertas de dinero y posiciones de importancia en Cuba, pero Gómez las rechaza y solicita únicamente un barco para que lo traslade a Jamaica. Con un cañonero a su disposición en el estero del Junco viajará Gómez para tales fines, no obstante Martínez-Campos insiste a Gómez contribuyera a darle forma a la capitulación con la cual, al parecer, no estaban de acuerdo todos los cubanos.

Por su parte, el Mayor General Antonio Maceo "Titán de Bronce", enterado de este acuerdo y al conocer de las negociaciones se entrevista con Gómez en Pinar Redondo no dejando de expresar su reacción revolucionaria y muestras de indignación, el 18 de febrero junto con otros jefes militares declara su desacuerdo y con gran firmeza y sensatez aprovecha el tiempo para reagrupar y reorganizar las tropas dispersas. En esta conversación, Gómez conoce de la postura de Maceo en cuanto a no aceptar lo proclamado en el Pacto del Zanjón y su disposición a continuar la lucha; así como del objetivo del Titán de Bronce de celebrar una entrevista con Martínez-Campos para pedirle una suspensión de hostilidades que le permitiera organizarse.

El 21 de febrero de 1878, Maceo le escribe a Martínez-Campos para decirle su conocimiento acerca de las ideas de los comisionados del Departamento Central y lo pactado en Camagüey, pero que Oriente y Tunas se hallan en condiciones de continuar la lucha y no están de acuerdo con la resolución de la Junta del Centro, por lo que termina haciendo una solicitud para entrevistarse con él y le pide cuatro meses de suspensión de hostilidades para consultar la voluntad de todos los distritos que componen ese departamento. La Revolución había perdido mucho vigor, sin embargo, Maceo se sobrepone por encima de todas estas adversidades y proclama su posición irrevocable de combatir. Con su conducta ejemplar arrastra a jefes, oficiales y soldados para reanimar el patriotismo y la entrega a la causa patria en orden y disciplina personificadas; se aparta de las fracciones contrarias a la causa revolucionaria y se dedica de forma total a combatir a las fuerzas armadas de la metrópoli que siembran la muerte, hambre y el terror a lo largo de toda la isla.

Maceo llega a Baraguá entre el 8 y el 14 de marzo con oficiales de todas las jurisdicciones orientales, entre los que destacan Manuel Calvar, Francisco Leyte Vidal, Silverio del Prado, Flor y Emiliano Crombet, Francisco Borrero, Guillermo Moncada, su hermano José Maceo, Quintín Banderas, Leonardo Mármol, José Lacret, Juan Rius Rivera, Limbano Sánchez y los exdiputados orientales Fernando Figueredo y Pablo Beola, donde explica la situación y su posición intransigente al respecto y finaliza con una marcha para verse con Vicente García. 

El 15 de marzo de 1878, se produce la reunión en Mangos de Baraguá, cercano a Santiago de Cuba y después de realizadas las presentaciones de ambos jefes y la de sus acompañantes se pronuncian breves palabras de introducción al diálogo. En este campo de la manigua cubana, el general Maceo comunica a Martínez-Campos que no estaban de acuerdo con el pacto firmado, ya que con el mismo no se lograba la independencia de Cuba, ni la abolición de la esclavitud. Posteriormente habla el general Manuel Calvar y el doctor Félix Figueredo, quienes refuerzan los planteamientos hechos por Maceo. Seguidamente Martínez-Campos replica acerca del desconocimiento de las bases del acuerdo, pero se interpela al español diciéndole que, «al conocerlo es por la que no están de acuerdo»; entonces Campos trata de leer del documento, pero Maceo se lo impide al decirle: «Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él…». A la sombra de los árboles de mangos no se llega a ningún acuerdo, por lo que Maceo comunica al general español su desacuerdo con el Pacto del Zanjón firmado y con ello decide reiniciar la guerra. Al poner fin a esta reunión expresa con gallardía: ¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo! 

Como resultado de la discordancia se acuerda volver a romper las hostilidades y se estableció para ello un plazo de ocho días con el fin de que las tropas ocuparan los territorios designados. Esta acción que se cataloga como Protesta de Baraguá no establece un acuerdo entre los cubanos en armas y la actitud de quienes aceptaron el Pacto del Zanjón y permite dar continuidad a la lucha de los cubanos por su independencia. Antonio Maceo califica el Pacto del Zanjón como «una rendición vergonzosa y por su parte inaceptable» por los mejores hijos que defienden la existencia de la nacionalidad cubana. Maceo, poco tiempo después, abandona el país bajo la misión del Gobierno Provisional en Armas hasta que regresa en 1895 para reincorporarse a la lucha armada y morir en combate el 7 de diciembre de 1896. 

Pero no solamente fue la protesta de Maceo en Oriente, sino que en el centro de la isla Ramón Leocadio Bonachea Hernández también continuó combatiendo por la independencia de Cuba junto con los hombres que lo acompañaban e integran las fuerzas de caballería que operaban en la zona de la trocha militar cerca de Morón. Este villareño protagoniza la Protesta de Hornos de Cal, en Jarao, Sancti Spíritus, luego de reunirse con el general Martínez-Campos y comunicarle su oposición al Pacto del Zanjón, para convertirse de hecho, en el último combatiente y oficial de importancia de la guerra de 1868 que combate tras estos acuerdos e incluso, después de la salida al extranjero de Maceo en misión de la Revolución, por lo cual Calixto García Íñiguez lo asciende al grado de general.


29.- Teniente General Don Ramón Blanco y Erenas, Marqués de Peña Plata.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 17 de abril de 1879 al 29 de noviembre de 1881. 

Don Ramón Blanco y Erenas, marqués de Peña Plata (San Sebastián,15 de septiembre de 1833 – Madrid, 4 de abril de 1906) fue un militar español, capitán general de Navarra, Cuba, Filipinas y Cataluña.

El general Blanco llegó a Cuba por primera vez en 1858 desde donde pasa a Santo Domingo en 1861 y a las Filipinas entre 1866 y 1871.

Tuvo una activa participación en las Guerras Carlistas, en la que se destacó en los frentes Vasco, Navarro y Catalán gracias a lo cual obtiene el grado de Brigadier. Siendo capitán general de Navarra toma parte en la gran ofensiva de 1876 en el valle de Baztán, mérito que le valió el título de Marqués de Peña Plata.

En 1879 es nombrado capitán general de Cuba, durante este periodo de gobierno en Cuba tuvo que enfrentarse al levantamiento conocido como Guerra Chiquita, logrando pacificar nuevamente los campos cubanos. Regresa a España en 1881 donde fue nombrado esta vez capitán general de Cataluña y Extremadura.

Durante el Gobierno de Cánovas del Castillo en 1893 fue enviado a Filipinas como capitán general, donde permanece hasta 1896. Allí los extractos más conservadores de la sociedad lo acusaron de ser demasiado transigente con los independentistas. Fue senador por la provincia de Barcelona de 1886 a 1890; senador vitalicio de 1891 a 1896 y por derecho propio de 1896 a 1907.

En 1897 en un último intento de España por conservar su principal provincia de ultramar, Cuba, creyendo utilizar sus dotes pacificadores, Sagasta lo nombra Capitán general de Cuba, por segunda vez, sustituyendo al muy criticado Valeriano Weyler. Fue enviado a Cuba con la autonomía que los cubanos tanto habían pedido, sin embargo, ya era demasiado tarde, la intervención estadounidense en la guerra daría comienzo a la conocida guerra de Cuba, que decidiría el desenlace del conflicto cubano–español. Hubo de enfrentarse al testimonio de una guerra que estaba cada vez más cerca del fin, con la consiguiente derrota y la pérdida de las últimas posesiones españolas en América.


30.- Teniente General Don Luís Prendergast y Gordon, Marqués de Victoria de las Tunas.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 28 de noviembre de 1881 al 4 de agosto de 1882. 

Don Luís Prendergats Gordon, Marqués de Victoria de las Tunas (Cádiz, 2.XII.1824 – Madrid, 21.XII.1892). Teniente general, caballero de San Fernando y senador.

En octubre de 1876 fue nombrado jefe de Estado Mayor del Ejército de la isla de Cuba, donde entró en operaciones contra los insurrectos, obteniendo en abril de 1877 el empleo de teniente general.

Terminada la guerra, en 1878 regresó a la Península, siendo nombrado en el mes de septiembre capitán general de Granada, en marzo de 1879 de Cataluña, cesando en este último al año siguiente para pasar a la situación de cuartel en Madrid.

En mayo de 1881 fue nombrado por segunda vez capitán general de Cataluña, encomendándosele en el mes de octubre la Capitanía General de la isla de Cuba.

Habiendo regresado en 1883 a la Península, los años siguientes permaneció en situación de cuartel, hasta ser nombrado consejero del Supremo de Guerra y Marina y en 1890 inspector general de Caballería.


31.- Teniente General Don Ignacio María de Castillo y Gil de la Torre.
Lienzo en la sala sur. 
Gobernó desde el 28 de septiembre de 1883 al 8 de noviembre de 1884. 

Don Ignacio María Castillo Gil de la Torre, Conde de Bilbao (Jalapa (México), 9.II.1817 – Madrid, 8.I.1893). Militar, general, ministro.

De 1877 a enero de 1882 fue capitán general de Aragón; de Madrid luego y de Cuba en la primavera de 1883, cargo que ocupó poco más de un año por motivos de salud.

viernes, 16 de febrero de 2024

El Archivo de Indias: Los Gobernadores de Cuba (5).



17.- Teniente General D. José Gutiérrez de la Concha, Marqués de La Habana. 
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 11 de noviembre de 1850 al 16 de abril de 1852.
Gobernó desde el 21 de septiembre de 1854 al 24 de noviembre de 1859.
Gobernó desde el 6 de abril de 1874 al 11 de marzo de 1875.

Don José Gutiérrez de la Concha Irigoyen, Marqués de la Habana, Vizconde de Cuba (Córdoba de Tucumán, en el Virreinato del Río de la Plata (Argentina), 4.VI.1809 – Madrid, 5.XI.1895). Militar, diputado y senador.

Gutiérrez de la Concha desempeñó en tres ocasiones la capitanía general de Cuba. La primera de ellas, entre 1850 y 1852, teniendo que hacer frente a la invasión de Narciso López, general caraqueño renegado del Ejército español, que pretendía anexionar Cuba a los Estados Unidos. La invasión, que desembarcó en Cárdenas en mayo de 1851, fracasó gracias a la rápida reacción del capitán general. Para suplir a las tropas enviadas desde La Habana, Concha creó el Cuerpo de Nobles Vecinos, milicia compuesta por civiles afectos a España y sufragada por la burguesía habanera españolista. 

A pesar de su cercanía con el Partido Moderado, el gobierno del Bienio Progresista (1854-1856) le nombró de nuevo capitán general de la isla de Cuba desempeñando el cargo desde 1854 hasta 1859. Uno de los principales cometidos de Concha fue la reforma de la estructura militar de la isla. Creó varias unidades irregulares, como las Milicias de Color, fomentó la presencia de la Guardia Civil y saneó las cuentas del Ejército español de Cuba. Además, en el contexto del descubrimiento de la conspiración anexionista de Ramón Pintó en febrero de 1855, creó los Cuerpos de Voluntarios para reforzar la presencia armada española en la isla. Estos cuerpos, que recuperaban la idea de los Nobles Vecinos de 1851, se acabaron convirtiendo en la más importante milicia española de Cuba hasta 1898. Además, Concha reformó a fondo la educación y trató de combatir la endémica corrupción de la administración pública cubana. Su labor le valió el marquesado de La Habana en 1857. 

En abril de 1874, tras haber alcanzado el empleo de teniente general siete años antes, fue nombrado por el gobierno de la Primera República capitán general de la isla de Cuba por tercera y última vez. Al fracasar en su intento de acabar con las partidas insurrectas en el centro y oriente de la isla, en mayo de 1875 fue substituido por Blas Villate, conde de Valmaseda, que en 1869-1870 encabezara una exitosa campaña en el oriente de la isla.


18.- Teniente General D. Valentín Cañedo. Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 16 de abril de 1852 al 3 de diciembre de 1853.


Don Valentín Cañedo Miranda. (Oviedo, 14.II.1806 – Madrid, 1.VIII.1856). Militar, teniente general, gobernador, gentilhombre de Cámara.

En marzo de 1852 fue nombrado capitán general de la isla de Cuba, desplegando a su llegada todos sus esfuerzos para hacer fracasar los intentos de insurrec­ción y el desembarco de nuevas expediciones como la dirigida dos años antes por el general Narciso López. Logró así que la paz reinase durante su mandato, al tiempo que mejoraba los acuartelamientos y las con­diciones de vida de las tropas.

En diciembre de 1853 fue reemplazado en el mando, regresando a la Península y pasando a la si­tuación de cuartel en Madrid. Al producirse el alza­miento militar de julio de 1854 se le ofreció la Ca­pitanía General de Castilla la Nueva, pero no quiso aceptar el cargo.

Durante su vida recibió, entre otras condecoracio­nes, las grandes cruces de Isabel la Católica (1843) y de San Fernando (1846). Fue gentilhombre de Cá­mara de Su Majestad (1852) y miembro de las Reales Academias de Ciencias Exactas y Naturales de Sevilla y de la de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza.


19.- Teniente General Marqués de la Pezuela. Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 3 de diciembre de 1853 al 21 de septiembre de 1854.

Don Juan Manuel González de la Pezuela y Ceballos (Lima, 16 de mayo de 1810-Madrid, 1 de noviembre de 1906)​ fue un noble, I conde de Cheste, I marqués de la Pezuela, I vizconde de Ayala, grande de España. Político de ideas conservadoras, militar, escritor, senador y poeta español, traductor en verso de la Divina comedia de Dante Alighieri y diversas epopeyas cultas en italiano y portugués. 

Desempeñó diversos puestos, entre ellos el de Capitán general de los Reales Ejércitos, Gobernador de Cuba y Puerto Rico, Capitán general de Cataluña y comandante general de Alabarderos. Hombre también de letras, en 1875 fue elegido director de la Real Academia Española.

En 1846 fue ministro de Marina y en 1848 volvió a la carrera militar al ocupar la capitanía general de Madrid. 

Más tarde pasó a América donde ocupó el cargo de gobernador de Puerto Rico de 1848 a 1851, sucediendo a Juan Prim. Allí, aunque derogó el Código negro de Prim, impuso el odiado "Régimen de la Libreta", una esclavitud encubierta para los habitantes de la isla que los obligaba a trabajar en las haciendas por una mala paga, o por nada. Los jornaleros debían cargar con una libreta en todo momento que evidenciaba su trabajo. Más tarde gobernador de Cuba de 1853 a 1855.


20.- Teniente General Duque de la Torre. Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 24 de noviembre de 1859 al 10 de diciembre de 1862.

Don Francisco Serrano y Domínguez (San Fernando, 17 de diciembre de 1810-Madrid, 25 de noviembre de 1885), duque de la Torre y conde consorte de San Antonio, fue un militar y político español que ocupó los puestos de regente del reino, presidente del Consejo de Ministros y último presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República

Durante el denominado Quinquenio Unionista, 1858-1863, Serrano colaboró muy de cerca con O’Donnell, quien en septiembre de 1859 le nombró gobernador-capitán general de la isla de Cuba.

Gobernar Cuba no era empresa fácil, para lo que se necesitaba un tacto especial, tanto por los incipientes gérmenes separatistas que iban en aumento cada día en la isla, como por el desbarajuste administrativo que existía en ella. Por ello, O’Donnell pensó que Serrano era la persona más adecuada para gobernarla.

En efecto, durante los tres años que Serrano estuvo al frente de Cuba, su gestión fue muy positiva —enturbiada sólo por el asunto de la intervención de España en México, error que le llevó a enfrentarse abiertamente con la acertada decisión de no intervenir del general Prim—, pues supo conjugar la autoridad de su cargo con un trato humano y cortés, que hasta entonces nunca había sido utilizado por los capitanes generales que le habían precedido. Serrano llevó a cabo en la isla una política conciliadora, escuchó atentamente a todos en sus planteamientos y fomentó la participación, por vez primera, de los cubanos en la Administración de Cuba. Al finalizar su mandato, por su positiva gestión fue recompensado por la reina Isabel II con el título de duque de la Torre con Grandeza de España.

A su regreso a España en enero de 1863, no olvidó Serrano los problemas y las inquietudes de Cuba. Influyó decisivamente en la creación del Ministerio de Ultramar independiente del Ministerio de la Guerra, al contrario de como hasta entonces había funcionado.


21.- Teniente General don Domingo Dulce, Marqués de Castell Florite.
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 10 de diciembre de 1862 al 30 de mayo de 1866.
Gobernó desde el 4 de enero hasta el 2 de junio de 1869.

Don Domingo Dulce Garay, Marqués de Castelflorite (Sotés (La Rioja), 7.V.1808 – Balneario de Amélie-les-Bains (Francia), 23.XI.1869). Teniente general.

Ingresó en 1823 en el ejército coincidiendo con el final del Trienio Liberal y participó en la Primera Guerra Carlista con los militares cristinos y bajo las órdenes de Baldomero Espartero a quien le unía una profunda amistad, obteniendo cuatro Cruces Laureadas de San Fernando. Fruto de la amistad con Espartero fue su colaboración durante la regencia de este, siendo persona destacada para sofocar la revolución de 1841 cuando los moderados, con Diego de León y Manuel de la Concha al frente, trataron de tomar, entre otras acciones, el Palacio Real de Madrid y secuestrar a la reina Isabel II.

Ya con el grado de general, participó en la guerra de los Matiners enfrentándose victorioso al militar carlista Ramón Cabrera. Participó en La Vicalvarada apoyando, en este caso, a O'Donnell y su proyecto de Unión Liberal, así como posteriormente se enfrentó al desembarco carlista de San Carlos de la Rápita, tras cuyo aplastamiento obtuvo el título de Marqués de Castell-Florite. Durante la mayor parte del tiempo de los gobiernos de la Unión Liberal estuvo destinado en Cuba como Capitán General dados los recelos que contra él seguía manteniendo O'Donnell, aunque fue senador de 1858 a 1860.

Durante su estancia en América destacó por su clara vocación abolicionista continuando con la política abolicionista de su predecesor, el duque de la Torre, combatió duramente el tráfico de esclavos en el Caribe, llegando a encarcelar a conocidos traficantes, entre ellos el gobernador civil de La Habana, Julián de Zulueta, con quien mantenía un enfrentamiento político abierto. Fue promotor de la Sociedad contra la Trata.

En cuanto a la política exterior de la isla, el riojano fue famoso por defender la neutralidad de la provincia española frente a los conflictos reinantes de la zona: Guerra de Secesión en Estados Unidos, Guerra en México, neutralidad ante las luchas internas en la República Dominicana tras la victoria separatista en la Guerra de la Restauración. Fuera de los apoyos a las autoridades españolas en Santo Domingo en la campaña de Pedro Santana, el capitán general tan sólo apoyó a las autoridades inglesas de Jamaica en la rebelión de Morant Bay mandando dos vapores acorazados a que vigilasen los principales puertos.

A su regreso en 1866 participó en las conspiraciones que culminaron con la revolución de 1868 y el destronamiento de la reina Isabel. Aunque permaneció todo el tiempo desterrado en Canarias por las sospechas de colaboración con elementos progresistas, fue uno de los firmantes del Manifiesto que acompañó a la revolución.

De regreso a Cuba unos meses antes de su muerte como exigencia por parte la asamblea de Guáimaro para llegar a acuerdos en el comienzo de la Guerra de los Diez Años, decretó la libertad de imprenta en la isla por vez primera el 9 de enero de 1869 e hizo promesas de futuras reformas que más tarde detendría el gobierno de Madrid.


22.- Teniente General don Francisco Lersundi Ormaechea.
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 30 de  mayo de 1866 al 3 de noviembre de 1866.
Gobernó desde el 21 de diciembre de 1867 hasta el 4 de enero de 1869.

Don Francisco Lersundi Ormaechea. (Valencia, 28.I.1817 – Bayona (Francia), 12.XI.1874). Militar, político y ministro. Militar y estadista de origen vasco, de una familia de la nobleza de tradición militar. Comenzó su carrera en el batallón de Chapelgorris creado en 1833, fue presidente del Consejo de ministros a los 38 años, cuatro veces ministro de Guerra, una de Marina y otra de Estado, capitán general de Cuba, jefe del partido moderado, primer diputado general de Guipúzcoa desde las Juntas de Oñate de 1867, “padre de provincia” de Vizcaya y Álava desde 1864, y siempre defensor de los fueros vascongados.

A pesar de que O’Donnell había prescindido siempre de sus servicios, le nombró capitán general de Cuba (10-4-1866/11-9-1866). Tras un breve paréntesis, estando otra vez su protector Narváez en la presidencia del Consejo de ministros, fue nombrado nuevamente capitán general de Cuba (20-12-1867/4-1-1869). 

Su periodo de mandato coincidió con dos hechos de gran trascendencia que se produjeron casi al mismo tiempo: la revolución de 1868 en la península y la sublevación de los independentistas cubanos. Resultaba evidente que las nuevas autoridades revolucionarias no podían contar con un hombre tan ligado al partido moderado pero tampoco podían herirle con una destitución deshonrosa, fue enviado a Cuba para dirigir la guerra contra la insurgencia que había estallado en 1868. 

Cogido por sorpresa ante “el grito de Yara” (10-10-1868) e incluso subestimando en sus orígenes las consecuencias del movimiento independentista encabezado por el abogado y rico propietario Carlos Manuel de Céspedes, adoptó más tarde enérgicas medidas. Consciente de la insuficiencia de las tropas regulares –unos siete mil de los veintiocho mil que formal y teóricamente constituían la fuerza destinada por Madrid en la Gran Antilla–, acudió al alistamiento de un cuerpo de voluntarios y en un tiempo récord llegó a reclutar más de treinta y cinco mil hombres, equipados y armados por los sectores contrarios a la independencia. 

Militarmente eficaces y disciplinados, con el paso del tiempo se convirtieron en ocasiones en torcedores de los planes de las autoridades, a las que más de una vez se impusieron hasta forzar su dimisión por estimarlas débiles y poco enérgicas ante un fenómeno que sólo admitía, en su sentir, una política de puro y simple exterminio. Lersundi se opuso a cualquier medida de diálogo o apertura que quedó bien patente al rechazar desabridamente el 24 de octubre cualquier medida en tal sentido, conforme le solicitaban, en onda con el nuevo clima político e ideológico en la España peninsular, desde una parte muy cualificada de la sociedad de La Habana. 

El pretexto esgrimido por el capitán general era la exigencia de concentrar todos los afanes en el descepamiento de la sublevación, a la que asestó un golpe mortal al establecer una rigurosa vigilancia naval de la zona del Oriente donde el levantamiento estaba aún confinado. Un bloqueo para el que no vaciló en acudir –a veces, mediante requisa– a embarcaciones particulares. Al mismo tiempo, las unidades enviadas desde La Habana comandadas por el general Balmaceda entraban el 16 de enero de 1869 en Bayazo, donde hasta entonces se ubicaba la capital de los “insurrectos”. Al renunciar al mando pocos días después, el alzamiento había quedado reducido a una lucha de guerrillas, que no controlaba ningún núcleo urbano. El gobierno aceptó su dimisión el 13 de septiembre, aunque tardó bastante tiempo en enviarle su sustituto.


23.- Teniente General don Joaquín del Manzano y Manzano.
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 3 de noviembre de 1869 al 24 de septiembre de 1867, día de su fallecimiento.

Don Joaquín del Manzano y Manzano (Alburquerque (Badajoz), 10.III.1805 – Cuba, 30.IX.1867). Teniente general, Capitán general de la isla de Cuba y Caballero de la Orden de San Fernando.

Por su destacado comportamiento en las operaciones realizadas en Cataluña se le concedió la Cruz de San Fernando de 3.ª Clase.

En 1849 fue ascendido a mariscal de campo y pasó a ser comandante general de la provincia de Tarragona y al año siguiente de la de Gerona, cesando en el mes de septiembre al ser puesto a las inmediatas órdenes del capitán general de Cuba, desempeñando en la isla los cargos de gobernador general del Departamento Oriental y segundo cabo de la Capitanía General.

Al regresar a España, en 1859 se le dio el mando de la 3.ª División del 2.º Cuerpo de Ejército. En 1863 alcanzó el empleo de teniente general y en noviembre de 1866 se hizo cargo del mando de la Capitanía General de la isla de Cuba, donde fallecería al año siguiente. Poseía las Grandes Cruces de San Hermenegildo e Isabel la Católica.


24.- Teniente General don Antonio Caballero Fernández de Rodas.
Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 20 de junio de 1869 al 13 de diciembre de 1870.

Don Antonio Caballero Fernández de Rodas (Madrid, 3.IV.1816 – 26.XII.1876). Militar, Capitán general de la isla de Cuba, caballero de la Real y Militar Orden de San Fernando, diputado y senador.

Uno de los primeros frentes en los que interviene es la Primera Guerra Carlista, donde ya despertó el interés de sus superiores. En 1854 formó parte de la Vicalvarada y se distinguió por pertenecer a la Unión Liberal. En tiempos de Leopoldo O'Donnell fue ascendido a brigadier e intervino en la campaña de Marruecos (1859-1860). En 1861 puso fin a la insurrección de Loja. Tras intervenir en la guerra de Marruecos vuelve a Madrid y tiene una pelea con Nicolás María Rivero que terminaría en duelo. Esta circunstancia no le favoreció en absoluto. Acabó siendo exiliado a las islas Canarias, donde también enviaron al general Francisco Serrano, entre otros.

Fue uno de los firmantes del Manifiesto de Cádiz en septiembre de 1868 y participó en la batalla de Alcolea, en la que fue uno de sus más importantes actores. Al frente de una división contribuyó al triunfo de las tropas sublevadas. Fue ascendido por sus méritos a teniente general.

Nombrado director general de Infantería, en julio de 1869 juró el cargo de Capitán general de Cuba, donde poco antes había estallado la primera insurrección independentista. Viajó a Cuba junto con el nuevo intendente, José Emilio de Santos, con el mandato de pacificar la isla y acabar con la corrupción en la administración pero solo tardó un año en regresar a España.

jueves, 15 de febrero de 2024

El Archivo de Indias: Los Gobernadores de Cuba (4).

 


09.- Teniente General Conde de Cuba. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 2 de mayo de 1823 al 15 de mayo de 1832.

Don Francisco Dionisio Vives y Planes, Conde de Cuba (Orán (Argelia), 1767 – Madrid 15.IV.1840). Teniente general de los Ejércitos Nacionales.

Durante los años 1815 y 1816 prestó servicio  en Madrid como Jefe de la comisión de jefes y oficiales establecida en dicha ciudad, a las inmediatas órdenes del ministro de la guerra. Continuando en dicha comisión hasta el 28 de noviembre de 1819 en que fue nombrado enviado extraordinario y Ministro plenipotenciario a los Estados Unidos de América. En dicho destino permaneció hasta el 1 de octubre de 1821 en que cesó en sus funciones diplomáticas. No obstante, habiendo dado pruebas de celo, laboriosidad y suficiencia y estando S. M. satisfecho de sus servicios, así se lo manifestó. Es decir que ejerció de diplomático también con el Gobierno Constitucional.

Quedó de cuartel en Madrid hasta el 9 de agosto de 1822, que se le nombró Comandante general del 3.er distrito militar, o sea Castilla la Vieja, en cuyo mando continuó hasta el 12 de noviembre del mismo año que fue designado Capitán general del Ejército de la Isla de Cuba, de cuyo cargo tomó posesión el 2 de mayo de 1823.

Continuó en el cargo de Capitán general de Cuba, siendo ascendido a Teniente general con fecha de 8 de agosto de 1825. Se le dio esta fecha como antigüedad en el empleo mencionado porque, habiéndose extraviado la verdadera fecha, se consideró que era la justa, al estar situado, en su escalafón, entre José Aymerich, que fue ascendido el 13 de junio, y Antonio García Conde que lo fue en la citada del 8 de agosto.

Siguió en Cuba hasta diciembre de 1831 en que pidió el relevo; petición que fue atendida. En 1832 emprendió la vuelta a la Península, no cesando en realidad en el cargo, hasta que tomó posesión, el 15 de mayo, su sucesor Mariano Ricafort Palacín y Abarca, también Teniente general.


10.- Teniente General Don Mariano Ricafort. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 15 de mayo de 1832 al 1 de junio de 1834.

Don Mariano Ricafort Palacín y Abarca (Huesca, 20 de febrero de 1776 - Madrid, 16 de octubre de 1846) fue un militar, político y gobernador colonial español, sucesivamente Capitán general de Filipinas, de Cuba, de Galicia, de Andalucía y de Aragón.

Comenzó su carrera militar en 1793 sentando plaza como soldado en el ejército que participó en la guerra del Rosellón, donde se destacó hasta ser nombrado subteniente dos años después. Tomó parte en la guerra de las naranjas de 1801 contra Portugal. En 1803 contrajo matrimonio con Antonia Paula Sánchez de Lima, natural de Oliva de la Frontera (Badajoz), lugar donde aún se encuentra la vivienda familiar. Fue ascendido a teniente y destinado a Madrid. Tuvo también una participación destacada en Extremadura durante la guerra de independencia contra las tropas napoleónicas; al término de la guerra había alcanzado el grado de coronel.

A fines de febrero de 1821, por órdenes del nuevo virrey La Serna, partió de Lima con la misión de sofocar la insurrección independentista de las poblaciones de la sierra central del Perú. Hostilizado constantemente por las partidas de montoneros obtuvo algunas victorias sobre ellos sin embargo a su regreso a Lima su división fue duramente atacada en el camino de Canta siendo el mismo herido en una pierna y teniendo que regresar en camilla a la capital. Aún no restablecido completamente fue nuevamente herido durante uno de los combates ocurridos en el primer sitio del Callao. El General San Martín le invitó entonces a trasladarse a Lima para atender la gravedad de sus heridas y habiendo quedando discapacitado para el servicio militar se le permitió embarcarse para la península junto a otros funcionarios del gobierno colonial.

Aunque no volvió a servir en el ejército activo si ejerció alto cargos públicos. Entre 1825 y 1830 fue Capitán general de Filipinas y Presidente de su Real Audiencia. Entre 1832 y 1834 se desempeñó como Capitán general de Cuba, en cuyas competencias debió afrontar la epidemia de cólera morbo que diezmó la población y el regreso de los liberales exiliados, acogidos a la amnistía de 1833.


11.- Teniente General Duque de la Unión de Cuba. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 1 de junio de 1834 al 20 de abril de 1838.

Don Miguel Tacón y Rosique, Duque de la Unión de Cuba y Marqués de Bayamo (Cartagena, 10.I.1775 – Madrid, 13.X.1855). Fue Militar, Gobernador en Colombia y en las provincias de Málaga y Baleares y Gobernador y Capitán general de la isla de Cuba.

Tacón desembarcó en La Habana el 1 de junio de 1834. La situación que encontró Tacón en la isla era “verdaderamente lamentable”, “los robos y los asesinatos se sucedían con la mayor impunidad [...] los carruajes eran detenidos, los hacendados abandonaban sus fincas, los cobradores tenían que ir escoltados por la fuerza armada, la menor resistencia a los bandoleros provocaba una puñalada y, por si todo esto fuera poco, los perros campaban por sus respetos y se abalanzaban sobre los escasos transeúntes”. 

Las primeras providencias de policía del General Tacón restablecieron la seguridad pública y el prestigio de la autoridad, liberaron a la capital de una asociación de criminales, que cometían impunemente sus delitos. Tocón enjuició en brevísimo plazo a los más criminales y penetró con su severidad a todos de que en adelante no se podrían cometer más delitos impunemente. 

Prohibió el juego y estableció unas reglas de policía “que le hicieron el terror de los malos y el restaurador de la quietud en el pueblo”. Tacón tenía que batallar en dos frentes: el orden público y el de la política. En este último, impidió que se estableciera en la isla la milicia nacional y que cesara la comisión militar, cuando a petición de la Audiencia de Puerto-Príncipe llegó una Real Orden para suprimirla. Se opuso a la venta del arsenal de La Habana. Su mensaje al Gobierno de Madrid era claro: no se podía establecer en la isla de Cuba una política igual a la que se formulaba en España, pues las condiciones eran distintas. Esto se vio claro con la sublevación del general Manuel Lorenzo, gobernador de Santiago de Cuba, quien al enterarse del motín de La Granja (agosto, 1836), se alzó en armas proclamando la Constitución de 1812, creó la milicia nacional y desoyó un ultimátum de Tacón. 

No hubo guerra civil en Cuba, como la había en España. Con gran habilidad, Tacón atrajo a elementos dirigentes civiles y a jefes y oficiales de la guarnición de Santiago. El general Lorenzo vio que nada conseguiría y huyó con unos leales el 23 de diciembre de 1836, exiliándose en Jamaica. Tomó Santiago el brigadier de Artillería Joaquín Gascué, con dos mil hombres, y restableció la tranquilidad en Cuba. Esto le valió los títulos de vizconde de Bayamo y marqués de la Unión de Cuba, y el collar de la Orden del Toisón de Oro. Era el primer gobernador de Cuba que era distinguido con esa suprema distinción. Años después se le elevaron los títulos a marquesado y ducado.

Tacón introdujo en Cuba importantes reformas. Las obras públicas en La Habana y otros puntos de la isla fueron mayores que las de ningún otro gobernador.

El ferrocarril de La Habana a Güines (27,371 km), inaugurado el 19 de noviembre de 1837, fue el primero existente en cualquier dominio español, diez años antes que el primero de la Península. En La Habana destacaron las mejoras en el puerto, el acueducto de aguas potables, la moderna cárcel pública, nuevos mercados, pescaderías, un gran teatro que lleva su nombre (Teatro Tacón), igual que el gran paseo de su nombre, el pavimento de las calles, el alumbrado público, la red de cloacas, la creación de los cuerpos de bomberos y de serenos y otras muchas mejoras. También otras grandes ciudades y villas mejoraron mucho su urbanismo. Además, se incrementaron mucho las rentas públicas.

Tacón no sólo tuvo luces en su gobierno; tuvo sombras. La más amarga para el pueblo cubano, en 1834, fue el destierro del intelectual José Antonio Saco (1797-1878), aunque desterrarlo a Madrid fue casi un regalo para él, pues se impregnó de espíritu democrático y fundó el Club de los Habaneros.

Los diputados ultramarinos fueron vetados en las Cortes españolas. Tacón tuvo graves disensiones con el intendente de Hacienda, Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva, y con el arzobispo de Cuba, fray Cirilo de Alameda y Brea. Surgió el “siboneísmo”, un ensalzamiento literario del pasado antillano, fomentador del espíritu independentista.

Falto de vista y debilitado por los años, fue relevado. Salió de La Habana el 22 de abril de 1838 “entre vivas, músicas y embarcaciones empavesadas, fue una solemne y espontánea ovación que le tributaron nacionales y extranjeros”.



12.- Teniente General Don Joaquin de Ezpeleta. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 20 de abril de 1838 al 10 de enero de 1840.

Don Joaquín de Ezpeleta y Enrile (La Habana, 19.IX.1788 – Madrid, 24.III.1863). Teniente general, Ministro de la Guerra y de Marina, Capitán general de Cuba y Caballero Gran Cruz de San Fernando.

Fue el segundo de los hijos de María de la Paz Enrile Alcedo y del mariscal de campo José Manuel de Ezpeleta y Galdeano, quien desde 1785 ejercía el cargo de Capitán general de la Isla de Cuba, en el que cesó en 1789 para pasar a desempeñar el de Virrey del Nuevo Reino de Granada y a partir de 1796, a su regreso a España, el de Virrey de Navarra. 

Los elevados méritos de este militar le valdrían llegar a alcanzar el empleo de Capitán general de los reales ejércitos y el título nobiliario de Conde de Ezpeleta de Beire.

Se encontraba en Burdeos en abril de 1837 cuando le llegó el nombramiento de segundo cabo de la isla de Cuba, pasando a desempeñar este cometido hasta que en abril del año siguiente se le confió la Capitanía general de dicha isla. 

Hasta el mes de enero de 1840, en que dimitió de este cargo por motivos de salud, introdujo en la isla grandes mejoras, como la organización del cuerpo de bomberos, el establecimiento de una caja de ahorros y el tendido de líneas férreas, valiéndole la extraordinaria labor realizada la concesión de la Gran Cruz de San Fernando, por real cédula de 24 de septiembre de 1838.


13.- Teniente General Príncipe de Anglona. Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 10 de enero de 1840 al 1 de marzo de 1841.

Don Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pimentel, II príncipe de Anglona (Quiruelas, Zamora, 1786-Madrid, 1851) fue un destacado militar durante la Guerra de la Independencia Española. Fue director del Museo del Prado de 1820 a mediados de 1823, cuando el ejército francés invade de nuevo a España y tiene que exiliarse en Italia.​ En 1840 fue nombrado Gobernador y Capitán general de Cuba.


14.- Teniente General Don Gerónimo Valdés. Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 1 de marzo de 1841 al 15 de septiembre de 1843.

Don Gerónimo Valdés Sierra, Vizconde de Torata y Conde de Villarín (Villarín de Asturias, Somiedo, 1784 - Oviedo, 1855), fue un militar y político español.

Abandonando, definitivamente, sus estudios, viajó a América junto a José de la Serna e Hinojosa en 1816. En complot con otros militares, colaboró con la destitución del Virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, por De la Serna. Llegó a ser Mariscal de Campo, destacando por sus acciones en las batallas de Torata y Corpahuaico. Tras el desastre de Ayacucho, regresó a España vía Francia en 1824.

Tras la muerte de Fernando VII y siendo Teniente General participó en el ejército cristino en favor de la causa de la reina Isabel II contra su tío Carlos María Isidro de Borbón en la Primera Guerra Carlista.

Tras la llegada de su antiguo subordinado y amigo Baldomero Espartero a la Regencia de España durante la minoría de edad de Isabel II, fue nombrado Capitán General de Cuba.​ Fue Senador y escribió una historia de la independencia del Perú.


15.- Teniente General Conde de Lucena. Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 20 de octubre de 1843 al 20 de febrero de 1848.

Don Leopoldo O'Donnell y Jorís​ (Santa Cruz de Tenerife, 12 de enero de 1809-Biarritz, 5 de noviembre de 1867) fue un noble, militar y político español, Grande de España como I Duque de Tetuán, I Conde de Lucena y I Vizconde de Aliaga. Presidió el Consejo de Ministros, después del bienio progresista de Baldomero Espartero en 1856, y también en 1858-1859 y 1860-1863, y en 1865-1866, durante el reinado de Isabel II.

Por sus convicciones moderadas, tuvo que emigrar a Francia tras la "revolución progresista" de septiembre de 1840 que provocó la renuncia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (madre de Isabel II) a la regencia. En 1841 figura en la conspiración moderada del general Diego de León contra la regencia del general Espartero. En ella, O'Donnell había recibido el encargo de alentar la sublevación militar de Pamplona, pero, al fracasar el asalto al Palacio Real de Madrid, intentado por León el 7 de octubre, tuvo que volver a refugiarse en Francia. 

En 1844, estando el General Narváez en el poder, fue nombrado Capitán General de La Habana, cargo que ocupó hasta 1848. Durante su mandato O'Donnell fue responsable de la masacre de 1844 conocida como la represión de "La Escalera". Miles de esclavos y negros libres en Cuba fueron confinados en calabozos, torturados y ejecutados en lo que se conoció como el 'año del látigo'. ​ Al regresar a la península fue nombrado Senador y Director general de la Academia de Infantería de Toledo.


16.- Teniente General Conde de Alcoy. Lienzo en la sala este. 
Gobernó desde el 20 de febrero de 1848 al 11 de noviembre de 1850.

Don Federico Roncali Ceruti, I Conde de Alcoy (Cádiz, 30 de marzo de 1800-Madrid, 4 de abril de 1857),​ fue un político y militar español.

En 1844, siendo capitán general de Valencia, sufrió la Rebelión de Boné liderada por el coronel de caballería y comandante de carabineros Pantaleón Boné, el cual se hizo con la ciudad de Alicante durante 44 días hasta su ejecución. Llegó al grado de General de la mano de su protector, Baldomero Espartero. En 1846 se incorporó como Senador vitalicio durante un año. Fue Capitán general de Cuba y Presidente del Consejo de Ministros del 14 de diciembre de 1852 al 14 de abril de 1853.