miércoles, 30 de mayo de 2018

El símbolo de la Cuesta del Bacalao.




En la imagen de arriba podemos ver una representación gráfica de un lomo de bacalao. Es los ue veríamos los modernos. Sin embargo, esta palanca de madera que representa, efectivamente, un lomo de bacalao no es ni más ni menos que un grandioso ejemplo de la recuperación de la memoria histórica de la ciudad.

La calle Argote de Molina, conocida popularmente por Cuesta del Bacalao, toma prestado su sobrenombre de los pequeños comercios de ultramarinos que existían en ella desde el siglo XIX hasta hace unas décadas que los bares, restaurantes y zonas de ocio ocuparon su lugar.

En la esquina que vemos existía una tienda de ultramarinos que tenía el nombre de "El Brillante" regentada por D. Jesús Sanz. Allí como no podía ser de otra forma, podríamos conseguir todo tipo de alimentos y especias, muchos de ellos llegados de allende los mares.

Uno de ellos era el bacalao, un alimento que, si bien se pescaba en las frías aguas del Océano Ártico, llegaba a nuestra ciudad secado y dispuesto para ser vendido. La tradición de secar el pescado para conservarlo se remonta a la época vikinga, pero el proceso de salar pescado comenzó en el siglo XV, cuando los pescadores españoles y portugueses navegaban a Terranova. Este bacalao, preservado en sal, se mantenía en buen estado durante la travesía.

El bacalao seco salado también es popular en los países católicos, gracias a una tradición que data de la edad media. El Papa ordenó a los católicos comer pescado en lugar de carne durante la Cuaresma. De esta forma, los océanos nórdicos exportaron este pescado a los católicos del mundo durante muchos años y aún lo siguen haciendo, confirmándose una de las tradiciones más "rancias" de la religiosidad sevillana de la primavera.


D. Jesús Sanz colocó en el sitio que vemos ahora (desde 1922 a 1976) un bacalao de madera, símbolo de su establecimiento y que, con el tiempo, también se convirtió en símbolo de una calle y símbolo de una ciudad que tiene en su Semana Santa una forma de dar vida al cordón umbilical de la Cuesta del Bacalao con las tradiciones centenarias de Sevilla.

Con el tiempo, "El Brillante" cerró y el "bacalao" de la calle Argote de Molina se fue deteriorando. Treinta y siete años después, en 2013, un empresario sevillano, D. José Baco, mandó restaurarlo a Dña. Beatriz Zamora, ofreciéndolo después al Ayuntamiento, quien ordenó colocarlo de nuevo en su original emplazamiento para recuerdo de una época, de una calle y de unos comerciantes que nos acercaban los productos del Nuevo Mundo y ... del Polo Norte.

martes, 29 de mayo de 2018

La historia de la calle Placentines.




La calles del centro de Sevilla, aún enmascaradas dentro de la propia historia de la ciudad, también tienen su propia historia que le confieren un carácter particular. El caso de la calle Placentines no es ajeno a esta circunstancias. 

Gracias a la asociación "Raigambre de Sevilla" que colocó el azulejo (año 2000)  que vemos más abajo y a D. Juan Aragón (sito en calle Águilas, 25 según podemos ver en su firma) podemos conocer, aunque sea en una pincelada, el origen de esta calle que albergó a italianos venidos de la ciudad de Piacenza, nombre propio cuya traducción debiera ser Plasencia, pero como aquí cerquita en Extremadura tenemos una ciudad de este mismo nombre, evitaremos el duplicado tomando su forma italiana.


Piacenza es una de las ciudades importantes de la región de Emilia-Romana, una región del norte de Italia que se extiende desde el Mar Adriático hasta casi el Mediterráneo sin tocar la costa. A pesar de tener abierto paso fluvial a través del río Po hacia en Adriático, la ciudad de Piacenza ha tenido más vínculos con el Mediterráneo al que tienen a escasos kilómetros a través de la ciudad de Génova.

Cuenta la historia que los piacentinos (o placentinos) llegaron a la ciudad an ayuda del Rey San Fernando para la conquista de la misma. En agradecimiento de su labor, el propio rey les permitió ciertos privilegios: tener calle propia, horno para pan y baño para los aseos.

Con el tiempo fue modificándose la calle y, aunque sufrió cierta deslocalización respecto a sus vecinos, el nombre de Placentines permaneció en recuerdo de su peculiar origen y fue tomado como nombre de la calle en el siglo XIX.


Como curiosidad podemos comentar que la esquina de la calle Placentines con el Palacio Arzobispal fue llamada Matacanónigos. 

Se le llamó así al menos al principio del siglo XIX por las corrientes de aire que se formaban en invierno y las pulmonías que provocaban. Como los residentes del Palacio Arzobispal eran los que más frecuentaban la zona, entre ellos los canónigos, pues eran los que más se constipaban y de ahí el peculiar nombre.

lunes, 28 de mayo de 2018

El Escudo de Sevilla.



El escudo arriba representado, en versiones más o menos similares, ha sido considerado el Escudo de Sevilla durante décadas, sin embargo no ha sido hasta finales del año pasado (2017) cuando por fin se ha oficializado mediante elección por el Plano del Ayuntamiento de la ciudad y el registro consecuente en el Registro Andaluz de Entidades Locales

Como pueden ver, el escudo aprobado representa "la figura de Fernando III con túnica y calzado de gules, capa de azur ribeteada de oro, coronado de lo mismo, con una espada de plata guarnecida de oro en su mano diestra y cruz de oro en la siniestra", acompañado por San Isidoro y San Leandro, "ambos vestidos con alba y calzado de plata, capa pluvial y estola de oro, con mitra de lo mismo forrada de plata y cruz en el frontal".

También figuran en el escudo "la inscripción NO&DO de oro intercalada por una madeja de lo mismo", así como una "corona real abierta". La imagen también incluye el "lema en plata" de "muy noble, muy leal, muy heroica, invicta y mariana", en referencia a la ciudad de Sevilla. Durante el Pleno ordinario del pasado mes de enero, cuando fue aprobado definitivamente el diseño de este escudo, el PSOE, el PP y Ciudadanos apoyaron el mismo Escudo de Sevilla.

domingo, 27 de mayo de 2018

La casa del tigre.




Todo el que gusta de callejear por el centro de nuestro casco histórico conoce la pequeña calle Amparo, a medio camino entre la Plaza de San Martín y el Pozo Santo. Pues bien, en esta calle, sobre la fachada del número 9 podemos ver el curioso azulejo que les muestro más arriba y que hace alusión a la antigua existencia de un tigre en el interior de dicha vivienda. Como las historias del tigre y del edificio por sí mismo van de la mano, recordémosla y encontrarán la explicación de este famoso ya "salto del tigre".

La “Casa del Tigre”, como se la conoció desde hace ya más de cincuenta años, se mandó edificar en el año 1898 por el que fuera Gobernador Militar de la ciudad de Sevilla y Caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén don Pedro Parias González, destinándola a su residencia particular. Dicho edificio, se construyó sobre el solar de una vieja posada del siglo XVI, llamada de Santa Teresa, por haber pernoctado en aquel lugar Santa Teresa de Ávila, así como sobre una antigua casa particular del siglo XVII. Edificios que siempre estuvieron rodeados de viejas leyendas.

Tras construirse el definitivo edificio a finales del siglo XIX, se convertirá en la residencia oficial del Gobernador de la ciudad. La entrada principal del edificio, se encontraba orientada hacia la fachada de la Calle don Pedro, a través de la cual, se daba acceso a un amplio patio de columnas y unas románticas escaleras de caracol que comunicaban al invitado con la plata superior, dandole un aspecto decimonónico. La fachada de la calle Amparo, era la antigua fachada de servicio, por cuya puerta principal, entraban los carruajes del señor, hasta la segunda escalera de mármol, que comunicaba con la planta superior.



En el año 1943, tras el fallecimiento del Gobernador Parias, dicho edifico, pasa por compraventa a manos de don Isacio de Contreras, un conocido aristócrata y político de la ciudad de Sevilla, natural de Alcalá la Real, en la provincia de Jaén. Debido al mal estado de conservación, se tuvo que reformar casi por completo. Reforma que tuvo lugar en el año 1956, por la cual se cambió la orientación de la entrada principal de la casa hacía la Calle Amparo, reformando la fachada de esta calle y dividiendose el edifico en varias fincas independientes que hoy son locales comerciales ocupados por los artesanos mas antiguos de la ciudad, entre los que hay escultores, grabadores, doradores y bordadores, dos pisos en la primera planta y un piso en la segunda planta.

El edificio permaneció alquilado a la familia del famoso poeta Saenz de Andino por la familia Contreras, durante unos años, tras lo cual se alquiló a don Javier Lasaleta del Clos, Director del Zoológico de Jerez de la Frontera. Dicho inquilino, era propietario de dos tigres, que había cazado y criado en uno de sus frecuentes viajes a África. Al criarse en cautiverio los tuvo durante mas de diez años como animales domésticos en el edificio, y fue, entonces, cuando comenzó a llamarse popularmente “La casa del Tigre”.

Tras pasar de nuevo el uso del edificio a la familia propietaria se inicia una nueva reforma en el año 1977 en la que se restituirán vigas, y reforzaran viejos muros que habían sido aprovechados de las antiguas casas del siglo XVI y XVII en la reforma anterior. Se convertirá en la residencia familiar de los actuales propietarios desde el año 1978.

En la actualidad, la propiedad del edifico, ha procurado mantener viva la historia y singularidad de la casa, respetando en todo momento su antigua distribución, manteniéndolo en el mejor estado de conservación posible y albergando en su interior una gran colección de recuerdos familiares, muy vinculados con la historia de la ciudad y de España. Y en la fachada de la calle Amparo tuvieron a bien colocar un azulejo recordando a los sevillanos la historia del tigre del Director del Zoológico de Jerez.

viernes, 25 de mayo de 2018

El azulejo de la Barriada de la RENFE.




Junto al número 4 de la calle Brillante, en pleno corazón del barrio de la Macarena, podemos ver dos azulejos. El de la derecha del edificio indica la existencia de un centro social de gran vida interna y con actividades socio culturales prácticamente todo el año. Este centro lleva el nombre de San Francisco de Asís.

El nacimiento del Centro Cultural San Francisco de Asís se gesta hacía el año 1978, donde un buen grupo de amigos conciben la idea, la mayoría vecinos de San Francisco de Asís. El objetivo fue buscar un lugar de reunión desde donde trasladar la cultura a los vecinos de la barriada.


El segundo de ellos es el azulejo que encabeza este texto. Hace honor al origen de la barriada. Ésta es conocida por la Barriada de la RENFE pues se construyó pensando en que sirviera de hogar para los trabajadores de esta entidad pública a principio de los años sesenta del siglo pasado.

El azulejo fue colocado en el año 2004 y, junto al Arco de la Macarena, dibujado en el centro en referencia al barrio, se pueden ver dos locomotoras de trenes, una de carbón, como las que existían en los tiempos de creación del barrio y otra de un tren de alta velocidad AVE, reflejo de los tiempos de colocación del azulejo.


miércoles, 23 de mayo de 2018

La casa del "encendedor" José Santizo Román.




Sobre la fachada del número 25 de la calle Peñuelas, en plena Plaza de San Román, nos encontramos con este azulejo recordándonos el lugar de la casa natal de Don José Santizo Román.

La historia comienza en 1878. En este año nace José Santizo Roldán, patriarca de una de las dinastías de encendedores de pasos más longeva y reconocida de nuestra Semana Santa. En la actualidad van ya por la quinta generación. Durante más de un siglo, han creado escuela a la hora de alumbrar una imagen y forman parte indisoluble de las hermandades sevillanas, en las que además han desempeñado otros roles, como sacristán, acólito y oficial de juntas.


Ahora un libro recoge por primera vez el legado de estos hombres de la caña. La saga de los Santizo (Editorial Jirones de Azul) es una publicación escrita por Miguel Ángel Santizo Rodríguez. Su autor, biznieto del primer Santizo encendedor, ha escrito la historia de esta emblemática familia, localizada en sus orígenes en la collación de San Román y la Puerta Osario:«Mi bisabuelo encendía las farolas del Centro y era sacristán de la capillita de San José. De la unión de ambas cosas, creó a principios de siglo pasado la figura del encendedor de pasos».

Es Santizo Roldán, quien con sus seis hijos, monta las primeras cuadrillas de encendedores y acólitos profesionales «abarcando todas las cofradías» en los años 30. Entre los llamados «Santizos destacados» hay que subrayar el nombre de Manuel Santizo García, nieto del fundador, exhermano mayor de Torreblanca y hasta hace unos años sacristán del santuario de los Gitanos, su hermandad de cuna. Manuel debutó con apenas 16 años: «El primer paso que encendí fue el del Señor de la Sentencia. Ya, de palio, el de la Virgen del Rocío en 1961», rememora «con añoranza» aquellos comienzos al lado de su padre Miguel, «un hombre poco hablador» del que nunca dejó de aprender: «Lo esencial es tener un buen pulso, porque si se mueve la mano, malo. Pero también influye una buena cerilla, el pabilo y el temido viento», explica mientras dice que en Semana Santa hay días que «coge la calle y no la suelta». 

Él y su hijo Miguel Ángel ha servido a muchas hermandades. Actualmente están en el Dulce Nombre de Bellavista, Torreblanca –su actual barrio de residencia, San Roque –de la que también son hermanos–, Polígono de San Pablo, San Esteban, San Bernardo, Carretería y la Soledad de San Lorenzo. 

De otro lado, la rama de la saga que parte del hermano de Manuel, José Santizo García y sus hijos José y Sergio, también aparece en la obra. A estos corresponde alumbrar los pasos de la Milagrosa, La Cena, la Estrella, la Redención,SanBenito, la Sed, el Baratillo, las Siete Palabras, los Negritos, la Esperanza de Triana, el Gran Poder, La O, el Cachorro y la Trinidad. 

martes, 22 de mayo de 2018

Monumento a la Evolución.




En el interior del recinto hospitalario Virgen Macarena, nos encontramos con este monumento forjado en bronce en una fundición de Camas, tal como indica una de las inscripciones a los pies del monumento, y realizado por el escultor y profesor en la Facultad de Bella Artes Jaime Gil Arévalo.
El monumento lleva el sugestivo título de "Monumento a la Evolución".

Para los que no conozcan la obra de Jaime Gil Arévalo, una pincelada les puede indicar su categoría. El Monumento al Toreo de la rotonda de Camas es obra suya, así como el Monumento a la Constitución de Dos Hermanas. Fue autor de exposiciones como "Las puertas del Infierno" que tanta repercusión tuvo en el mundo artístico, además de ser supervisor de los trabajos de restauración del Giraldillo.












lunes, 21 de mayo de 2018

La mano de Fátima en Sevilla.




Es muy común en los antiguos edificios del centro de nuestra ciudad encontrarse con aldabas en sus puertas como las que vemos en la foto. Se trata de la llamada Mano de Fátima, aunque también es conocida por su acepción árabe, jamsa.

Se trata de una mano de rasgos finos, con anillo o sin él, que sostiene lánguidamente un fruto, como si fuese a dejarlo caer en la mano que se dispone a llamar a la puerta. La simplificación de esta aldaba convirtió el fruto en una sencilla esfera. La mano metálica parece por tanto una mano amable, que al menos teóricamente avisa de la actitud acogedora de los moradores de la casa.

Pero hay quien confiere este uso al símbolo de la cultura popular árabe y judía sefardí, tratándose así de la mano de Fátima o jamsa, que significa “cinco”, en referencia a los cinco dedos de la mano, que representan los cinco pilares de la religión musulmana (la shahada o profesión de fe (شهادة [šahāda], la oración o azalá (صلاة [ṣalāt] cinco veces al día, la limosna o azaque (زَكاة [zakāt], el ayuno o sawm (صَوْم [ṣawm]) en el sagrado mes de Ramadán, y la peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida).

Se explica su uso por la protección basada en la leyenda en la que se cuenta que estando Fátima, (la hija del profeta Muhammad) en su casa preparando la cena para su marido Alí, llegó éste con su segunda mujer inesperadamente, Fátima se sorprendió tanto que, dejó caer la mano en una olla de aceite hirviendo (dicen que se sintió celosa). Como consecuencia quedó lisiada de por vida y su padre escogió el símbolo de su mano para inmortalizar aquel suceso.

Es curioso que, en su origen, las casas musulmanas ponían dos aldabas diferentes en la puerta de la casa, una como la que vemos en la foto, a la izquierda de la puerta, que tocaban las mujeres cuando querían acceder al interior del edificio; y otra a la derecha, con forma fálica, para que la utilizaran los hombres. Los sonidos de ambas eran diferentes y se sabía cuando quería acceder un hombre o una mujer y, en función de esto, acudía un hombre o una mujer a abrir la puerta.

domingo, 20 de mayo de 2018

La bomba de la calle Mosqueta.




Cuando paseamos por la calle San Esteban en dirección al centro de la ciudad y alcanzamos la esquina de la calle Mosqueta nos encontramos con un insólito elemento encajado en la pared color albero de la fachada de ésta última.

De material metálico, ya oxidada por el tiempo, y suponemos que sin carga peligrosa, una bomba del siglo XIX (bala de cañón para ser más exacto) permanece a la vista de todos en recuerdo de una batalla reflejada en los anales de la historia como una brillante defensa de nuestra ciudad, se trata del bombardeo de Sevilla de 1843.


El General Espartero era un tipo de esos de quienes suele decirse que están curtidos en mil batallas, con especial predilección por la estopa contra los carlistas en el norte. Tanto se le agradecieron sus servicios, y tanto se los agradeció él a sí mismo, que acabó convirtiendo en una dictadura su cargo de regente durante la minoría de edad de Isabel II.

Reacción del respetable: subirse por las paredes. En Sevilla, la noche del 11 de junio, un grupo de ciudadanos desarmados vitoreando a la Constitución, a Isabel II y a las libertades fueron masacrados por la caballería. El Ayuntamiento, incapaz de apaciguar los ánimos, declaró a Sevilla en rebeldía contra el gobierno, «el más injusto y opresor», y organizó la defensa de la ciudad contra la diplomacia de la pólvora. 

Se hicieron obras de fortificación, acopio de armamento y municiones, la creación de dos batallones francos y el aumento de la Milicia Nacional, así como un hospital de campaña en San Telmo, en definitiva, todo lo que podía contribuir a la defensa de la ciudad.

El primero en llegar fue el general Van Halen, quien se entretuvo a bombazos contra Sevilla en una fecha del año 1843 que empezaba a hacerse fatídica: el 18 de julio. Enseguida se le unió Espartero con su división, dedicando toda la jornada del día 24 a convertir en escombros, a base de zambombazos, toda la zona este de la ciudad.

Testimonio de estos hechos es la granada incrustada en el muro de la casa situada en la esquina de la calle Mosqueta con San Esteban. Fueron 606 bombas y 900 balas.

Tras diversas vicisitudes, Espartero fue declarado traidor y huyó al extranjero, mientras que Sevilla, por su heroica defensa y en nombre de Isabel II, recibió el título de Invicta, representado por una corona de laurel. Y todo esto está inscrito en una pared, en esta que ven en las fotos cercana a la Puerta de Carmona.