Todos sabemos que ir caminando por Sevilla es como ir descubriendo tesoros. Edificios, monumentos, rejas, azulejos, placas, retablos, iglesias, torres, plazas, fuentes, rincones ... donde descubrimos algo de nuestra historia, algo de lo que fuimos como ciudad desde tiempo de los tartessos.
También es verdad que muchos de los detalles de nuestra ciudad se nos pasan desapercibidos, bien porque vayamos pensando en nuestras cosas, bien porque estemos en lugares poco iluminados, por que sean sitios estrechos y recónditos o bien por estar a alturas donde la vista normalmente no se fija.
Este es el caso del edificio del día de hoy, el número 19 de la calle mencionada anteriormente, un edificio de vecinos en los que podemos ver las diferentes fases de la luna.
En todos los frisos de los balcones de la primera planta hay un mural de deteriorados azulejos enmarcados por ladrillos vistos y que dan forma al arco de la puerta de dichos balcones.
Dos están situados en la fachada lateral (las dos primeras fotos, luna nueva e inicio del cuarto creciente) y cinco más en la fachada principal (cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante).
Dentro de estos frisos vamos a descubrir cómo la luna, sobre un fondo vidriado de color verde oscuro, mira a los sevillanos pasar bajo su influjo.
Para los más puristas historicistas, le aportaremos un dato fundamental, ¿sabrían decirme qué nombre tenía la Calle Escuelas Pías antes de llamarse así, o sea antes de 1936 que fue el año elegido para darle el cambio en el nomenclátor urbano?.
Lo pueden imaginar, era la Calle Luna que, curiosamente, es una calle paralela a la Calle Sol, una vía que sí mantiene su nombre.