A lo largo y ancho del centro histórico de nuestra ciudad podemos encontrarnos placas de bronce como la de la foto insertadas en el suelo sevillano.
Es una forma de dar importancia a la facilidad como los autores operísticos encontraban en nuestra ciudad lugares, historias y leyendas dignas de contar en una representación cultural y musical de la envergadura de una ópera.
Desde Triana hasta la plaza de San Francisco. Desde el Arenal hasta el barrio de Santa Cruz. Desde la Torre del Oro hasta la Catedral. Desde la Giralda hasta el Guadalquivir. Cualquier lugar de renombre e importancia desde el siglo XVI en adelante ha sido glosado y cantado en las óperas de todo el mundo.
Dicen los entendidos que son más de cien óperas en las que aparece, de una u otra manera, la ciudad de Sevilla, algunas de ellas llevan incluso el nombre hispalense en el título de la misma, como "El barbero de Sevilla" y otras muchas están dedicadas a mitos reales y literarios nacidos en nuestra sociedad (Don Juan, Carmen, Miguel Mañara, María de Padilla o El Rey Don Pedro I).
Sevilla fue un gran escenario de grandes personajes que cautivaron e inspiraron a los grandes autores del Siglo de Oro en sus creaciones más distinguidas.
Fue también un gran escenario con bellos lugares que motivó que la ciudad se convirtiera en punto obligado de visita en la hoja de ruta de los viajeros más relevantes.
Y como no, fue también un gran escenario con grandes mitos para que los autores más importantes, de cuyas manos surgieron las obras operísticas más conocidas, se inspiraran en Sevilla y sus costumbres.