Los himnos son cantos de alabanza a Dios o a los santos. El pueblo ha recordado siempre las obras salvadoras de Dios con canto e himnos.
En la liturgia de la Iglesia católica, entre la multitud de himnos que han pasado a formar parte de las acciones litúrgicas, hay algunos, especialmente en las celebraciones eucarísticas, que han arraigado más profundamente, ya sea por su belleza literaria, por la riqueza y profundidad de sus conceptos teológicos, o por la inspiración y popularidad de las melodías con que se ejecutan.
Algunos han desafiado el paso del tiempo y siguen solemnizando las exposiciones del Santísimo Sacramento del altar y la procesiones y bendiciones eucarísticas.
La simple lectura reposada de estos himnos ante el Santísimo produce en el alma del creyente emociones de alabanza, adoración y gratitud por el don inmenso de la Eucaristía.
Y no hay mejor lugar en Sevilla para solemnidades que la Iglesia del Sagrario, obra barroca adjunta a la Catedral Metropolitana.
A los pies de la iglesia, a una considerable altura, tenemos el relieve que vemos en la foto. En él se muestra a la Fe (si se fijan bien es casi idéntica a otra estatua que representa la Fe, el Giraldillo) sentada en su trono, posando su pie derecho sobre el orbe terráqueo y rodeado de ángeles y santos.
El texto "Quod non capis, quod non vides animosa firmat fides" (Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua) corresponde a unos versos del himno "Lauda, Sion, Salvatorem" (Alaba, Sión, al Salvador).
Esta obra, conocida por "Alegoría de la Fe" fue realizada por Pedro de Borja.