Junto a la Alameda de Hércules se construyó en el año 1879 el poco conocido Pasaje de González de Quijano. En el citado año se creó el pasaje y se edificaron algunos edificios sobre unos terrenos desamortizados al entonces Convento de Belén situado en este lugar.
El Pasaje significó en su momento un signo de modernidad de la ciudad, por lo que ya tiene cierto aire de reliquia que nos ayuda a entender cómo ha de funcionar una ciudad en un momento histórico determinado.
Actualmente es un pasaje tranquilo, silencioso y con tránsito preponderantemente peatonal.