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domingo, 14 de enero de 2024

La calle Golfo.

 


En el centro de nuestra ciudad hay una calle, callejón o barreduela poco conocida y poco transitada. La razón no es otro sino que es una calle sin salida que tiene su entrada por la calle Perez Galdós, cercana a la Plaza de la Alfalfa. Lleva el llamativo nombre de "Calle Golfo".

Si nos vamos al Diccionario de la Lengua Española, entre otros, nos salen dos acepciones de la palabra "golfo":

1.- Gran porción de mar que se interna en la tierra entre dos cabos.
2.- Deshonesto, pillo, sinvergüenza, holgazán.


También para poder entender su nombre tenemos que ir a los documentos históricos que pudieran alumbrarnos sobre la naturaleza de dicho nombre y la razón de dicho nombre. En este caso vamos a la página 402 del tomo I del "Diccionario histórico de los nombres de las calles de Sevilla". En él se lee lo siguiente:

Al menos desde el s. XV (1465) era conocida como calle de la Ollería, por la presencia en ella de fabricantes o vendedores de recipientes de barro, y conserva esta denominación hasta mediados del XVIII; en 1845 se alude a ella como calle del Ganso (o Ganzo), fecha en la que este nombre desaparece al quedar incorporada en Peladero (ahora Pérez Galdós); en 1869 recibe el nombre arbitrario de Golfo, quizás por la forma de la barreduela.

Las referencias históricas de los siglos XV y XVI indican que esta barreduela formaba una calle en ángulo recto con la actual Empecinado, que comunicaba la Alcaicería de la Seda con el Peladero; en un documento del s. XVIII se alude de forma vaga a una callejuela de la Alcaicería, "que en lo antiguo salía del Peladero y luego se cerro" y desde los primeros planos conservados (1771) presenta una planta similar a la que hoy ofrece, estrecha en su arranque y abriéndose al fondo. 

Posee pavimento de losetas estriadas rojizas y varios escalones marcan el desnivel existente entre ésta y Pérez Galdós. Se ilumina con farolas sobre brazos de fundición adosados a las fachadas, y a la entrada hay un marmolillo de piedra en el que se ha grabado el nombre de la calle. 

En la última década, en el solar del antiguo corral que se encontraba en el fondo ha sido construido un conjunto de viviendas de tres plantas y fachada de ladrillo visto, que ha dejado libre parte de la parcela, urbanizada a modo de placita con pavimento enchinado y varios naranjos en alcorques. Ese edificio moderno contrasta con los demás, del siglo pasado, bastante descuidados y algunos de ellos abandonados; esquina a Pérez Galdós se levantan sendos edificios de pisos de cuatro plantas que acentúan la estrechez de la barreduela. Posee una función eminentemente residencial, salvo un pequeño taller de carpintería, un almacén de tejidos en el bajo del nuevo edificio y un bar que ocupa con sus veladores el fondo de la barreduela y a veces la placita particular con las consiguientes quejas de sus vecinos.


La apariencia que tiene ahora es la que pueden ver en las fotos. Ya no hay farolas sobre brazos ni existen escalones para acceder a la calle Pérez Galdós. Lo que sí sigue siendo es un callejón residencial en el que podemos ver un patio empedrado con alcorques de naranjos. Lo del nombre de la calle, a pesar de la explicación que puede darnos el Diccionario histórico de calles, no sabemos si es la verdadera explicación. Ojalá algún amable lector pueda iluminarnos refrendando esta teoría o exponiendo otra con visos de credibilidad.