En la calle Cuna, sobre la fachada del establecimiento Galerías Madrid, nos encontramos con este mármol que recuerda a unos de los establecimientos más conocidos de la historia oscura de nuestra ciudad: el "Hospicio para recogidos de Niños Expósitos".
El hospicio se encontraba entre los números 13 y 17 de la antigua calle Arqueros, en 1248, o calle Carpinteros o Carpintería, en 1384. Allí era donde se recogían a los huérfanos de Sevilla o “niños incómodos” por ser fruto de una relación prohibida. Era la “Casa Cuna” de Sevilla, el antiguo “Hospicio para Recogidos de Niños Expósitos” con la advocación de San José y fundada en el año 1558 por el arzobispo Fernando Valdés. Fue en el año 1627 cuando se trasladó a este punto de Sevilla en la hoy calle Cuna, que recibe su nombre del citado hospicio.
Nada más entrar una leyenda daba la “bienvenida”:
“Porque mi padre y mi madre
me desampararon,
el Señor me recogió”.
En torno a este edificio encontramos en el “Manual para viajeros por Andalucía”, de Richard Ford, de 1830, una referencia muy tenebrosa, sobrecogedora:
"La cuna de Sevilla fue fundada por el clero de la Catedral y la administran doce directores, seis civiles, y seis canónigos, pocos lo frecuentan o le prestan ayuda, excepto aportando residentes... Un postigo, el torno, está practicado en la pared, y se abre con solo tocarlo, para recibir a los inocentes hijos del pecado; y una vigilante vela la noche entera para coger a los abandonados por padres que ocultan su culpa en la oscuridad... Algunos de los recién nacidos están ya moribundos y los traen aquí para evitarse el gasto del funeral, otros están casi desnudos, mientras que algunos aparecen bien provistos de ropas y cosas necesarias. Estos últimos son retoños de las clases altas y el motivo es ocultarlos temporalmente. En estos casos van también con ellos las cartas más emocionantes, pidiendo a los encargados que tengan más cuidado del normal con un niño que, sin duda, será reclamado en su día...
Todos los detalles correspondientes a cada niño expósito se apuntan en un libro, triste registro del delito y del remordimiento humano. Los niños que luego son reclamados pagan dos reales por cada día que el hospital les ha mantenido...
A menos que vaya un nombre con el niño, éste es bautizado con el que le da la directora y que suele ser el del santo del día de su llegada. El número de esos niños es muy grande y aumenta rápidamente con la creciente pobreza, mientras que el dinero destinado a sustentarles disminuye por la misma razón...”
El edificio constaba de dos patios y varias salas de uso común, así como de múltiples habitaciones destinadas a los niños y niñas acogidos. Acogió a cientos de niños y niñas que habían sido abandonados por sus padres o que se encontraban en situación de desamparo. Los pequeños eran cuidados por religiosas y por personal contratado por la institución, que se encargaba de su educación y formación.
Con posterioridad el edificio cesó en sus funciones en este emplazamiento y cedió su lugar a la “Casa Cuna” junto al Parque Miraflores, hoy sede de la Fundación San Telmo, edificio de 1914 de Antonio Gómez Millán de estilo regionalista con ladrillos y azulejos.