Mientras el cochero espera a su clientela, a estas horas de la tarde, adormece sus sentidos y se echa una siestecita que no le viene mal para soportar los calores de esta primavera.
Y el sitio no podría ser más inadecuado, por un lado junto a una señal de tráfico con la prohibición de aparcar, y por otro con una pantalla informadora de las plazas libres de aparcamiento en los parkings cercanos.
Pero bueno, los coches de caballos de esta ciudad, como no podría ser de otra forma, tienen ciertas bulas para realizar su trabajo lo más cercano a los lugares de visitas turísticas de Sevilla. Es condición sine qua non para poder sacarse unas monedas que llevar a casa.