1. Libro de la Felicidad.
Biblioteca Nacional de Francia.
En la segunda mitad del siglo XVI el imperio Otomano era el más extenso y poderoso: sus dominios se extendían desde Budapest a Bagdad, desde Omán y Túnez a la Meca y Medina, cerca del Mar Rojo; e incluía ciudades de la importancia de Damasco, Alejandría o El Cairo. Los turcos estaban a las puertas de Viena y controlaban la Ruta de la Seda, el Mar Negro y la mitad oriental del Mediterráneo.
El sultán, con su corte y su harén, gobernaba el imperio desde Constantinopla, donde arquitectos, pintores, calígrafos, joyeros, ceramistas, poetas, etc. trabajaban a su servicio. Sultanes como Süleyman I el Magnífico o su nieto Murad III, cultos y sibaritas, se convierten en los grandes mecenas del arte y responsables del espectacular desarrollo de los talleres del Serrallo, que crearon un arte otomano original que se desprendió de la influencia persa todavía presente en el siglo XV.
Traducido de un original escrito en árabe por orden del propio sultán, el Libro de la Felicidad contiene una detallada descripción de las características de los nacidos bajo cada uno de los doce signos del zodíaco, una serie de pinturas representando distintas situaciones del ser humano según la conjunción de los planetas, unas tablas de concordancia fisonómicas, tablas para la correcta interpretación de los sueños, y un enigmático tratado de adivinación con el que cada cual puede pronosticar su suerte.
Traducido de un original escrito en árabe por orden del propio sultán, el Libro de la Felicidad contiene una detallada descripción de las características de los nacidos bajo cada uno de los doce signos del zodíaco, una serie de pinturas representando distintas situaciones del ser humano según la conjunción de los planetas, unas tablas de concordancia fisonómicas, tablas para la correcta interpretación de los sueños, y un enigmático tratado de adivinación con el que cada cual puede pronosticar su suerte.
2. Libro del Tesoro.
Biblioteca Nacional de Rusia, San Petersburgo.
Obra enciclopédica de Brunetto Latini (alrededor de 1230-1294), hombre político florentino, poeta, historiador y filósofo, maestro y amigo de Dante. Escrito en Francia, en francés, durante el exilio del autor (1260-1267).
Obra enciclopédica de Brunetto Latini (alrededor de 1230-1294), hombre político florentino, poeta, historiador y filósofo, maestro y amigo de Dante. Escrito en Francia, en francés, durante el exilio del autor (1260-1267).
Se compone de tres libros: el primero comienza con la historia bíblica, la historia de Troya, Roma y la del Medievo, seguidas de una historia natural donde se recopila una extensa información sobre astronomía y geografía. También trata en detalle algunas especies de animales y pájaros. El segundo libro versa sobre ética: recoge pensamientos de moralistas, clásicos y modernos, y estudia los vicios y virtudes propios de los hombres. El tercer libro, y la parte más original de esta obra, trata de cuestiones relacionadas con la política y el arte de gobernar que, según el autor, es la más importante y la más noble de todas las ciencias.
3. Splendor Solis.
British Library, Londres.
El Splendor Solis, conservado en la British Library de Londres, es el más bello tratado de alquimia jamás creado.
Realizado en 1582, este códice encierra verdaderas maravillas entre sus ilustraciones, cuya fantasía y poder lírico sobrecogen incluso a los no versados en la disciplina.
Este tratado, espléndidamente ilustrado, fue hasta hace poco falsamente atribuido a Salomón Trismosin, posiblemente pseudónimo de Ulrich Poysel, maestro del mítico Paracelso. En él se exponen claves de la cábala, astrología y simbolismo alquímico a lo largo de 22 folios ilustrados a toda página, de gran riqueza cromática y una casi barroca profusión de detalles.
4. Libro de los Testamentos.
Catedral de Oviedo.
Considerado unánimemente el códice más bello del siglo XII, el Libro de los Testamentos ofrece un múltiple interés documental, artístico, histórico, social, crítico e informativo de la vida medieval, junto a otros muchos aspectos que lo hacen una obra realmente maestra, imprescindible para comprender la génesis de España.
Se desconoce el nombre del miniaturista, Maestro del Libro de los Testamentos, pero su personalidad artística es de tal magnitud que su obra, de composición y técnica originalísimas, queda aislada por un aire inconfundible sin precedentes.
Se desconoce el nombre del miniaturista, Maestro del Libro de los Testamentos, pero su personalidad artística es de tal magnitud que su obra, de composición y técnica originalísimas, queda aislada por un aire inconfundible sin precedentes.
5. El Libro del Caballero Zifar.
Biblioteca Nacional de Francia, París.
El facsímil del Libro del caballero Zifar, la primera novela escrita en castellano. Acercarse a esta obra nos puede hacer reflexionar largamente sobre lo que era en realidad leer una obra en la Edad Media, sobre cómo una simple novela de aventuras podía convertirse en un manual educativo, o cómo algunos manuscritos pueden convertirse en tesoros.
El Libro del caballero Zifar narra la historia de este y su familia desde que, agobiados por sus desgracias, abandonan el reino de Tarta. En su viaje en pos de un futuro mejor para él y los suyos, Dios lo pondrá a prueba repetidas veces: deberá demostrar que es el mejor caudillo cuando, al frente del ejército de Galapia, se enfrente al del Conde de Éfeso, y no deberá desesperarse cuando, tras esa campaña militar, se separe de sus hijos, Garfín y Roboán, y su esposa, Grima. Los primeros se pierden, y la segunda es raptada por unos piratas. Zifar, sin embargo, aceptará sus desgracias con cristiana resignación.
El facsímil del Libro del caballero Zifar, la primera novela escrita en castellano. Acercarse a esta obra nos puede hacer reflexionar largamente sobre lo que era en realidad leer una obra en la Edad Media, sobre cómo una simple novela de aventuras podía convertirse en un manual educativo, o cómo algunos manuscritos pueden convertirse en tesoros.
El Libro del caballero Zifar narra la historia de este y su familia desde que, agobiados por sus desgracias, abandonan el reino de Tarta. En su viaje en pos de un futuro mejor para él y los suyos, Dios lo pondrá a prueba repetidas veces: deberá demostrar que es el mejor caudillo cuando, al frente del ejército de Galapia, se enfrente al del Conde de Éfeso, y no deberá desesperarse cuando, tras esa campaña militar, se separe de sus hijos, Garfín y Roboán, y su esposa, Grima. Los primeros se pierden, y la segunda es raptada por unos piratas. Zifar, sin embargo, aceptará sus desgracias con cristiana resignación.
Acompañado de un villano ingenioso, se dirigirá al reino de Mentón, que está en guerra contra sus invasores, y tan buenas dotes de general mostrará ante todos que derrotará al enemigo y llegará a ser rey. Entonces reaparecerán su esposa y sus hijos, perdidos hacía muchos años. Dios ha puesto su linaje a prueba, y todos la han superado con creces demostrando ser buenos cristianos.
Sin embargo, cuando todo parece que va a acabar, empieza una nueva parte del relato. El hijo pequeño, Roboán, no se conforma con ser el segundón, así que pide permiso a su padre para, como él, buscar nuevas oportunidades en otros lugares del mundo. Zifar se lo concede, pero antes habla largamente con sus hijos, dándoles una completa guía de cuál debe ser su comportamiento en el mundo: cómo deben tratar a los demás y defender a la Iglesia, cómo han de impartir justicia o cómo deben vigilar la administración de sus posesiones. Acabado este largo intermedio didáctico, Roboán se lanza a la aventura, y tan bien aplicará las enseñanzas de su padre que llegará a ser emperador de Tigrida. Solo entonces accederá a casarse con la reina Seringa, que le había ofrecido un reino como el de su padre.
*Información tomada de http://www.moleiro.com/es/