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lunes, 21 de mayo de 2018

La mano de Fátima en Sevilla.




Es muy común en los antiguos edificios del centro de nuestra ciudad encontrarse con aldabas en sus puertas como las que vemos en la foto. Se trata de la llamada Mano de Fátima, aunque también es conocida por su acepción árabe, jamsa.

Se trata de una mano de rasgos finos, con anillo o sin él, que sostiene lánguidamente un fruto, como si fuese a dejarlo caer en la mano que se dispone a llamar a la puerta. La simplificación de esta aldaba convirtió el fruto en una sencilla esfera. La mano metálica parece por tanto una mano amable, que al menos teóricamente avisa de la actitud acogedora de los moradores de la casa.

Pero hay quien confiere este uso al símbolo de la cultura popular árabe y judía sefardí, tratándose así de la mano de Fátima o jamsa, que significa “cinco”, en referencia a los cinco dedos de la mano, que representan los cinco pilares de la religión musulmana (la shahada o profesión de fe (شهادة [šahāda], la oración o azalá (صلاة [ṣalāt] cinco veces al día, la limosna o azaque (زَكاة [zakāt], el ayuno o sawm (صَوْم [ṣawm]) en el sagrado mes de Ramadán, y la peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida).

Se explica su uso por la protección basada en la leyenda en la que se cuenta que estando Fátima, (la hija del profeta Muhammad) en su casa preparando la cena para su marido Alí, llegó éste con su segunda mujer inesperadamente, Fátima se sorprendió tanto que, dejó caer la mano en una olla de aceite hirviendo (dicen que se sintió celosa). Como consecuencia quedó lisiada de por vida y su padre escogió el símbolo de su mano para inmortalizar aquel suceso.

Es curioso que, en su origen, las casas musulmanas ponían dos aldabas diferentes en la puerta de la casa, una como la que vemos en la foto, a la izquierda de la puerta, que tocaban las mujeres cuando querían acceder al interior del edificio; y otra a la derecha, con forma fálica, para que la utilizaran los hombres. Los sonidos de ambas eran diferentes y se sabía cuando quería acceder un hombre o una mujer y, en función de esto, acudía un hombre o una mujer a abrir la puerta.