En plena judería sevillana, a mitad de la calle San José podemos encontrarnos con la puerta principal del Convento de Madre de Dios, convento que tiene el honor de que la Reina Católica ayudara a su fundación.
El convento pertenece a la orden de los Dominicos.
El conjunto escultórico que enmarca la puerta, de finales del siglo XVI y realizado por Juan de Oviedo, está coronado por un relieve de Dios Eterno. Bajo su figura encontramos a la Virgen entregando el Rosario a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden dominica.
Curiosamente, a los pies del santo, nos encontramos con la imagen de un perro que nos mira mientras mantiene una linterna en su boca.
Cuenta la leyenda que este perro recuerda a un sueño que tuvo la señora Juana de Aza, a la sazón madre de Santo Domingo, en el que vio a un perro caminando con un linterna de luz apretada entre los dientes de su boca.
La interpretación religiosa vino después. Se pensó que dicho sueño nos enseñaba la luz que iluminaba las palabras y hechos del fundador de la orden.