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viernes, 11 de septiembre de 2020

La casa número 10 de la calle Ruiseñor.

 

En pleno corazón de Triana nos encontramos con una calle con historia, con historia y algo más... Es una calle que une San Jacinto con Justino Matute y que, en su recorrido, tiene salidas a las calle Leiría y Jacinta Martos a las que se une en su tramo más ancho.

Así es, porque la calle a la que nos referimos, además de tener nombre de ave lírica, su longitud en forma de L distingue un tramo angosto (pegado a San Jacinto) y otro más generoso en facilitar el paso. Nos estamos refiriendo a la calle Ruiseñor.

Decíamos que esta era una calle con historia porque a lo largo de sus días ha tenido varios nombres, a veces dividida en dos calles (la parte más estrecha llamada calle del Duende y la parte más ancha llamada calle de las Rosas), a veces con un único nombre (calle del Duende) aunque en este último caso se une la historia y la leyenda acerca de un oficial del ejército francés que se escondió en una de sus casas durante la Guerra de la Independencia. 

También existió un intento de cambiar el nombre de la calle en 1918 y rotularla como calle de Gracia Fernández Palacios, nombre de la persona que en su día donó la corona que porta la imagen del Niño Jesús que lleva en sus brazos la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad de la ciudad.

Pero justo en el vértice de esa L que les comentaba anteriormente se encuentra el edificio que les muestro hoy y que me llamó la atención por varias razones. 


La primera es por su belleza, con rasgos claros del estilo ecléctico (con trazos regionalistas y trazos más modernistas) que creó escuela en Sevilla a principios del siglo XX y que el arquitecto D. Francisco Pérez Bergali plasmó ya avanzado el siglo XX en 1948. Además acompaña al edificio en su estética el hecho de que la propia calle esté adoquinada y disponga una iluminación nocturna a través de farolas de fundición al estilo del pasado siglo.

En segundo lugar, me llamó la atención el retablo cerámico que preside la fachada principal, retablo enmarcado por una hornacina de ladrillo visto. Se trata de una representación de "La Virgen y el niño".


El retablo cerámico está fechado en 1920 por lo que se sobreentiende que dicho retablo fue traído de otro lugar ya que la construcción del edificio, como ya dijimos, fue en 1948.

Su arquitecto fue D. Francisco Pérez Bengali, nacido en 1898 y colaborador en el estudio de arquitectura de D. José Gómez Millán. Su reconocida labor le llevó a ocupar el puesto de arquitecto municipal entre 1929 y 1944. Falleció en 1973.

Como curiosidad en su vida podemos contar que D. Francisco era el Hermano Mayor de la Hermandad de la O cuando el paso de palio de Nuestra Señora de la O fue atropellada por un tranvía el 23 de abril de 1943.