Existen en Sevilla todavía corralones antiguos que pasan desapercibidos para muchos de nosotros. En el número 4 de la Plaza del Pelícano (en el centro del triángulo que forman la Iglesia de san Marcos, la de San Julián y la de Santa Lucía) se abre un portalón metálico de grandes dimensiones que dan paso a unos callejones adoquinados y limpios que nos conducen entre puertas de naves, unas abiertas y otras no, donde trabajan desde mecánicos de coches hasta artesanos de la madera.
Es un lugar semidesconocido en el que nos podemos encontrar artesanos que trabajan en su pequeño taller reparando o fabricando maderas, hierros o yesos, artistas que pintan, esculpen o tallan y algún que otro grupo de artista de la música que utiliza estas naves para sus ensayos.