Ayer, en una tarde esperada en la Semana Santa de este año, las puertas de la Iglesia de San Martín se abrieron para mostrar al pueblo el misterio de Señor de la Sagrada Lanzada.
A la dificultad de la salida del paso por la estrechez de la puerta de la epístola se le contrapuso la valentía y el valor de los costaleros a las órdenes de Ismael Vargas. Cuando ya estuvo en la calle, y se izó la cruz del Señor, pudimos ver toda la expresión de dolor por la muerte de Cristo en las miradas de Magdalena, María Salomé y María Cleofás.
El soldado romano que sostiene la Santa Lanza sobre un brioso caballo es Longinos, que después fue conocido por San Longinos o Longino de Cesarea.
El soldado no tiene nombre en los evangelios que relatan el hecho, pero suele identificarse con el centurión que, ante la muerte de Jesús, exclamara: “En verdad este era el Hijo de Dios”.
Yesterday, during a hot evening very waited in the Holy Week from this year, the doors of the Church of St Martin were opened to show to the people the Lord's of the Sacred Lance mystery .
To the difficulty of the exit of the altarpiece along the narrowness of the door of the epistle it was opposed the valor and the value of the costaleros (people who move the altarpiece) and the Ismael Vargas's orders.
When it was in the street, and the cross of the Lord was hoisted, we could see the whole expression of pain for Christ's death in the faces of Magdalena, Maria Salome and Maria Cleofas.
The Roman soldier who supports the Holy Lance on a dashing horse is Longinos, which later was known by San Longinos or Longino of Caesarean.
The soldier does not have name in the gospels that report the fact, but it is in the habit of being identified by the centurion that, before Jesus' death, was exclaiming: "Really he was the Son of God".