Ayer fue el primer domingo de mes, en este caso del mes de junio. Y como es tradición, las Hermanas del Convento del Espíritu Santo muestran al Niño Milagroso, la figura religiosa de mayor devoción de todas las que se conservan en el convento y en la iglesia y a la que se encomiendan los parroquianos y muchos otros sevillanos.
Una leyenda habla que fue llevada por un desconocido, quien un día arribó al trono monacal y pidió el favor a una monja que le guardase un paquete que llevaba consigo, que reclamaría luego. La hermana lo guardó sin cuestionar.
Los días pasaron, hasta completar un año, y el dueño del misterioso paquete nunca regresó. Las superioras del convento tomaron la decisión de no esperar más y descubrir que había en el interior de la caja.
Dentro se hallaba una hermosa imagen del Niño Jesús que llevaba en su mano izquierda una Cruz y en la derecha un silbato en forma de pez. Las monjas de inmediato lo acogieron en la comunidad, y le dieron por nombre «El Niño Esposo». Incluso le confeccionaron varias ropas, entre ellas una de fraile.
Pese a que la imagen permanecía en el convento, comenzó a ser conocida por los fieles, quienes empezaron a recibir múltiples gracias del Divino Niño. Tales eran sus milagros, que dejó de llamarse "Esposo", pasando a ser el "Niño Jesús Milagroso".
De Él recibió revelaciones la Madre Juana de la Cruz Lozano y Soria, quien era religiosa del Monasterio y mística. De acuerdo con las crónicas del convento, el Niño Jesús le pidió que se le colocase en su mano izquierda una campanita como símbolo de las llamadas interiores que Él hacía a las almas.
Llama la atención que el joyero, sin que las monjas le indicaran, grabó en la campana una rosa y una Cruz, tal como el Divino Infante lo había solicitado; y varios devotos han admitido haber escuchado el toque de la campana una vez se realizaba un milagro.