viernes, 19 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (8): el Coro.




A los pies del templo y situado junto a la puerta de acceso al mismo, nos encontramos con un sotocoro con algunos lienzos de interés y un confesionario donde solicitar el perdón divino.


Lo que nos llama inmediatamente la atención es un gran altar sobre el muro del evangelio dedicado a la Virgen con el Niño consolando a las Ánimas del Purgatorio que se atribuye a Antonio Gutiérrez Rodríguez y fue realizado en 1930.

Al fondo nos encontramos con La Crucifixión de San Pedro. Sobre el muro de la epístola, dos lienzos ovalados que describen escenas de la vida de San Felipe Neri.



jueves, 18 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (7): Retablos del Muro de la Epístola.




En el muro de la epístola nos encontramos cuatro retablos, el último de ellos, el de San Felipe Neri, está situado en el crucero del templo.


Comenzando desde los pies de la iglesia, los retablos son los siguientes:


1.- San Francisco de Sales.

Retablo neoclásico con San Francisco de Sales en el centro. Arriba, en el ático, tenemos un lienzo de Nuestra Señora de la Soledad.




2.- Nuestra Señora del Socorro.

La Virgen del Perpetuo Socorro está representada en un lienzo gótico-bizantino. Como ya vimos, está doblemente representado en el templo: en este retablo y en el ático del retablo abierto de la fachada del templo dedicado a la Virgen del Carmen.


A sus pies se pueden ver dos reclinatorios tapizados en rojo. Ambos lados del retablo, sobre las paredes contiguas tenemos dos lienzos, uno de ellos dedicado a San Felipe Neri y otro a San Millán de la Cogolla.

En ambos podemos leer un texto donde se explica la indigencia recibida por rezar a ambos santos. No existe diferencia si rezas a San Felipe Neri (te conceden cien días de indulgencias) o si lo haces a San Millán de la Cogolla (también cien días). Lo que no sabemos es si le rezas a ambos te conceden ambas indulgencias.










3.- Retablo del Nacimiento.

El retablo del Nacimiento es del siglo XVIII. el centro lo ocupa la escena del nacimiento con los padres y el niño. A ambos lados se encuentran los abuelos, San Joaquín, obra del siglo XVIII, y Santa Ana, obra de Francisco de Ocampo del siglo XVII.




4.- San Felipe Neri, en el transepto de la iglesia.

El retablo de San Felipe Neri es de estilo neoclásico. La imagen del titular fue realizada por Pedro Roldán y está representado con un relicario en el pecho. A ambos lados se encuentran las imágenes de San Pedro y San Pablo. Arriba, en el ático tenemos una pintura de Virgilio Mattoni que representa el calvario.


miércoles, 17 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (6): Retablos del muro del Evangelio.




El muro del evangelio tiene adosados cinco retablos menores, el último de ellos vistos desde los pies de la iglesia corresponde a la Virgen de la Valvanera y está situado en el crucero del templo.

Por orden de situación, los cinco retablos son los siguientes:


1.- Santa Teresa de Lissieux.

Santa Teresita, la santa francesa es la titular de este retablo neoclásico.




2.- San Antonio de Padua.

Es un retablo de estilo neoclásico con la imagen de San Antonio en el centro, estatua que está rodeada de cuadros de lienzos de los cuatro evangelistas, obra de Juan del Castillo en el siglo XVII. También pintó el lienzo del ático, La Coronación de la Virgen.




3.- Sagrado Corazón de Jesús.

Retablo de estilo neobarroco con una imagen más moderna de Jesús.




4.- San José.

Retablo neoclásico con la imagen del santo en el centro, la imagen de San Juan Bautista en el ático y la Virgen del Pilar debajo de San José.




5.- Virgen de la Valvanera, en el transepto de la iglesia.

La Virgen de la Valvanera está acompañada por la imagen del Beato Antonio Grassi y del Beato Juan de Ávila. En el ático también podemos ver dos esculturas más pequeñas de santos carmelitas flanqueando una pintura de la Aparición de la Virgen a San Bernardo.

martes, 16 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (5): Cúpula y pechinas.




Sobre el crucero de la iglesia podemos ver una cúpula elíptica sobre cuatro rechinas y calada por ocho óculos de luz. La escena central de la cúpula, como se puede ver en la foto, representa El éxtasis de Santa Teresa y rodeando a dicha escena podemos ver algunas que representas momentos de la vida de San Felipe Neri. Las cuatro pechinas reflejan la imagen de cuatro santos filipenses.



























lunes, 15 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (4): Retablo Mayor.




El retablo mayor del Oratorio de San Felipe Neri es una obra de estilo neoclásico, realizado poco después de la invasión francesa de la ciudad y sustituyó a otro antiguo de inspiración barroca. En el centro del mismo podemos ver un camarín con un crucificado copia del Cristo de la Clemencia de Martínez Montañés nacida de las manos de Ángel Iglesias en 1791. A sus pies nos encontramos con una dolorosa del siglo XVIII, posiblemente la antigua titular de la Hermandad de la Vera Cruz, que residió en el templo tras el derribo del Convento de San Francisco.


Pocos meses antes de consagrar la iglesia el 2 de julio de 1711 por el Iltmo. Sr. D. Pedro Francisco Levanto, Obispo Auxiliar de Sevilla,  el Padre Juan Redeño, a la sazón Prepósito de la Congregación, y el "maestro arquitecto" Jerónimo Balbás, habían concertado el ensamblaje del retablo mayor de este templo oratoriano por 26.000 reales de vellón; pero su realización hubo de paralizarse, en vista de la subida de precio que por entonces experimentó la madera. El contrato, pues, sufrió un reajuste en su cuantía definitiva, cifrándose en un incremento de 8000 reales.

Fue entonces, el 1 de febrero de 1711, cuando se otorgó escritura pública en la que el maestro escultor Pedro Duque Cornejo aparecía ya como fiador de Balbás y como autor del programa escultórico del citado retablo. Esta colaboración laboral entre Balbás y Duque Cornejo obtuvo un inmejorable resultado visual y plástico, como fruto de la sintonía conceptual y estética de signo tardobarroco que mostraron ambos artistas. Ello había quedado refrendado en anteriores empresas comunes de considerable empeño, caso del colosal retablo mayor del Sagrario catedralicio (1705-1709) o el de la Capilla Sacramental de la parroquia de San Isidoro (1706-1708).

Duque Cornejo fue el artífice de todas las estatuas del altar mayor de San Felipe Neri, a excepción de la Virgen de los Dolores. Esta espléndida Dolorosa de candelero para vestir, arrodillada y con las manos entrelazadas, presidía dicho retablo como titular del templo. Esta obra debe vincularse a la gubia de algún miembro del taller Roldán, quien debió realizarla entre 1699 y 1715. En 1830, este retablo de Balbás y Duque Cornejo se trasladó al presbiterio del convento franciscano de San Antonio de Padua, que carecía de altar mayor desde la Invasión francesa. 

No obstante, los filipenses conservaron de aquél un total de ocho esculturas, que se dispusieron en el nuevo retablo mayor neoclásico de orden corintio, labrado por Juan de Astorga en 1829: la mariana en el diáfano camarín del cuerpo principal; en el ático, la de San Felipe Neri entre sendas parejas de ángeles, alzada "en globo de nubes, entre ráfagas y dorados rayos"; en los intercolumnios del lado del Evangelio se ubicaron las de San Félix de Nola y Santa María Magdalena, mientras campeaban en el de la Epístola las de San Eusebio.


En los intercolumnios del lado del Evangelio se ubicaron las de San Félix de Nola y Santa María Magdalena, mientras campeaban en el de la Epístola las de San Eusebio y Santa Rosalía; por último, bajo los arcos laterales se exponían las de San Juan y San Valentín, presbíteros. Estos siete santos, según testimonio del filipense Cayetano Fernández, eran "obras del famoso Cornejo, constructor de la célebre sillería de la Catedral de Córdoba". 

Esta máquina lignaria sufrió serios destrozos en 1843, como consecuencia de los bombardeos que infligieron a la ciudad las tropas del general Van-Halen. Por fortuna, las ya citadas efigies de la Dolorosa, San Felipe Neri, Santa María Magdalena y Santa Rosalía, lograron salvarse de tan infausta circunstancia y preservarse hasta nuestros días. 

En 1865, la iglesia de San Felipe Neri fue presa de un voraz incendio; pocos años después, el Ayuntamiento revolucionario de 1868 decretaba la demolición de todo el conjunto oratoriano, siendo los padres filipenses desterrados a Gibraltar. Restablecida en Sevilla la Congregación, en 1875 se hizo cargo del culto de la iglesia de San Alberto, obteniéndola en propiedad el 30 de agosto de 1893 por rescripto pontificio del Papa León XIII. Fue por entonces cuando la Virgen de los Dolores pasó a ocupar el camarín de su altar mayor neoclásico, al tiempo que en los intercolumnios del cuerpo principal se situaron las tallas de Santa María Magdalena en lado del Evangelio y Santa Rosalía en lado de la Epístola. 

La efigie de Santa María Magdalena, de 150 centímetros de alto, muestra en su composición, técnica y estilo mucho de los grafitos que caracterizan la producción de Duque Cornejo. Expresividad y dinamismo se conjugan en esta singular interpretación de la Santa penitente, aún sin alcanzar el grado magistral de la que realizara años después para la Cartuja de Granada.

La Magdalena de San Alberto de los filipenses se muestra erguida, rompiendo la frontalidad de la figura al reposar el pie derecho sobre una roca, con la consiguiente inflexión de la rodilla y el acusado giro del busto hacia la izquierda. La vehemencia de su rostro mortificado, enmarcado por una cabellera de largos mechones que descienden ondulantes, encuentra paridad en los movidos y profundos pliegues de su indumentaria, configurando una silueta de contorno ahusado. Los ojos, hundidos en las cuencas orbitales, se dirigen anhelantes a la desnuda cruz que originalmente portaba en la mano izquierda, al par que la diestra se contrae sobre el pecho, como signo de sincero arrepentimiento. La túnica y el manto están pródigamente estofados en oro con motivos vegetales y florales sobre fondo rojo. 

El arqueamiento de la imagen de Santa Rosalía (mide 1,50 ms. de alto) se produce hacia la derecha, en actitud contrapuesta a la de la Magdalena, pues en este caso se optó por elevar el pie izquierdo. Su composición resulta en general más aplomada, de líneas más abiertas, como producto de no cruzar el manto por el frente de la figura, sino cayendo en cascada por el lado izquierdo, mientras que se recoge en el antebrazo derecho con abundante drapeado. La Santa palermitana, aunque comparte el carácter penitente y eremítico de la anterior, ha sido concebida por Duque Cornejo con menor acento dramático, abrazando una cruz hoy desaparecida. Real-mente suntuoso es el estofado del manto rojo y la túnica de tonalidad verde agua. 


Por su parte, la escultura en madera policromada de San Felipe Neri (mide 1,70 ms. de alto) fue trasladada al convento de Santa Isabel, tras el establecimiento en dicho cenobio de la Congregación de Madres Filipenses Hijas de María Dolorosa, fundada en 1865 por el Padre Francisco Jerónimo García Tejero y la Venerable Madre Dolores Márquez Romero de Onoro. Allí es venerada en un retablo barroco, instalado en el lado del Evangelio del crucero. Duque Cornejo representó la Apoteosis de este Santo florentino, canonizado el 12 de mayo de 1622 junto con los españoles Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Francisco Javier e Isidro Labrador; de ahí que figure arrodillado sobre un cúmulo de nubes, con la cabeza alzada hacia los cielos, y los brazos abiertos describiendo una efectista diagonal. 

Como sacerdote secular viste sotana y manteo negros, cuya aparente monotonía cromática queda eficazmente aliviada por un discreto estofado a base de rayas horizontales y espigadas; dicho manteo cae desplegado por la espalda, recogiéndose en banderola sobre el hombro izquierdo. El apasionado rostro de San Felipe, surcado de arrugas y ennoblecido por una barba corta y cana, parece reflejar su conocido lema "De excelso misit ignem in ossibus meis" ("Del cielo procede el fuego que anida en mis huesos"). 

Estas tres esculturas, que hasta ahora habían pasado prácticamente des-apercibidas para los historiadores del arte, vienen a engrosar el ya de por sí profuso catálogo de Pedro Duque Cornejo (1678-1757). Se encuentran entre las primeras obras conservadas de este artista sevillano, ejecutadas en 1711, cuando tenía 33 años. 

Los filipenses deben añadirse a la nutrida nómina de congregaciones y órdenes religiosas que le hicieron encargos a lo largo de su dilatada trayectoria profesional, caso de los jesuitas, agustinos, hospitalarios de San Juan de Dios o cartujos.

domingo, 14 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (3): la entrada interior.





La puerta de entrada, de madera, tiene dos hojas de gran altura, abriéndoselo en cada una de ella, a su vez, otras tantas puertas de tamaño menor y adecuado al tránsito de los feligreses.

En la parte superior podemos ver una vidriera que refleja la imagen bíblica de Jesís expulsando a los mercaderes del templo. Sobre la imagen, un texto que reza lo siguiente: "Mi casa es casa de oración". 


sábado, 13 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (2): la fachada.




La entrada al templo Oratorio de San Felipe Neri es lateral. De líneas muy sencillas y estilo manierista fue realizada en piedra por Diego López Bueno y se sitúa en ángulo con una antigua capilla abierta dedicada a la Virgen del Carmen.


Sobre el dintel de la puerta de acceso podemos ver una escultura en piedra de San Alberto de Sicilia (titular de la iglesia, también), obra de un discípulo de Martínez Montañés, Alonso Álvarez de Alborrán. De dicha obra falta el ramo de azucenas que portaba en una mano y una diadema de hilo de oro, ya desaparecidas. Se descubren algunas manchas de policromía que se creen posteriores, añadidas en una restauración del siglo XIX.


A un lado de la puerta de entrada podemos ver una retablo cerámico dedicado a San Felipe Neri. Es de grandes dimensiones (150x110 cms) y fue pintado por Fernando Orce Guerrero, poco después de fallecer su padre, Enrique Orce Mármol, utilizando para el marco decorativo el mismo estarcido y decorado que aquel utilizó, poco antes de su fallecimiento, para el retablo del Nuestro Padre Jesús del Prendimiento en Jerez de la Frontera.


Sobre la Capilla de la Virgen del Carmen tenemos otro retablo cerámico dedicado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro realizado en la fábrica de Pedro Navia en la década de los cincuentenaria del siglo pasado. Este retablo ocupa el lugar que albergó uno de los antiguos retablos de culto callejeros, el de la Virgen de la Estrella, que incluso dio nombre a esta calle aledaña a la iglesia de San Alberto.

En los años noventa de la pasada centuria fue retirado y trasladado al zaguán del Oratorio de San Felipe Neri, para reponerlo en su ubicación actual hacia 2005.

viernes, 12 de enero de 2018

El Oratorio de San Felipe Neri (1): su Historia.




Muy cerca de la Iglesia de San Isidoro, en la confluencia de tres calles (Estrella, Argote de Molina y Manuel Rojas Marcos), nos encontramos con la Iglesia de San Alberto de Sicilia (levantado por la Orden del Carmen Descalzo), aunque es más conocida como Oratorio de San Felipe Neri por estar regida en la actualidad por esta congregación de oratorianos.


Esta es, brevemente explicada, su historia.

Benito Enríquez, fraile de la Casa Grande del Carmen de Sevilla, era el confesor de Bernardina de Salazar, viuda de Luis Álvarez de Soria. Bernardina donó a la Orden del Carmen fondos para la fundación de un colegio. El arzobispo Fernando Niño de Guevara concedió licencia en 1602 al prior de la Casa Grande, Fernando Suárez, para la creación del mismo.

Benito Enríquez compró unas casas en la collación de San Isidoro por 13.000 ducados, de los cuales 8.000 fueron aportados por Bernardina de Salazar y los 5.000 restantes por la orden. Bernardina tendría un lugar de enterramiento familiar en la capilla mayor de la iglesia.

El colegio conventual tuvo el título de San Alberto de Sicilia. En él se impartían Teología y Filosofía. En 1603 se construyó una iglesia provisional.​ La iglesia conventual actual es de 1626.

El heredero de Bernardina, Antonio Laredo, no ejerció de patrono de la institución, por lo que la capilla mayor no pudo finalizarse y por una sentencia de 1632 pasó a ser de la orden, que buscó un nuevo patronazgo para su construcción. En 1649 la capilla mayor aún no estaba finalizada.

El prior de la Casa Grande del Carmen, Fernando Suárez, fue rector del colegio.1​ En el siglo XVII, Francisco de Ojeda, maestro de novicios de la Casa Grande y provincial de la orden, legó su gran biblioteca a este centro.

El convento tenía 24 miembros en 1606 y 44 en 1664. El número de alumnos del colegio se mantuvo en unos cuarenta hasta que disminuyó en el último tercio del siglo XVIII. Esto produjo que en 1771 el general de la orden, José Alberto Ximénez, propusiera el cierre del mismo, que finalmente no se realizó.


En 1810, con la invasión francesa de Sevilla, el convento fue exclaustrado, expoliado y usado como cuartel. Tras la expulsión de los franceses, los carmelitas regresaron y realizaron obras de reparación. La iglesia volvió a abrirse al culto en 1815. Finalmente, el convento fue desamortizado en 1835. 

Posteriormente, se instaló en él la Academia Sevillana de Buenas Letras. En 1840 fue sacado a subasta pública y adquirido por Matías Ramos Calonje, fabricante de tisúes y cordonería de oro y plata. Durante unos años fue un colegio de enseñanza secundaria.

Por otro lado, A finales del siglo XVII se constituyó en Sevilla una comunidad del Oratorio de San Felipe Neri. Esta fue exclaustrada de su sede por el régimen surgido por la Revolución de 1868.

En 1877 la comunidad se constituyó de nuevo, en unas casas de la calle Toqueros (actual calle Conde de Ibarra). El arzobispo Lluch y Garriga les cedió la iglesia del antiguo convento de San Alberto en 1877. En 1879 trasladaron sus residencias de la calle Toqueros a la calle Fabiola.

El arzobispo Sanz y Forés, con autorización del papa León XIII, les dio la propiedad de esta iglesia en 1863. En 1916 compraron una casa junto a la iglesia de San Isidoro, que se comunicaba con ese templo. En 1944 compraron el convento de San Alberto al cual, tras unas obras de restauración, se trasladaron en 1982.

En la actualidad, los filipenses de Sevilla están en las iglesias de San Alberto, de San Felipe Neri y de San José y Santa María.

lunes, 8 de enero de 2018

La casa natal de Matilde Coral.



Matilde Corrales González, bailaora paya, una de las más destacadas de nuestro baile andaluz, más conocida con el nombre artístico de MATILDE CORAL, nació el 22 de Junio del año 1935, en la Plaza de Chapina "surraque" trianero, tierra de alfareros. 

Fue alumna de Adelita Domingo, Pastora Imperio y Eloisa Albéniz (madre). Dio los primeros pasos como bailaora en el "Cortijo El Guajiro" de Sevilla. Primera bailaora en el Tablao El Duende de Madrid, propiedad de Pastora Imperio y Gitanillo de Triana. Partenier de Alejandro Vega, Alberto Lorca y José Greco, viajando con las compañías por todo el mundo.

Ganadoras de innumerables premios nacionales e internacionales y poseedoras de medallas tan importantes como la de Andalucía. En su casa natal queda para siempre un azulejo donde se recuerda su nacimiento en la trinara Plaza de Chapina.


viernes, 5 de enero de 2018

El retablo cerámico de la Virgen de las Lágrimas.



Sobre la fachada del número 51 de la calle Muro de los Navarros, Casa-Hermandad de la Pontificia, Real e Ilustre Hermanad. Sacramental Purísima Concepción Ánimas Benditas del Purgatorio, San Sebastián Mártir y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Exaltación y Nuestra Señora de las Lágrimas de Sevilla (Hermandad de la Exaltación), podemos ver este retablo cerámico dedicado a la Virgen titular de la Hermandad.

Dicho retablo se colocó en el año 2000 y seis años después fue cubierto con un cristal anti vandalismo debido a los daños producidos por diferentes actos violentos.

El diseño del mismo nació de Ricardo Comas Facundo y fue dibujado por Alfonso C. Orce Villar. El retablo ha sido donado por José Manuel Marcos Sánchez y familia.


El diseño de la obra ha querido ser original dentro del esquema habitual de los retablos cofradieros, tanto en dimensiones como en composición. En la parte superior figura una filacteria con la leyenda Ave María Purísima, Sin Pecado concebida, y junto a la imagen dos querubines sustentan símbolos alusivos al Arca de la Alianza, Espejo de Justicia y Torre de David, representada por la torre de Santa Catalina.

Bajo ellos dos filacterias recogen Stabat Mater Dolorosa Juxta Crucem Lacrimosa en alusión a la advocación titular de la Santísima Virgen. Dos jarras basadas en las de su paso de palio rematan la parte superior de la hornacina que alberga la imagen, rematada por el escudo de la Hermandad.

jueves, 4 de enero de 2018

La casa de Francisco Rodríguez Marín.



Hace unos meses dedicamos una entrada a unas de la glorietas de la Plaza de América dedicada al escritor y académico de la lengua Don Francisco Rodríguez Marín (lo pueden ver en este enlace).

Hoy vamos a desplazarnos hasta la misma puerta de la Iglesia de San Ildefonso, donde podemos ver en el número 1 de la calle que lleva su nombre (calle de Rodríguez Marín) una placa de mármol indicándonos que en este edificio residió tan ilustre sevillano (nacido en Osuna pero de gran amor por nuestra ciudad).

Esta placa que pueden ver en la imagen de arriba fue colocada en 1918 y refleja la estima que el pueblo de Sevilla le tiene nombrándolo hijo adoptivo de la ciudad agradeciéndole, asimismo, las obras literarias que le dedica a ella.


Nacido en Osuna en 1855, estudió Leyes en la Universidad de Sevilla. En una primera etapa de su vida profesional se dedicó al periodismo en su ciudad natal, donde usaba el seudónimo de Bachiller Francisco de Osuna, y también se dedicó a la poesía y a la abogacía en la capital hispalense.

Dedicado por entero al mundo de las letras, fue escritor prolífico, llegando a publicar en total unas ciento cincuenta obras, especialmente relacionadas con la literatura popular, la literatura andaluza del Siglo de Oro y los temas cervantinos. Nombrado académico de la lengua en 1905, llegó a dirigir la Biblioteca Nacional de Madrid entre los años 1930 y 1936.


Publicó hasta tres ediciones de la obra Don Quijote, y otra más apareció de modo póstumo en 1949. También publicó ediciones de otras obras de Miguel de Cervantes, así como distintos documentos inéditos de este autor y colecciones de coplas, refranes y cantos españoles.

Su obra fue muy extensa, también como poeta y como lexicógrafo, llegando a recoger más de dos mil voces castizas españolas. Francisco Rodríguez Marín murió en Madrid en 1943.


Como dato curioso, en la misma fachada de la vivienda de Rodríguez Marín podemos ver este antiguo azulejo con el nombre anterior de la vía, "calle Tras de la Yglesia de San Yldefonso"