Hace unos meses dedicamos una entrada a unas de la glorietas de la Plaza de América dedicada al escritor y académico de la lengua Don Francisco Rodríguez Marín (lo pueden ver en este enlace).
Hoy vamos a desplazarnos hasta la misma puerta de la Iglesia de San Ildefonso, donde podemos ver en el número 1 de la calle que lleva su nombre (calle de Rodríguez Marín) una placa de mármol indicándonos que en este edificio residió tan ilustre sevillano (nacido en Osuna pero de gran amor por nuestra ciudad).
Esta placa que pueden ver en la imagen de arriba fue colocada en 1918 y refleja la estima que el pueblo de Sevilla le tiene nombrándolo hijo adoptivo de la ciudad agradeciéndole, asimismo, las obras literarias que le dedica a ella.
Nacido en Osuna en 1855, estudió Leyes en la Universidad de Sevilla. En una primera etapa de su vida profesional se dedicó al periodismo en su ciudad natal, donde usaba el seudónimo de Bachiller Francisco de Osuna, y también se dedicó a la poesía y a la abogacía en la capital hispalense.
Dedicado por entero al mundo de las letras, fue escritor prolífico, llegando a publicar en total unas ciento cincuenta obras, especialmente relacionadas con la literatura popular, la literatura andaluza del Siglo de Oro y los temas cervantinos. Nombrado académico de la lengua en 1905, llegó a dirigir la Biblioteca Nacional de Madrid entre los años 1930 y 1936.
Publicó hasta tres ediciones de la obra Don Quijote, y otra más apareció de modo póstumo en 1949. También publicó ediciones de otras obras de Miguel de Cervantes, así como distintos documentos inéditos de este autor y colecciones de coplas, refranes y cantos españoles.
Su obra fue muy extensa, también como poeta y como lexicógrafo, llegando a recoger más de dos mil voces castizas españolas. Francisco Rodríguez Marín murió en Madrid en 1943.
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