¿Acaso mentía el gran Silvio Fernández cuando decía que "Sevilla no tiene que demostrar que es la ciudad más bonita del mundo"? Así es Sevilla, un lugar que enamora por sus rincones únicos, piedras antiguas y cantes hondos que se mezclan entre históricos palacios reales y soleadas alamedas, una ciudad que se mece sobre las plateadas aguas del Guadalquivir y es acunada por un cielo tan luminosamente azul que merece escribirle los versos más bellos del mundo.
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viernes, 1 de marzo de 2013
La Casa de Miguel Arcenegui.
En uno de los lados de la Plaza de San Francisco, el promotor Miguel de Arcenegui solicitó al arquitecto José Espiau y Muñoz que levantara un edificio de tres plantas de altura.
Espiau y Muñoz diseñó este edifico de corte modernista, especialmente visibles en sus balcones y en las ventanas superiores.
Espia organiza la fachada exterior de forma simétrica, separadas ambas bandas verticales por una gran puerta con arco de medio punto y un coqueto balcón enmarcado por elementos decorativos donde resalta la fecha de su construcción ,1912.
El arquitecto juega con unos enormes balcones donde combina el hierro y el cristal y las líneas rectas con las curvas y remata las estructuras metálicas con unos elementos ornamentales.
En cuanto al color de la fachada no sigue la simetría antes comentada, las dos primeras plantas están diseñadas en piedra de color ocre con elementos decorativos en piedra blanca y la planta superior combina el ocre con el amarillo en tono muy claro.
La parte superior del edifico está rematada por cuatro flameros de grandes dimensiones y otros tres pequeños en la parte centras con elementos incorporados a un cuerpo de crestería muy estilizada.
Sobre la arcada de la planta superior encontramos cuatro medallones con las figuras de cuatro querubines.
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