En Sevilla casi todo tiene su nombre. El Archivo de indias es uno de los monumentos más conocidos de nuestra ciudad y junto con la Catedral metropolitana y el Alcázar real configuran el trio de grandes joyas sevillanas protegidas por la Unesco.
Delante del Archivo de Indias hay un cuidado jardín al que también se le dio nombre: Jardines de la Lonja del Archivo General de Indias. Es un nombre menos conocido aunque podría haberse deducido por el lugar en el que está ubicado, a las puertas de la entrada principal del edificio.
Lo que es aún menos conocido es el nombre de los elementos que se encuentran en el centro del jardín: una fuente y cuatro estatuas de leones (o leonas según se mire). Se trata de la Glorieta "Americanista Luís Navarro García".
Y se preguntarán, ¿para qué damos tantas vueltas con los nombres? Pues porque queremos ubicar, justo en esta glorieta, cercana a la fuente y enfrentada a la entrada principal del Archivo de Indias, a una placa que se encuentra en el pavimento en recuerdo del 400 aniversario del nacimiento de uno de los grandes pintores de Sevilla: Bartolomé Esteban Murillo, nacido en 1617 y fallecido en nuestra ciudad en 1682.
Murillo y el Archivo de Indias estuvieron muy ligados en vida del artista, ya que allí, junto con otro gran pintor amigo uno, Francisco Herrera el Joven, funda la primera Academia de pintura de España, academia donde Murillo fue presidente hasta 1663. Por esta misma razón, en 2019, también se eligió este edificio para ver juntas a tres de las grandes obras del pintor: la Magdalena penitente, el Éxtasis de San Francisco de Asís y La Resurrección del Señor.
Son 17 placas como estas las que se colocaron en todos la ciudad indicando los lugares importantes en la vida del pintor sevillano creando el llamado "Itinerario Murillo".
El recorrido del Itinerario Murillo se detiene en puntos como:
Casa Murillo, una de las últimas residencias del artista, en el corazón del Barrio de Santa Cruz;
La Catedral de Sevilla, para la que realizó numerosos encargos;
El Palacio Arzobispal, que conserva dos originales;
El Alcázar, que también conserva una de sus pinturas y que durante la invasión francesa en 1810 fue convertido por el Mariscal Soult en el Museo Napoleónico, proyecto que desembocó en el expolio de 999 obras, 45 de ellas de Murillo;
El Archivo de Indias, donde Murillo fundó su Academia de Pintura junto a Francisco Herrera el Joven;
El Hospital de la Caridad, que conserva varias pinturas del sevillano, entre ellas dos de gran formato que acaban de ser restauradas por el IAPH;
La Plaza Nueva, donde se ubicaba el desaparecido convento de San Francisco, un importante enclave artístico de la ciudad en tiempos de Murillo, que trabajó para esta orden;
El Museo de Bellas Artes, custodio una de las mejores colecciones de murillos del mundo, con grandes obras como La ‘Inmaculada Colosal’ y la ‘Virgen de la servilleta’.
La capilla del Museo, que en su día albergó un cuadro del artista;
La Casa de los Pinelo, una Casa Palacio de origen medieval y remodelada en el renacimiento y que alberga los manuscritos de la Academia de Pintura de Murillo;
El Hospital de los Venerables, al que estuvo ligado profesionalmente gracias a su amistad con Justino de Neve;
La Plaza de Santa Cruz, donde fue enterrado;
La Iglesia de Santa María La Blanca, de cuyo conjunto pictórico se encargó Murillo, aunque hoy sólo conserva La Santa Cena;
La Iglesia de San Leandro, para el que pintó el retablo de San Juan Bautista;
El Monasterio de San Clemente, cuyo interior pudo acoger dos importantes pinturas de Murillo, ‘La aparición de la Virgen a San Bernardo’ y ‘La imposición de la casulla a San Ildefonso’ (h. 1650-1655);
Y el Conservatorio Manuel Castillo, que tuvo un retablo en el que se encontraba una ‘Virgen con Niño’, entre otras obras del maestro.