miércoles, 31 de diciembre de 2008

Monumento a la tercera edad.




En la Avenida del Greco hay un pequeño monumento a la tercera edad, a los jubilados. Este sentido homenaje de la ciudad de Sevilla tiene una placa sobre la que se han fijado unos versos de Antonio Machado:
De los parques las olmedas
son las buenas arboledas
que nos han visto jugar
cuando eran nuestros cabellos
rubios, y con nieve en ellos
nos han de ver meditar.

martes, 30 de diciembre de 2008

Caballo y Caballero




Esperando a sus clientes.
Así está este conductor de coches de caballos a las puertas del Alcázar. Para dar un paseo por la ciudad histórica, no hay mejor medio de transporte.

domingo, 28 de diciembre de 2008

¿Dónde está el tranvía?




La Avenida de la Constitución desierta, sin tranvías, sólo turistas paseando y mirando los planos. Una imagen diferente que nos permite disfrutar de una amplia visión periférica y distinguir, a lo lejos, la Puerta de Jerez y los Jardines del Hotel Alfonso XIII.

sábado, 27 de diciembre de 2008

A la rica tapa.




En Sevilla, tan importante es visitar la ciudad con sus monumentos como sentarse a la sombra de los naranjos en un velador de cualquier bar y disfrutar de las excelencias gastronómicas de la región.
Ahí va una lista para abrir el apetito. ¿Ustedes gustan...?.

viernes, 26 de diciembre de 2008

¿Por qué se esconde la Giralda?




¿De quién se esconde la Giralda?
Ella, siempre orgullosa y altanera, clavada en la tierra con la mirada hacia el cielo, ¿qué la ruboriza?.
El Río Guadalquivir la mira, la está mirando.
Juego de enamorados, amores que te sacan los colores.
Agua que pasa, despacito, y piropea a la más guapa.
Ella responde con un manto de palmeras que cubren su dulce rostro.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Y Dios creó a Sevilla.



1: En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

2: Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

3: Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz.

4: Y vio Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas.

5: Y llamó Dios a la luz Día, ya las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana del primer día.

6: Y dijo Dios: Haya un firmamento en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas.

7: Y Dios hizo el firmamento, y separó las aguas que estaban bajo el firmamento de las aguas que estaban sobre la expansión: y fue así.

8 Y llamó Dios a la expansión Cielo. Y fue la tarde y la mañana del segundo día.

9 Y dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo del cielo y se reunieron a un mismo lugar, y descúbrase la seca: y fue así.

10: Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares: y vio Dios que era bueno.

11: Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla y el fruto del árbol dé fruto según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra, y así fue.

12: Y produjo la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su especie, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su especie: y vio Dios que era bueno.

13: Y fue la tarde y la mañana del tercer día.

14 Y dijo Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sirvan de señales para las estaciones, para días y años:

15: y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y así fue.

16: Y Dios hizo dos lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día, y la lumbrera menor para regir la noche: hizo también las estrellas.

17 Y Dios las puso en el firmamento de los cielos para alumbrar sobre la tierra,

18: Y para señorear en el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas: y vio Dios que era bueno.

19: Y fue la tarde y la mañana del cuarto día.

20 Y dijo Dios: Produzcan las aguas en abundancia a la criatura que se mueve y tiene vida, y aves que vuelen sobre la tierra en la abierta expansión de los cielos.

21 Y creó Dios los grandes, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie: y vio Dios que era bueno.

22 Y Dios los bendijo, diciendo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.

23: Y fue la tarde y la mañana el día quinto.

24: Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según el su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie: y fue así.

25: E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie: y vio Dios que era bueno.

26 Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra.

27: Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó.

28 Y los bendijo Dios, y Dios les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra, y sojuzgadla, y dominad sobre los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todos los seres vivos lo que se mueve sobre la tierra.

(Génesis,1-28)


Y tras ver su obra acabada, Dios sintió el cosquilleo de que aún le faltaba algo.

Y de sus manos modeló a Spal, a Hispalis, a Isbiliya y a todas las fundió en una ciudad de luz, de alegría, de incienso, de color y de calor, de pasión roja y verde, de albero y sangre, de tierra y de caminos hacia el mar, de música y sentimiento, de cultura e historia desde el principio de los tiempos... y dispuso que este don divino fuese una ciudad acogedora de todos. 

Y finalmente a esta ciudad la bendijo un hermoso nombre: Sevilla, y la convirtió en su casa, en su morada donde poder pasearse sobre parihuelas en primavera para gozo de todos los sevillanos y así poder contemplar de nuevo su magna obra, la más hermosa de todas.

Cuando por fin pudo descansar, Dios vio que lo hecho era bueno. Y lo puso en las manos de los hombres para que la hicieran aún más grande, más atractiva y más deseada.


Y ahora, nosotros también la disfrutamos, inundando nuestro corazón de Sevilla.

Y, desde este humilde púlpito, la vamos a glosar, la vamos a mimar, la vamos a presentar al mundo... para gozo de los fieles sevillanos y de los amantes venidos de otras tierras allende el Guadalquivir. Quien quiera inundarse de Sevilla que apacigüe el tiempo, que tome su silla de enea, se acomode y disponga su alma a recibir lo mejor de esta bendita ciudad que tanto tiene que ofrecer.