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viernes, 2 de febrero de 2024

El zaguán de la Casa de don Mariano Bellver (2).

 

Ayer hablábamos del lienzo cerámico que ocupaba la pared izquierda del zaguán de la casa-palacio de la familia Bellver, un lienzo dedicado al Emperador Carlos V y sus empresas en Túnez. Hoy vamos a dedicar estas palabras al lienzo de la pared derecha que, al igual que el citado también fue realizado en 1907 por el artista Manuel Rodríguez Pérez de Tudela tal como aparece en la firma del mimo.


La escena refleja el momento de la rendición de Granada el 2 de enero de 1492. Los Reyes Católicos aceptan la rendición de Boabdil el Chico, el último rey árabe del Reino de Granada, el último reino morisco de la península ibérica.

El mural cerámico está compuesto por 176 azulejos planos pintados de 20 x 20 cm., dando lugar a la decoración de una extensa superficie de entorno a los 3,20 x 2,20 m.


La representación plástica por excelencia de esa jornada histórica, situada a la cabeza de nuestro inconsciente colectivo, seguramente sea la icónica La Rendición de Granada realizada por el pintor aragonés Francisco Pradilla Ortiz. A pesar de la fidelidad prestada al original en cuanto a su composición se refiere, el copista o mecenas, en esta ocasión, apostó por prescindir del colorido a favor de una bicromía blanquiazul, fruto de la pigmentación y elaboración a través del cobalto.

Al comparar original y copia con detenimiento, observamos como el trazo del ceramista se adapta al soporte al que está destinado, con ciertas divergencias en caracteres y vaporosidades, siendo quizás en su cielo plomizo donde se hagan más acusadas a simple vista del espectador, cuya leve alteración no hace sino mejorarlo según su designación. Demostrando en fin, una calidad y virtuosismo en su campo artístico fuera de toda duda. 

Una orla de cierto resabio goticista lo enmarca a través líneas continuas que se entrecruzan, dejando vacíos a su paso en forma de improvisadas cartelas circunscritas en sus extremos por arcos túmidos simples o combinados con inclusiones de arcos trilobulados con decoración de trifolios sólidos entre lóbulos y calados en albanegas.


Apoyados con la presencia de los anagramas de los mismos monarcas, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, en los laterales, y sus respectivos emblemas, flechas y yugo, acompañado del famoso lema Tanto Monta, y el águila de San Juan, inscritos en tetralóbulos, en sus ángulos. Con el detalle anecdótico, en este último, de que en vez de aparecer la rapaz sosteniendo el escudo propio del reinado sugerido, con la representación del Reino de Castilla, León, Aragón, Sicilia y Granada, figura en cambio con tan solo la divisa del Reino de Castilla, León y Granada. 

Queda clara la representación de la escena a través de los rótulos superior e inferior, en los que se puede leer: “2 DE ENERO DE 1492” y “LA RENDICIÓN DE GRANADA”, respectivamente.



En origen, este lienzo cerámico se encontraba ubicado en la llamada actualmente como Casa Salinas, en la calle Mateos Gago, 39. Destinado a embellecer los paramentos del patio de la residencia palaciega, quedando cobijado bajo su galería inferior. 

Encargado por el entonces propietario del inmueble, Eduardo Ybarra González (Sevilla, 1846 – Madrid, 1911), líder del Partido Conservador por la Provincia de Sevilla y representante de la misma en las Cortes, junto con otro mural cerámico, con el que hacia tándem, dedicado a la revista a las tropas del Emperador Carlos V, y que vimos ayer, que partieron del puerto de Barcelona a la conquista y consolidación de Mallorca, Menorca, Cerdeña y el Norte de África. 

En la década de los 70 fueron vendidos por la familia Salinas, nueva propietaria del inmueble desde 1930 cuando pasó a manos de Manuel de Salinas Malagamba, al anticuario Fernando Abad. Bajo su propiedad se mantuvieron desmontados durante dos años, conllevando a que se produjesen algunos deterioros en su almacenaje. Posteriormente, fueron adquiridos por el matrimonio Julio Fuentes de Fuentes y Juana Moreno Morales, industriales y coleccionistas de cerámica, que los restauraron y situaron en la nave principal de su fábrica, Cerámicas Sevilla, en Sanlúcar la Mayor. Siendo finalmente comprados por el también coleccionista Mariano Bellver Utrera (Bilbao, 1926 – Sevilla, 2018) en la década de los 90, pasando a ser trasladados al zaguán de su vivienda en Sevilla, Plaza del Museo, 5. 

Desde entonces podemos disfrutarlos, gracias a la apertura diaria del recibidor por parte de sus propietarios para aquellos curiosos que con respeto se acerquen a la propiedad privada.

jueves, 1 de febrero de 2024

El zaguán de la Casa de don Mariano Bellver (1).

 

El número 5 de la Plaza del Museo es una de las joyas (privadas en este caso) que se pueden ver en ese rincón de Sevilla tan concentrado de arte de gran calidad. Dicha vivienda no es otra que la Casa-palacio de la familia Bellver, don Mariano y doña Dolores, a los que nuestra ciudad le debe tanto y cuya colección artística podemos ver en la Casa Fabiola (el legado que recibió Sevilla está compuesto por 567 obras de arte: 299 pinturas, 112 esculturas, 57 figuras de marfil y hueso, 44 muebles, 42 piezas de porcelana y cerámica y 13 relojes. Posiblemente lo mejor sean las pinturas costumbristas sevillanas, surgidas de las paletas de José García Ramos, Sánchez Perrier, Gonzalo Bilbao y un largo etcétera de artistas).

Pero en el día de hoy quisiera que nos fijáramos en el zaguán de la casa, la pequeña entrada de la misma donde se nos muestran dos azulejos de gran calidad y a los que vamos a referirnos tanto en este post como en el siguiente que será publicado mañana.

Enfrentados en las dos paredes laterales del cubículo podemos ver dos grandes lienzos cerámicos con sendas estampas históricas que vamos a explicar a continuación.

La primera de ellas, la que se sitúa a la izquierda del zaguán es una imagen que refleja la entrada del Emperador Carlos V en la ciudad de Barcelona, que es fiel reflejo de uno de los doce tapices que forman la colección "La empresa de Túnez" de cuya historia hablaremos más adelante.


El lienzo cerámico fue realizado por el artista Manuel Pérez de Tudela en el año 1906 (Alcalá de Guadaira, 1866-1926). Aún habiendo nacido en la ciudad alcalareña, cuando aún era un niño se trasladó con sus padres a Sevilla. Su formación artística la realizó en la Escuela Provincial de Bellas Artes, donde contó con maestros como Eduardo Cano y Virgilio Mattoni. 

Desde el principio dio muestras de ser un gran artista de la pintura cerámica. Entró a trabajar en la Cartuja y después en la fábrica de Mensaque y Soto, la que abandonó en 1908 para establecerse por su cuenta en el barrio de Triana, en la calle Antillano Campos. 

Sus obras fueron de una ejecución muy cuidada, tanto en los grandes platos decorativos como en las producciones de azulejería. Concurrió a pocas exposiciones, pero aquellas en las que lo hizo siempre resultó premiado. Fue tal la reputación de las obras de este artista en la ciudad de Sevilla que todos los periódicos del momento le dedicaron artículos y se ocuparon de aquellas. Como opinión unánime le consideraron el verdadero maestro en la pintura cerámica.











Esta foto de abajo refleja la imagen del tapiz al que hicimos referencia más arriba y que sirvió de inspiración al artista. 

Compuesta por doce paños, la serie "La empresa de Túnez", narra los hechos más importantes de la campaña tunecina del emperador en 1535. El contrato para su realización fue firmado por la reina María de Hungría –gobernadora de los Países Bajos– y el pintor Jan Cornelisz Vermeyen, quien había acompañado al emperador en la operación, y realizó entonces diversos dibujos, base para los cartones, que en la actualidad se conservan en el Kunsthistorisches Museum de Viena. La realización corrió a cargo del taller de Willem de Pannemaker, siendo tejidos entre 1550 y 1554. 


A lo largo de los doce tapices se narra la partida de las tropas imperiales, la llegada de la flota imperial a Túnez, la toma de La Goleta y la toma de Túnez, con profusión de detalles, siendo además un interesantísimo documento histórico para conocer el desarrollo de la campaña, y un catálogo de tipos humanos, pertrechos, armamento, paisajes, realmente singular. 

Los paños estuvieron listos para ser enviados a Inglaterra como regalo nupcial para el enlace del príncipe Felipe y la reina María Tudor. Siempre se ha afirmado que los tapices no llegaron a tiempo para formar parte de la ornamentación de la catedral de Winchester, donde se celebró la boda, si bien sabemos que los paños llegaron a tiempo –transportados por el propio Pannemaker–, pero permanecieron en Londres, donde se mostraron en el palacio de Whitehall. Tal vez la iconografía de los tapices resultase muy agresiva para formar parte de las decoraciones de una ceremonia que en parte recordaba a los ingleses no solo la vuelta al catolicismo, sino el acercamiento a los poderosos Habsburgo. 

Cuando Felipe abandonó Inglaterra para dirigirse a los Países Bajos en 1556, los paños le acompañaron, formando parte de la decoración de la catedral de Amberes durante la celebración del capítulo de la Orden del Toisón de Oro de ese año, junto a la serie de la Historia de Gedeón, tesoro de la orden tejida en tiempos de Felipe el Bueno. Después pasaron a la gran sala del palacio de Coudenberg de Bruselas, para donde parece que pudieron haber sido tejidos. 

No termina aquí el periplo de esta serie. Sabemos que los tapices viajaron a España, donde se inventarían en la fortaleza de Simancas tras la muerte del emperador. Junto con otros paños, fueron adquiridos por Felipe II, que no dejará de utilizarlos, como cuando formaron parte de la decoración de las ceremonias de la Orden del Toisón de Oro, que tuvieron lugar en el alcázar en 1593. En 1560 se colgaban en el alcázar de Madrid, y allí señalan su presencia algunos cronistas a lo largo de los años, como Vandenesse o Jean Lhermite. Con el codicilo de 1597, Felipe II convirtió los tapices en bienes vinculados a la Corona, y desde entonces permanecen en España, custodiándose en la actualidad en las colecciones de Patrimonio Nacional. Sin embargo, con el paso del tiempo se perdieron dos paños de la serie original.

lunes, 31 de enero de 2011

Murillo en la plaza.




Murillo. Bartolomé Esteban Murillo, uno de los mejores pintores de nuestra ciudad y uno de los máximos exponentes de la pintura barroca española.

Junto al edificio que alberga la mejor colección de sus obras, el Museo de Bellas Artes de Sevilla, podemos ver este monumento diseñado para gloria de tan insigne artista. Ocupa el centro de la Plaza del Museo.

La plaza nació en 1846 cuando fue derribado gran parte del Convento de la Merced.
El arquitecto municipal, Balbino Marrón, la diseñó y propuso una rotonda central donde destacaría el monumento a Murillo, que fue realizado por el escultor Sabino de Medina. Fue levantada en 1864.
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Murillo. Bartolomé Esteban Murillo, one of the best painters of our city and one of the maximum exponents of the baroque Spanish painting.

Close to the building that shelters the best collection of his works, the Museum of Fine arts of Seville, we can see this monument designed for glory of the artist. It occupies the center of the Museum Square.

The square was born in 1846 when there was knocked down great part of the Convent of the Mercy.
The municipal architect, Balbino Marrón, designed it and proposed a central round where the monument will be. The monument was realized by the sculptor Sabino of Medina. It was raised in 1864.

jueves, 29 de abril de 2010

Un patio que enamora.



Hay visiones que enamoran a primera vista. Esto me ocurrió en la Plaza del Museo, donde en un momento de espera pude disfrutar de la puerta abierta de esta casa particular. Fascinado por sus flores no me quedó más remedio que sucumbir al encanto de la belleza del conjunto palaciego.
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There are some visions that inspire love at the first look. This fact happened to me in the Museum Square, where in a waiting moment I could enjoy the door opened of this particular palace. Fascinated by the flowers I have to succumb to the captivation of the beauty of the palatial set.

sábado, 30 de mayo de 2009

La Plaza del Museo.



Este monumento está dedicado a Murillo, uno de los insignes artistas que ha dado la ciudad de Sevilla. Está localizada en la Plaza del Museo, justo delante del Museo de Bellas Artes de la ciudad, donde hay expuestos algunos de sus mejores cuadros.
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This monument is dedicated to Murillo, one of the celebrated artists who has born in the city of Seville. It is located in the Plaza of the Museum, in front of the Museum of Fine Arts of the city, where some of his better pictures have exposed.