En un rincón tan recóndito y poco transitado como es la Plaza de los Curtidores, casi en la esquina donde comienza la Calle Verde, podemos ver este pequeño retablo cerámico de la virgen de la esperanza Macarena.
El azulejo, de principios del siglo XX, está basado en una fotografía de la Macarena del siglo XIX, y tuvo un tejaroz a dos aguas hasta la década de 1990. La casa primitivamente fue de la familia Ybarra (aún se conserva la Y), luego de los hermanos de San Juan de Dios. En este mismo lugar, señalado con el número 1 de la calle, hubo en su momento un taller mecánico en los años setenta y un polvero en los años noventa.