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martes, 14 de septiembre de 2021

El Palacio de la condesa de Lebrija (17): Planta Alta.




En la entrada a la casa-palacio de la condesa de Lebrija nos indicaron que no era posible realizar fotografías en la visita guiada de la planta superior del edificio, razón por la cual todas las fotografías que podrán ver en este post no son originales sino que son propiedad de la casa-palacio y están publicadas en la propia web del museo.

Como la visita a la planta superior fue extensa, vamos a aprovechar el mismo orden de la misma y expondremos nuestras explicaciones siguiendo el mismo sentido de la propia visitas guiada que ofrecen en la institución.

Tras subir por las escaleras descritas en el post de ayer, nos encontramos una triple cristalera. Una vez traspasada la puerta nos adentramos en la galería que circunvala al patio central y nos dirigimos hacia la izquierda. La galería izquierda, orientada hacia el oeste, tal como vemos en la foto de arriba, tiene tres ventanas al patio y algunas vitrinas, cuadros y muebles de valor. 

La primera estancia que visitamos es el comedor principal de la casa. Es una habitación muy amplia cuyo espacio se encuentra dividido en dos por una serie de arcos que voltean sobre columnas pareadas y que aparece ricamente iluminada por los ventanales del fondo, que dan a un jardín trasero.

En el aparador podemos ver una vajilla azul en porcelana de la firma Spode de Inglaterra (nos contaron que sólo existen en el mundo dos vajillas como ésta, la segunda está en Buckingham Palace) y que doña Regla la heredó de su madre.

El techo del comedor está decorado con platos de distintos estilos y procedencias que forman la estrella de David, repitiendo un esquema entallado en el techo de su antiguo estudio de época juvenil.

Si continuamos por la galería izquierda nos encontramos a continuación con el salón Cantón, llamado así por los dos jarrones chinos que nos encontramos a la entrada y de cuya procedencia nos habla su propio nombre. 

En los muros de la sala podemos ver algunos cuadros, la mayoría copias de los originales. Así existe una "Virgen con el niño" (obra original según nos indicaron) de Van Dyck y muy apreciada por doña Regla; o una copia de "Santa Justa y Rufina" de Murillo y que podemos ver en el Museo de Bellas arte de Sevilla; o un San Jerónimo flamenco sobre tabla del estilo de Van Rymerswaele, una escena de campesinos flamencos o un cuadro de batalla, ambos del siglo XVII.

En la confluencia de la galería oeste y la galería norte existe un acceso que nos lleva a varias estancias. La primera de ellas es una capilla con un retablo de talla del siglo XVIII donde se expone un gran crucificado de marfil de procedencia americana entre las imágenes barrocas de San Pedro y San Pablo. 

En las paredes se superponen cuadros de asuntos religiosos procedentes de distintas ramas de la familia, cuadros devocionales, lámparas, angelitos, una efigie del Niño Jesús y un para de cobres flamencos de bastante calidad. En conjunto se elabora un recinto típico de la religiosidad barroca andaluza del momento.

El retablo del oratorio proviene de una casa de Arcos de la Frontera, del mayorazgo de los Fernández de Valdespino. El retablo, aunque está flanqueado por puertas talladas del siglo XVII, se cree que su autor fue el jerezano Andrés Benítez. 

Se trata de una reproducción típica del barroco dieciochesco andaluz, labrado en madera en su color natural y articulado por estípites prismáticos con incrustaciones de espejo.

A la izquierda de la capilla hay un cuarto de estar con retratos familiares, una chimenea y un bargueño o bufete decorado con la técnica de los papeles pintados al gusto oriental llamado decoupage. 


Al fondo hay un biombo español decorado del siglo XVIII (en realidad es sólo la mitad del biombo porque la otra parte está en otro salón).


Tras ver el oratorio y el salón adyacente volvemos a la galería y nos introducimos en la que está orientada al norte (foto de abajo) donde se pueden ver algunos barreños de gran calidad, vitrinas con objetos antiguos y cuadros históricos de la familia. 

Las galerías superiores del patio, además de utilizarse como corredores de distribución hacia las distintas zonas de la casa, también es aprovechado para reunir los cuadros de los antepasados, independientes o por parejas, con las indumentarias de la época y adornados con algún signo distintivo de su personalidad.


Hay solemnes retratos castellanos de corte con vestimentas del siglo XVII, personajes de blancas pelucas al estilo borbónico, otros con facciones más animadas y naturalistas según el estilo goyesco, figuras románticas con matillas negras o cuadros más realistas según estilos más modernos.

El mobiliario que podemos ver se compone de barqueros o bufetes que, con sus pequeñas gavetas servían para guardar papeles o documentos de uso personal. Los hay castellanos con placas de hueso en cadd portezuela, otros que combinan madera, metal y carey o el más llamativo que se adorna de placas de cristal pintadas al gusto italiano.


En la galería este, la que da a la parte superior de la entrada al edificio,  podemos ver algunas vitrinas que muestran ver todo tipo de piezas de vidrio y porcelana con un predominio de las figuras decorativas, especialmente lo de carácter oriental fruto de los regalos recibidos de viajes de amigos de la condesa.


De la galería este del edificio hay una doble escalera de sólo dos peldaños de mármol blanco que nos introducen en el Hall alto, el lugar donde se recibían a las personas que visitaban a la condesa. Una vez en el Hall llama la atención un biombo situado antes de pasar al Salón Rojo, en él se describe la comitiva completa de los invitados a la boda del Rey Alfonso XIII.


Sobre la pared de la derecha (fotos de arriba) podemos ver dos estanterías con documentos, ejecutorias de hidalguía y las concesiones nobiliarias de las diversas ramas de los antepasados de la familia. Muchos de estos documentos unen al valor histórico de las firmas reales que se remontan a Felipe II, magníficas miniaturas y letras capitales sobre vitelas y pergaminos encuadernados en raso y piel dorada.


A la izquierda se abren dos salones pequeños. El primero de ellos con cuadros de los diversos escudos de la familia y, sobre todo, una antigua viguería de madera donde están expuestos los escudos de los apellidos de los diversos mayorazgos que han ido agregándosele a la familia desde el siglo XVI: Pérez de Moreda, Castroverde, Esccamilla, Fernández de Valdespino, Gutiérrez de Armijo, Tamariz de Notares, Valle de la Reina, Montes de Oca, Cambiaso, Micones, Manjón, Mergelina, León y otros muchos entre los que la familia conserva los títulos de Lebrija, Méritos y Blecua.


El otro salón, llamado marroquí o morisco, está decorado con el gusto propio de este pueblo norteafricano. Aprovechando el gusto de la época, doña Regla se dejó llevar por este gusto exótico para decorar esta estancia con muebles de taracea, almohadones de cuero repujado, tapicería de vivos colores y útiles de cobre o latón.


Al fondo del Hall se accede al Salón Rojo, que ocupa la parte más rica de la casa, destinada a atender las visitas. Allí se acumulan las vitrinas doradas donde se guardan los objetos personales más valiosos de los antepasados directos de la condesa de Lebrija.


En los muros se pueden encontrar algunas de las pinturas más relevantes que conserva la casa. De finales del gótico es un tríptico que representa a San Roque en el centro y a San Benito y San Sebastián en lo laterales, cada uno de los santos acompañados por cuadritos menores con sucesos de sus vidas en la parte superior.

Este salón es el que utiliza la familia para atender a sus amigos y poder lucir sus mejores galas en los días de Semana Santa cuando las cofradías pasan por la puerta de la casa.


A la izquierda del Salón Rojo, entrando por la puerta del fondo, pasamos a una de las estancias más impactantes de la casa: la biblioteca. La biblioteca, entre libros, documentos, legajos, etc dispone de un fondo de seis mil unidades de lectura, cuatro mil pertenecientes a la condesa de Lebrija, dos mil pertenecientes a su esposo don Federico Sánchez Bedoya.


La techumbre es un excelente envigado del siglo XVI, las estanterías cubren todas las paredes y contienen obras de gran valor, algunos incunables y libros ilustrados de los siglos XVII y XVIII.

También se encuentra aquí parte del archivo familiar, entre ellos, parte de la correspondencia personal de la familia. Los retratos y recuerdos personales de las vitrinas de la biblioteca corresponden al esposo de la condesa y a su sobrino muerto en las guerras de África.


Al otro lado del Salón Rojo hay una estancia más pequeña que permite los encuentros más reservados.


Para finalizar la visita a la parte alta de la casa de la condesa de Lebrija volvemos de nuevo a la galería este donde encontramos una última puerta tras la que se esconde un dormitorio que, según nos indicaron, era el dormitorio de la propia condesa, aunque también es conocido como el dormitorio del obispo.


En él podemos ver diversas pinturas destacando un pequeño boceto murillesco cuyo asunto es el Tránsito de Santa Teresa, algunos muebles en caoba, unas sillas y un sillón descalzador, rematado por una lámpara de cristal de ocho brazos y un gran alfombra que le da calidez a la estancia.


lunes, 13 de septiembre de 2021

El Palacio de la condesa de Lebrija (16): Escalera principal.


La escalera principal de la casa-palacio fue mandada construir personalmente por doña Regla y es, sin duda, una de las piezas más notables de todo el recinto y es ejemplo del afán coleccionista de la condesa.

Su amplioespacio es fruto de la demolición de varias estancias más pequeñas adornándose los suelos del suelo con nuevos mosaicos romanos. En las paredes colocó paneles con algunos de los más hermosos azulejos que poseía, mientras que para cubrir la caja de la escalera utilizó un magnífico techo de lacería mudéjar procedente de una torre del castillo de los duques de Arcos en Marchena.

Doña Regla visitó este castillo en 1904 cuando ya el edifico estaba saqueado y su patio principal convertido en una plaza de toros. Fue entonces cuando compró la techumbre, a la que años más tarde pudo añadirle el friso de yeseras renacentistas del mismo palacio. se trata de relieves con bustos de damas y caballeros alojados bajo unos arcos de características platerescas, alternado con las armas "Ponce de León". 

El castillo de Marchena se abandonó a finales del siglo XIX y su expoliación fue una grave pérdida para el patrimonio artístico andaluz, sólo se consiguió salvar una de las puertas (que podemos ver en el Alcázar sevillano en uno delos accesos a los jardines) y lo adquirido por la condesa de Lebrija.

Quedaba la barandilla para terminar la escalera. La condesa se había encaprichado de la barandilla de una casa sanluqueña, pero, al no poder adquirirla, mandó a su carpintero que la copiara con la más exacta prolijidad, en madera de caoba.

Se adornan los muros altos de la escalera con una serie de retratos de los antepasados de la condesa, un gran cuadro de la "Adoración de los Reyes", un repostero con las armas familiares y un tapiz flamenco de asunto bíblico con el personaje de David. 

En el desembarco de la escalera se conservan tras grandes arcones mejicanos de estilo colonial y, en alguna ocasión, me pareció ver el busto en bronce de don Eduardo de León, conde de Lebrija, que nació en esta casa en 1919 y la cuidó y habitó hasta su fallecimiento.

La condesa adquirió para la escalera (también para el cenador de cristal y el comedor de verano) una patada de azulejos renacentistas provenientes de la amortización el convento de San Agustín (edificio abandonado por las autoridades públicas y que parte de él es ocupado actualmente por una manzana de pisos en la esquina de la avenida Luís Montoto con la Plaza de San Agustín, aunque su mejor vista es por la calle San Alonso de Orozco).

En este amplio lote de compra de azulejos entraron lotes con fechas de creación distintas y realizados por dos artistas diferentes aunque muy conectados por una misma tradición. El conjunto más temprano es un grupo de paneles atribuibles a Cristóbal de Augusta, ceramista que realizó los azulejos del salón del baile del Alcázar de Sevilla hacia 1575. En algún azulejo de la escalera aparece la fecha 1585 por lo que podemos datar la obra en esta fecha.

Cristóbal de Augusta combinó aquí figuras, frisos de grotescos y candelabros, medallas con retratos y motivos ornamentales de origen textil, inspirados en tejidos flamencos y en tratados italianos de arquitectura clásica. Como parte de este conjunto es de resalta la cariátide que decora el descansillo de la escalera.

Otros paneles están datados en 1610 y 1611 y decoran el arranque de la escalera y el friso horizontal que la remata. el autor fue Hernando de Valladares, ceramista sevillano discípulo de Cristóbal de Augusta.













domingo, 12 de septiembre de 2021

El Palacio de la condesa de Lebrija (15): Salón de las columnas.


El llamado Salón de las columnas es la estancia de mayores dimensiones del conjunto palaciego. Destacan en él dos columnas romanas, una de mármol con tonos verdes y otra de una gran variedad de colores. También llama la atención uno de los capiteles en color blanco, de la misma procedencia.

El mosaico está recubierto con un mosaico que originariamente estaba instalado en el salón central tiene un tapiz continuo de esvásticas enmarcadas en círculos, en cuyo centro se ve un cuadrado formado por corazones y puntas labradas en piedras rojas verdes.

Este pavimento está rodeado de una franja de grandes táselas de cerámica que forman una U alrededor del tema geométrico. La disposición corresponde a un triclinium o comedor con las tras zonas reservadas a los divanes de los comensales.

Adosados a las paredes de este salón se han colocado fragmentos de mosaicos procedentes todos del mismo lugar, pero desgraciadamente en su lugar de procedencia ya estaban destrozados. Debió este pavimento original tener cinco medallones de los cuales han subsistido dos de ellos, incompleto el primero y en perfectas condiciones el segundo. enmarcado está el de mayor tamaño y representa a Baco cabalgando sobre una pantera.

Destaca un mosaico compuesto por figuras de peces de varias formas y brillantes colores que se extrajo completo de una sola pieza. En el círculo central del mismo debería haber una fuente con surtidor de agua que cubriría la superficie y produciría una animación en los peces del fondo. 

El naturalismo y la variedad de las especies representadas corresponden al gusto helenístico en el que se hicieron famosos estos pavimentos mosaicos. Este mosaico está fechado en el siglo I d. C. y es el más antiguo de los del palacio.











sábado, 11 de septiembre de 2021

El Palacio de la condesa de Lebrija (14): Sala de Dionisos.


La Sala de Dionisos toma su nombre del torso de mármol que se expone en la misma que se cree representa a Dionisos, dios griego de la fertilidad y el vino.

Esta sala fue originariamente un patio. El suelo está pavimentado con mosaicos de motivos geométricos, en blanco y negro, pero los mosaicos más interesantes están en las paredes enmarcados, en especial los que tienen forma de estrella.

También podemos contemplar sobre la pared dos trozos de mosaicos incompletos que pertenecieron al suelo un mosaico de gran tamaño que se encontró en el año 1908 y que representan en el centro de ambos un árbol, teniendo uno de ellos a la derecha un jabalí y más arriba un jilguero y un patito, el otro se dispone de igual forma, a la izquierda del árbol tiene un caballito y, más arriba, un pájaro.






... continua en "El Palacio de la condesa de Lebrija (15)".