La Domus romana no tenía ventanas para evitar el ruido externo y prevenir los robos. sus puertas eran fuertes y robustas, en muchas ocasiones pintadas con llamativos colores.
Tras la puerta de entrada están las fauces, lo que hoy llamaríamos un zaguán, lugar de tránsito entre la puerta y el patio principal. en el suelo solía haber algún mosaico de bienvenida o de advertencia como este de abajo donde se habla de tener cuidado con el perro.
Tras las fauces nos encontramos con el patio en cuyo centro habría un compluvium, una especie de bañera que recogía el agua de la lluvia. el agua se reconducía hasta unos depósitos subterráneos (impluvium) desde donde se sacaba posteriormente a través de un pozo.
Alrededor del patio están las habitaciones, entre ellas, la cocina que hacía también las veces de despensa. En la cocina había normalmente un horno para hacer el pan.
Los triclinios son bancos alargados en donde el anfitrión agasaja a sus invitados. Aquí comen, beben y charlan durante horas. Para comidas normales utilizan una simple mesa y sillas.
La estancia privada del cabeza de familia es utilizado para visitas importantes. allí se cierran los negocios y se guardan la documentación. También se instalan pequeños bustos de mármol con las imágenes de los antepasados más queridos e importantes.
los dormitorios suelen ser simples y pequeños porque de esa manera es más fácil calentarlos. Sólo tienen una cama, una mesita, un armario o baúl y un candil.
El romano se descalza y duerme con la túnica. Si siente frío, se tapa con la túnica o con una manta.