A los pies de la iglesia se puede contemplar el coro bajo, el empleado actualmente por la comunidad de monjas de Santa Paula en los cultos diarios. Las rejas de los coros alto y bajo y la yesería que sirve de decoración de la pared impregnan al muro de un reconocido estilo manierista del siglo XVII. Interesante también fijarse en los dos paños de azulejos que, al igual que los que recubren la parte baja de ambos muros de la nave, representan el estilo del ceramista Hernando de Valladares.
Su techo presenta un artesonado del siglo XVII y sus muros se recubren con azulejo fechados en 1615-1616 y que se pueden relacionar también con el estilo de Hernando de Valladares. El recinto es de forma rectangular con el mismo ancho que la nave de la iglesia. Ocupando tres de las paredes del coro hay un banco corrido de mampostería recubierto de azulejo sevillano que sirve de asiento coral para las monjas, aunque actualmente, al ser tan pocas, se reúnen en oración sobre unas sillas alrededor de atril que sirve de apoyo a la hermana lectora. Existe un facistol del siglo XVII.
En la parte alta de los muros se presentan fragmentos de pinturas murales de principios del siglo XVIII en precario estado.
Acoge el coro bajo la lápida mortuoria de la fundadora del convento, doña Ana de Santillán, que fue trasladada de la iglesia a este lugar en 1830.
Entre las pinturas que adornaban esta estancia destaca la que representa "La disputa entre San Jerónimo con Santa Paula y San Eustoquio", lienzo documentado de Herrera el Viejo (1638).
También colgaban en sus muros una Inmaculada de Pedro Rodríguez Miranda (1748), una Virgen de Guadalupe del mexicano Juan Correa, un retrato de la fundadora realizado por Antonio María Esquivel en 1836 y un lienzo que representa la Coronación de la Virgen cercano al estilo de Lucas Valdés, hacia 1660.
Entre las esculturas del coro destacan un San Juan Evangelista y un San Lucas, piezas procedentes del primitivo retablo mayor (1592), una talla de la Virgen de la Salud del siglo XVIII y la imagen de la Virgen del Amor, con notable ráfaga y corona del siglo XVIII.
En otra vitrina se encuentra una copia del San Jerónimo penitente de Pietro Torrigiano conservado en el Museo de Bellas Artes, pieza realizada a comienzos del siglo XIX por Juan de Astorga.
Cerca de la reja se sitúa el órgano, obra del maestro Otín Calvete (1806), autor de otros órganos neoclásicos de la ciudad. La puerta de la ventana del teclado es desmontable y se decora con pintura del escudo de la Orden de San Jerónimo, pintura igual que la que hay detrás del atril. asimismo en el atril, por delante, se encuentra el escudo de la Orden de Santa Paula.
El órgano tiene un sólo teclado y es de transmisión mecánica, el fuelle es de motor eléctrico y conserva los elementos originales. su estado es relativamente bueno y funciona. El órgano tiene 56 teclas de pasta, que sustituyeron a las originales de marfil y hueso. Además del lleno de flautados, tiene también «el tapadillo», flauta travesera y trompeta real. Ha sufrido varias reparaciones: en 1970, el teclado; en 1974, los fuelles; y en 1990, el motor.
Por una inscripción situada en uno de los tubos de conducción del aire del órgano sabemos que éste «se hizo el año de 1806».
Otras leyendas, en este caso colocadas en una contraventana trasera, añaden nuevos e interesantes datos sobre la obra del órgano: «Siendo Priora la R. M. sor María de los Dolores Molina y Zulueta», «Lo costeó este Órgano la R. M. sor Antonia de la Presentación Pérez Yera» y «Su autor el Sr. D. Antonio Otín Cal- vete».
Otín Calvete, discípulo de Jorge Bosch y de Juan de Bono, fue el maestro organero más prolífico en Sevilla durante la primera mitad del siglo XIX. Intervino –bien creando ex-novo, o bien reparándolos profundamente – en los órganos de las parroquias hispalenses de Santa Cruz, San Benito, San Vicente y la O, en los de los conventos y monasterios de Santa Paula, Santa María del Socorro, San Clemente, Santa Clara, San Antonio de Padua y la Encarnación, o en la capilla Real catedralicia.
La cajonería, de corte neoclásico, está rematada por una imagen de San Antonio en alusión al nombre de la donante Antonia de la Presentación Pérez Yera.
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