Son muchos los edificios que llaman la atención a lo largo de la Avenida de la Constitución. Y hemos destacado algunos a lo largo de los años desde el edificio de la Adriática hasta la Casa de los Guardiola.
Hoy vamos a fijarnos en unas casas de viviendas que el afamado arquitecto José Espiau y Muñoz levantó apara Don Antonio González.
Es de una belleza singular pero lo que más me llamó la atención fueron unos frescos mal cuidados en el ático del mismo. pero contemos un poco de su historia.
Construido en 1929, se trata de uno de los últimos edificios monumentales de Espiau. Un estilo gótico, donde predomina la fuerte verticalidad, gracias a su alto cuerpo vertical.
La portada abocinada del antiguo Colegio de San Miguel (de estilo gótico mudéjar del siglo XIV) se integro en el edificio de manera que compenetración entre la puerta y el resto del edificio es total, entre otras cosas gracias al estilo elegido por Espiau neogótico aunque con cierto toque neomudejar.
Si analizamos la volumetría del edificio observaremos tres cuerpos, donde se observa una fuerte simetría, el cuerpo central y parte de los laterales se encuentra adelantado con respecto al ático.
Además el arquitecto añade otro cuerpo sobre la portada de San Miguel de fuerte tendencia neogótica, adornado con un azulejo de Santa Justa y Rufina.
En los tres cuerpos principales, le da un toque más morisco, usando elementos mudéjares como los arcos conopiales de ladrillo rojo trianero. Los elementos góticos son los que en realidad toman importancia en la composición, los pináculos de orden gigante que rematan la penúltima planta, motivos decorativos como rosetones, o los capiteles donde terminan las tres columnillas agrupadas, típicas del gótico.
Otro elemento decorativo prácticamente único en Sevilla es la estampación de la fachada. Esta técnica de origen modernista es aplicada de manera exitosa sobre esta fachada, la pátina hace que no se puedan apreciar las pinturas como nos gustaría, no obstante aun pueden observarse elementos decorativos como escudos, rosetones, vasijas, o elemento ornamentales.
Por estar a una altura considerable, estas pinturas realmente no se ven a no ser que alces el cuello y fijes la vista en ellas. Su deterioro es notable y sería una muestra de cuidado de nuestro patrimonio que alguien tomara la iniciativa de restaurarlo.
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