En la primera década del siglo XVIII la retablística barroca sevillana va a experimentar un cambio de rumbo significativo. Sin abandonar las coordenadas barrocas, se avanza a una nueva modalidad de retablo, caracterizada por la utilización de la pilastra estipite y un nuevo tipo de talla ornamental, que entremezcla elementos de naturaleza vegetal con otros de tipo geométrico. Se sustituye así al retablo salomónico, que había alcanzado gran desarrollo en la segunda mitad del XVII.
Los principales artífices impulsores de la nueva tipología fueron el castellano Jerónimo Balbás que llega a Sevilla en 1705 y Pedro Duque Cornejo. Esta modalidad está vigente hasta los años centrales del siglo.
El núcleo sevillano de escultores contó con una clientela dispuesta a estimular la producción de retablos, permitiendo así la existencia de múltiples talleres como el de Felipe Fernández del Castillo, uno de los principales difusores del retablo de estípites por la provincia de Sevilla.
Pero esto era hablar del futuro de los retablos en las iglesias de Sevilla porque, a pesar de que Felipe Fernández del Castillo evolucionaría hacia las nuevas corrientes barrocas, el retablo de la iglesia de San Andrés fue construida justo en los inicios de esa evolución artística.
Una de las mejores obras de Felipe Fernández del Castillo fue el retablo mayor de la iglesia de San Andrés en Sevilla. Fue llevada a cabo entre 1732 y 1739 junto a su sobrino el escultor Benito Hita y Castillo y de Guzmán (más conocido por Benito Hita del Castillo) quien comenzó esta obra junto a su tío a la joven edad de dieciocho años.
El retablo mayor de San Andrés está compuesto de un banco, un cuerpo dividido por columnas en tres calles y un remate en forma de ático donde destacan unas pequeñas columnas en forma de estípites que estructuran dicha parcela. Construido en madera, está tallado, ensamblado y dorado y mide 9,86 metros de alto por 6,81 metros de ancho.
A este momento inaugural parecen que pertenecen las tallas de San Pedro y San Pablo, en las calles laterales del cuerpo central, que escoltan a la Virgen Inmaculada.
San Pedro está realizado en madera con técnicas de tallado, estofado y policromado, mide 1,53 metros de alto y es de estilo barroco. San Pablo, también en madera, fue tallado, ensamblado y dorado, su altura es de 1,53 metros y es de estilo barroco.
En el centro del retablo podemos ver la imagen de la Inmaculada Concepción que realizó Jerónimo Hernández alrededor de 1570 y que se cree que proviene del antiguo retablo mayor diseñado por Antonio Maeda en 1594. La virgen Inmaculada, en el centro del retablo, fue realizada en madera con las técnicas de tallado, estofado y policromado, mide 1,69 metros y fue realizada en estilo manierista.
También de esta época son las tallas de San Andrés (en el centro del ático) y Santa Bárbara (a la derecha de San Andrés). Posterior es la figura de San Juan Bautista situada a la izquierda de la hornacina de San Andrés.
San Andrés está situado en la calle central, en la transición del cuerpo principal al ático. Está realizado en madera con las técnicas de tallado, estofado y policromado. Mide 1,40 metros de altura. Es de finales del siglo XVIII y su estética es barroca.
Del mismo estilo fue realizada la talla de Santa Bárbara, con técnicas de tallado, ensamblado y dorado. Mide 1,53 metros de altura y fue realizada en el siglo XVIII por un autor anónimo como todas las tallas anteriormente citadas a excepción de la Inmaculada.
Sobre la imagen de la Inmaculada tenemos a la Eucaristía.
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