La Calle Heliotropo es una estrecha vía del barrio de San Luís en la que podemos distinguir los desechos urbanísticos de una de las joyas de la arquitectura industrial sevillana de principios del siglo XX.
La antigua fábrica Fenández Roche, fundada en 1917, estuvo dedicada a la fabricación de sombreros, primero para el mercado local y luego, tras la caída del uso de esta prenda, para la exportación a clientes tan singulares como los judíos ortodoxos de Nueva York.
El edificio, proyectado por el arquitecto José ANtonio Espiau y Muñoz, es un ejemplo de la arquitectura industrial sevillana de gran valor artístico y cultural. Sin embargo, desde hace más de una década estaba completamente abandonado, sufriendo un progresivo deterioro ante la pasividad tanto de la propiedad como de la Administración.
Los orígenes del inmueble se remontan a una casa con taller en planta baja. Con el tiempo se fueron adquiriendo edificaciones y patios adyacentes hasta llegar al complejo actual, que se asienta sobre cimientos de arquitectura árabe. El edificio es un conglomerado de parcelas y edificios que se han ido fusionando en el tiempo. Su ampliación es una muestra de la arquitectura regionalista sevillana de principios del siglo XX.
La ampliación de la fábrica se realiza por medio de un edificio de dos plantas de ladrillo visto sobre un solar de forma rectangular. Fue realizada en muros de ladrillo, cerchas metálicas para las cubiertas y forjados metálicos con bovedilla para los pisos. Los pilares y las columnas son de hierro fundido.
La composición exterior es de suma sencillez y se realiza utilizando las posibilidades expresivas del ladrillo a base de grandes ventanas de dintel quebrado, formando grupos de dos. La separación de pisos se acentúa mediante la utilización de una cornisa corrida que en la última planta se convierte en voladizo sobre la que se sitúa un pretil decorado con rectángulos.
Destaca su chimenea de ladrillo de unos 40 metros de altura que, junto con la cúpula de la iglesia de San Luis, es uno de los hitos urbanos de la zona. Debajo de la misma, en el interior del edificio, se conserva una caldera “Babcock-Wilcox” forjada en Bilbao en 1929, una joya de nuestro patrimonio tecnológico.
Mientras aquí se abandonan, espacios similares en otros países son realmente valorados y han sido rehabilitados para usos sociales y culturales, como las míticas centrales eléctricas de Battersea y Bankside en Londres, los Mataderos de París, la Ciudad Almacén de Hamburgo o los muelles de Chelsea neoyorkinos.
Es el caso de esta fábrica de sombreros que fue fundada en 1885 y que mantuvo su fabricación en el mismo lugar hasta su traslado al pueblo de Salteras, lo que ha significado el abandono de la edificación y su progresivo deterioro.
¿Pondrá la Administración remedio a esta situación?
Fuente: fabricadesombreros.org
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