jueves, 6 de marzo de 2025

La Iglesia de Santa Catalina (4): la Portada del Muro del Evangelio

 

La fachada del lado del Evangelio es la que se presenta más alterada de las que componen el conjunto edilicio. En un primer lugar encontramos situado a los pies de dicha nave, se encuentra un pequeño ábside curvo de ladrillo visto, decorado con pequeños arcos polilobulados enmarcados por alfiz que apoyan sobre columnillas que no llegan al suelo ya que parten de un listel horizontal. 

Seguido observamos la disposición de la nave lateral hilo con la central formando casi un tejado corrido y único. En este frente se abre una portada arquitrabada y carente de decoración cuya funcionalidad es la de salir y entras los pasos procesionales de las hermandades del templo. 

A continuación se disponen los muros perimetrales de la capilla del Sagrario rematados por una linterna de exuberante decoración que contrasta con la sobriedad del resto del edificio. Es de planta octogonal y presenta en cada uno de sus lados un vano de medio punto con sus enjutas decoradas con roleos vegetales, éstos se flanquean por pilastras corintias sobre las que cabalga un arquitrabe con friso liso y cornisa moldurada sobre la que se asienta al hilo de las pilastras un pequeño pedestal corrido sobre el que se sitúa un flamero. 


Del centro emerge el cupulín con ocho nervios entre los que se distribuye la decoración de azulejos en blanco y azul, rematándose el conjunto por una escultura de la Fe. Las ventanas de los muros exteriores se muestran decoradas con motivos cerámicos alusivos a la Eucaristía. Los elementos estructurales y decorativos se presentan pintados en almagra mientras que las superficies lisas en tonos crema, lo que acentúa el efecto de movilidad propia del barroco.


A continuación, el muro del Evangelio se une a la fachada de la cabecera que presenta una superposición de volúmenes extraña, ya que se disponen en escalonamiento en ascenso hacia la nave del Evangelio una serie de nuevas construcciones, dependencias del templo, que rodean el ábside poligonal que sobre sale en altura destacando los canes de la cornisa, su cubrición en tejas y una gran ventana abuhardillada. Además se observa la linterna de la capilla sacramental que emerge de forma triangular en equilibrio con la torre situada en el lado opuesto.


Una de las singularidades de esta fachada es la presencia de dos retablos cerámicos de gran interés artístico e iconográfico. Sevilla es una ciudad donde la cerámica ha jugado un papel fundamental en la ornamentación de templos y edificios civiles, y la Iglesia de Santa Catalina no es una excepción.


1. El retablo de Santa Lucía.

La Hermandad de Gloria de Santa Lucía con motivo de sus Bodas de Plata, encarga, para su adosamiento en la parte trasera de la iglesia de Santa Catalina, un retablo con la efigie de la patrona de los invidentes Santa Lucía. El diseño del marco arquitectónico es de don Luis Fernández y don Joaquín Cordero llevó a cabo la colocación. En la parte izquierda del marco se grabó la fecha de la fundación de la Hermandad, 1930 y 1955, la de los veinticinco años y en la derecha las siglas de la O.N.C.E. El autor fue Antonio Kiernam Flores y fue realizado en 1955 en azulejo pintado y elaborado por la fábrica Cerámicas Santa Ana.


2. El retablo del Cristo de la Exaltación.

Un panel de azulejos pintado por Manuel Cordero Oliva en 1986 nos muestra al Santísimo Cristo de la Exaltación, imagen titular de la Hermandad con sede en este templo. este retablo cerámico fue bendecido el día 9 de febrero de 1986, tras la función principal de instituto de la Hermandad, por el sacerdote Ramón Soto Valbuena.

El retablo lleva un dispositivo arquitectónico en escayola sobredorada ejecutado por Francisco Ruiz (en Bormujos), en cuya parte superior figura el escudo de la Hermandad y en el inferior el pasaje de la Exaltación.

Respecto a éste último retablo, exiiste una anécdota que debe ser contada. José Cordero Palacios, hijo del autor de la obra Manuel Cordero Oliva que había pintado en 1985, antes de fallecer, le prometio a su padre que, mientras pudieran él y sus hermanos, cuidarían del retablo que su padre había hecho. 

A principios de este siglo, el estado lamentable de la propia iglesia de Santa Catalina había desencadenado en un mayor deterioro del retablo cerámico y los hijos del pintor sentían estar incumpliendo su promesa si no actuaban. No obstante, se encontraban, como toda la ciudad de Sevilla, en pleno compás de espera aguardando que la restauración de la iglesia comenzara de un momento a otro y, por consiguiente, se procediera a actuar sobre el retablo.

Precisamente, en el mes en que se suponía iban a empezar las obras de restauración de Santa Catalina, José Cordero decidió presentarse en el lugar con varios obreros y, tras levantar un andamio, comenzaron a restaurar el azulejo.

Dos días de trabajo es lo que llevó a un equipo de varios hombres que han estado retirando la suciedad del retablo, reintegrando la moldura y cenefa que lo envuelve con cemento, aplicándole una capa de dorado y pintando el entorno de la cerámica, de tal forma que, al menos en esta parte, la fachada se mostró rejuvenecida.

Esta cerámica del Cristo de la Exaltación es la única obra cerámica de Manuel Cordero Oliva pues este, principalmente, era pintor publicista. Ahora, tras la total restauración del templo, sus hijos podrán ver el retablo del padre en el estado que se merece.

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