martes, 4 de marzo de 2025

La Iglesia de Santa Catalina (2): la Portada principal.

 

La Iglesia de Santa Catalina de Sevilla, joya del gótico-mudéjar andaluz, cuenta con una portada principal que encierra siglos de historia y arte. Esta entrada, que ha sido testigo del paso del tiempo y de las múltiples transformaciones del templo, es una pieza clave para entender la evolución arquitectónica de la iglesia y la pervivencia de estilos que caracterizan el casco histórico sevillano. 

El templo al exterior presenta tres portadas: la principal, situada a los pies de la nave central, comunica con la calle Alhóndiga; la del lado del Evangelio, a la calle Capataz Manuel Santiago y Plaza de los Terceros; y la de la nave de la Epístola a la calle Juan de Mesa.


Origen de la portada principal

La portada original de la Iglesia de Santa Catalina pertenecía al conjunto gótico-mudéjar que caracterizaba a este templo desde su construcción en el siglo XIV. Sin embargo, la portada que hoy observamos no es la original, sino que procede de la antigua Iglesia de Santa Lucía, otro templo sevillano que dejó de utilizarse como iglesia en el siglo XIX y que actualmente funciona como sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.


Esta portada fue trasladada a Santa Catalina en el siglo XX, en un esfuerzo por preservar el patrimonio arquitectónico de la ciudad. La sustitución de la portada original por la de Santa Lucía ha generado un interesante diálogo entre dos construcciones religiosas de distinta procedencia pero con una conexión estilística y temporal dentro del arte sevillano.


Descripción artística y arquitectónica

La fachada principal a los pies de la nave presenta estructuralmente la misma disposición que el interior del templo; un gran imafronte con perfil a dos aguas para la nave central y dos perfiles a un agua para las naves laterales. 

En el centro se sitúa la portada principal, que procede, como ya hemos dicho anteriormente, de la antigua iglesia parroquial de Santa Lucía. 


Desde el punto de vista artístico, la portada principal actual es un magnífico ejemplo del gótico-mudéjar sevillano. Construida en piedra, se organiza en torno a un arco apuntado ricamente decorado con molduras, lo que la distingue de la original portada mudéjar de Santa Catalina (de la que hablaremos mañana) , que estaba realizada en ladrillo y poseía un diseño más austero.


La portada, adelantada respecto al muro de la iglesia, es de piedra de sección apuntada, con arquivoltas, decoradas las exteriores con puntas de diamantes y dientes de sierra, las jambas presentan largos baquetones, y en cada enjuta dos guardapolvos superpuestos que portan sendas esculturas. El conjunto se remata con una pequeña con canes, precedente del alero que tan amplia difusión tuvo posteriormente. Sobre la cornisa se dispone un gran rosetón circunscrito por puntas de diamante que aporta luz al interior de la nave central.


Sobre el arco de entrada se encuentra un rosetón de piedra con tracería gótica, que filtra la luz hacia el interior del templo y otorga equilibrio visual a la fachada. Este rosetón es uno de los elementos más representativos de la iglesia y uno de los pocos en Sevilla que han sobrevivido sin alteraciones desde su construcción.


La restauración reciente

La portada principal de la Iglesia de Santa Catalina, al igual que el resto del templo, sufrió un importante deterioro a lo largo del siglo XX. La humedad, la contaminación y el abandono progresivo hicieron que los elementos arquitectónicos presentaran daños estructurales y pérdida de material. En 2004, con el cierre del templo por problemas de estabilidad, se identificó la necesidad de una restauración integral que incluyera su portada.


Los trabajos de restauración se llevaron a cabo dentro del ambicioso proyecto de rehabilitación del templo, finalizado en 2018. Se limpiaron cuidadosamente los sillares de piedra originales, eliminando los depósitos de suciedad acumulados a lo largo de los siglos. Además, se consolidaron los elementos estructurales, asegurando la estabilidad del conjunto sin alterar su esencia.


Una de las intervenciones más delicadas fue la restauración del rosetón gótico, que presentaba fracturas y desplazamientos en algunas de sus piezas. Gracias a un minucioso trabajo de consolidación y reintegración, se logró recuperar su esplendor original sin recurrir a materiales modernos que desvirtuaran su autenticidad.


Finalmente, se aplicó un tratamiento protector a la portada para garantizar su conservación a largo plazo, permitiendo que las generaciones futuras sigan admirando este tesoro del patrimonio sevillano.


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