miércoles, 5 de marzo de 2025

La Iglesia de Santa Catalina (3): la Portada Original.

 

Entre la portada principal y el cancel de acceso existe un espacio intermedio o atrio en cuyo muro lateral izquierdo aparece un arco de herradura apuntado, estando la entrada a la iglesia formada por un arco de herradura polilobulado en el trasdós, enmarcado por un alfiz, todo en ladrillo limpio.  Esta portada, aunque menos conocida, es de gran importancia arquitectónica y estilística, ya que conserva elementos del diseño original de Santa Catalina.

La portada interior también alberga restos de policromía original, lo que sugiere que en su época pudo haber estado ricamente decorada. Con el paso de los siglos, ha sufrido menos intervenciones que la portada exterior, lo que ha permitido que conserve buena parte de su autenticidad histórica. Su restauración, llevada a cabo junto con la del resto de la iglesia, se centró en la limpieza y consolidación de sus materiales, asegurando su estabilidad y realzando su valor patrimonial.


Esta puerta de herradura, ahora interior, era la entrada original al templo, la comunicación con la calle. La colocación de la portada procedente de Santa Lucía en la gran restauración acometida a principios del siglo XX supuso la adición de un nuevo espacio a los pies del templo a modo de “atrio” de acceso, tal y como lo conocemos en la actualidad. Así, los arcos de herradura apuntados inscritos en otros polilobulados que adornaban esa fachada original a modo de ventales, quedaron tapiados en el interior, aunque se pueden percibir con absoluta claridad desde el coro. En la sección longitudinal del edificio se aprecia el evidente desplome de este muro y la labor de contrafuerte que desarrolla el nuevo muro exterior ocupado por la portada ojival.

No obstante no es ésta la única razón que diferencia nuestra visión en el presente del acceso a través del arco de herradura. Debido a la cota actual del suelo del templo el arco ha quedado enterrado perdiendo ante nuestros ojos sus proporciones reales. Los trabajos arqueológicos han descubierto la cota base del mismo –y por tanto de la iglesia siglos atrás- ochenta centímetros por debajo de la existente. Gracias a la solución mediante ventanas de vidrio en el suelo propuesta en la reciente restauración podemos hacernos a la idea de la altura original de este bellísimo y característico elemento arquitectónico.


En el zaguán entre portada y portada podemos ver esta talla de San Antonio al que no le falta nunca una vela encendida.

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