En la entrada a la casa-palacio de la condesa de Lebrija nos indicaron que no era posible realizar fotografías en la visita guiada de la planta superior del edificio, razón por la cual todas las fotografías que podrán ver en este post no son originales sino que son propiedad de la casa-palacio y están publicadas en la propia web del museo.
Como la visita a la planta superior fue extensa, vamos a aprovechar el mismo orden de la misma y expondremos nuestras explicaciones siguiendo el mismo sentido de la propia visitas guiada que ofrecen en la institución.
Tras subir por las escaleras descritas en el post de ayer, nos encontramos una triple cristalera. Una vez traspasada la puerta nos adentramos en la galería que circunvala al patio central y nos dirigimos hacia la izquierda. La galería izquierda, orientada hacia el oeste, tal como vemos en la foto de arriba, tiene tres ventanas al patio y algunas vitrinas, cuadros y muebles de valor.
La primera estancia que visitamos es el comedor principal de la casa. Es una habitación muy amplia cuyo espacio se encuentra dividido en dos por una serie de arcos que voltean sobre columnas pareadas y que aparece ricamente iluminada por los ventanales del fondo, que dan a un jardín trasero.
En el aparador podemos ver una vajilla azul en porcelana de la firma Spode de Inglaterra (nos contaron que sólo existen en el mundo dos vajillas como ésta, la segunda está en Buckingham Palace) y que doña Regla la heredó de su madre.
El techo del comedor está decorado con platos de distintos estilos y procedencias que forman la estrella de David, repitiendo un esquema entallado en el techo de su antiguo estudio de época juvenil.
Si continuamos por la galería izquierda nos encontramos a continuación con el salón Cantón, llamado así por los dos jarrones chinos que nos encontramos a la entrada y de cuya procedencia nos habla su propio nombre.
En los muros de la sala podemos ver algunos cuadros, la mayoría copias de los originales. Así existe una "Virgen con el niño" (obra original según nos indicaron) de Van Dyck y muy apreciada por doña Regla; o una copia de "Santa Justa y Rufina" de Murillo y que podemos ver en el Museo de Bellas arte de Sevilla; o un San Jerónimo flamenco sobre tabla del estilo de Van Rymerswaele, una escena de campesinos flamencos o un cuadro de batalla, ambos del siglo XVII.
En la confluencia de la galería oeste y la galería norte existe un acceso que nos lleva a varias estancias. La primera de ellas es una capilla con un retablo de talla del siglo XVIII donde se expone un gran crucificado de marfil de procedencia americana entre las imágenes barrocas de San Pedro y San Pablo.
En las paredes se superponen cuadros de asuntos religiosos procedentes de distintas ramas de la familia, cuadros devocionales, lámparas, angelitos, una efigie del Niño Jesús y un para de cobres flamencos de bastante calidad. En conjunto se elabora un recinto típico de la religiosidad barroca andaluza del momento.
El retablo del oratorio proviene de una casa de Arcos de la Frontera, del mayorazgo de los Fernández de Valdespino. El retablo, aunque está flanqueado por puertas talladas del siglo XVII, se cree que su autor fue el jerezano Andrés Benítez.
Se trata de una reproducción típica del barroco dieciochesco andaluz, labrado en madera en su color natural y articulado por estípites prismáticos con incrustaciones de espejo.
A la izquierda de la capilla hay un cuarto de estar con retratos familiares, una chimenea y un bargueño o bufete decorado con la técnica de los papeles pintados al gusto oriental llamado decoupage.
Al fondo hay un biombo español decorado del siglo XVIII (en realidad es sólo la mitad del biombo porque la otra parte está en otro salón).
Tras ver el oratorio y el salón adyacente volvemos a la galería y nos introducimos en la que está orientada al norte (foto de abajo) donde se pueden ver algunos barreños de gran calidad, vitrinas con objetos antiguos y cuadros históricos de la familia.
Las galerías superiores del patio, además de utilizarse como corredores de distribución hacia las distintas zonas de la casa, también es aprovechado para reunir los cuadros de los antepasados, independientes o por parejas, con las indumentarias de la época y adornados con algún signo distintivo de su personalidad.
Hay solemnes retratos castellanos de corte con vestimentas del siglo XVII, personajes de blancas pelucas al estilo borbónico, otros con facciones más animadas y naturalistas según el estilo goyesco, figuras románticas con matillas negras o cuadros más realistas según estilos más modernos.
El mobiliario que podemos ver se compone de barqueros o bufetes que, con sus pequeñas gavetas servían para guardar papeles o documentos de uso personal. Los hay castellanos con placas de hueso en cadd portezuela, otros que combinan madera, metal y carey o el más llamativo que se adorna de placas de cristal pintadas al gusto italiano.
En la galería este, la que da a la parte superior de la entrada al edificio, podemos ver algunas vitrinas que muestran ver todo tipo de piezas de vidrio y porcelana con un predominio de las figuras decorativas, especialmente lo de carácter oriental fruto de los regalos recibidos de viajes de amigos de la condesa.
De la galería este del edificio hay una doble escalera de sólo dos peldaños de mármol blanco que nos introducen en el Hall alto, el lugar donde se recibían a las personas que visitaban a la condesa. Una vez en el Hall llama la atención un biombo situado antes de pasar al Salón Rojo, en él se describe la comitiva completa de los invitados a la boda del Rey Alfonso XIII.
Sobre la pared de la derecha (fotos de arriba) podemos ver dos estanterías con documentos, ejecutorias de hidalguía y las concesiones nobiliarias de las diversas ramas de los antepasados de la familia. Muchos de estos documentos unen al valor histórico de las firmas reales que se remontan a Felipe II, magníficas miniaturas y letras capitales sobre vitelas y pergaminos encuadernados en raso y piel dorada.
A la izquierda se abren dos salones pequeños. El primero de ellos con cuadros de los diversos escudos de la familia y, sobre todo, una antigua viguería de madera donde están expuestos los escudos de los apellidos de los diversos mayorazgos que han ido agregándosele a la familia desde el siglo XVI: Pérez de Moreda, Castroverde, Esccamilla, Fernández de Valdespino, Gutiérrez de Armijo, Tamariz de Notares, Valle de la Reina, Montes de Oca, Cambiaso, Micones, Manjón, Mergelina, León y otros muchos entre los que la familia conserva los títulos de Lebrija, Méritos y Blecua.
El otro salón, llamado marroquí o morisco, está decorado con el gusto propio de este pueblo norteafricano. Aprovechando el gusto de la época, doña Regla se dejó llevar por este gusto exótico para decorar esta estancia con muebles de taracea, almohadones de cuero repujado, tapicería de vivos colores y útiles de cobre o latón.
Al fondo del Hall se accede al Salón Rojo, que ocupa la parte más rica de la casa, destinada a atender las visitas. Allí se acumulan las vitrinas doradas donde se guardan los objetos personales más valiosos de los antepasados directos de la condesa de Lebrija.
En los muros se pueden encontrar algunas de las pinturas más relevantes que conserva la casa. De finales del gótico es un tríptico que representa a San Roque en el centro y a San Benito y San Sebastián en lo laterales, cada uno de los santos acompañados por cuadritos menores con sucesos de sus vidas en la parte superior.
Este salón es el que utiliza la familia para atender a sus amigos y poder lucir sus mejores galas en los días de Semana Santa cuando las cofradías pasan por la puerta de la casa.
A la izquierda del Salón Rojo, entrando por la puerta del fondo, pasamos a una de las estancias más impactantes de la casa: la biblioteca. La biblioteca, entre libros, documentos, legajos, etc dispone de un fondo de seis mil unidades de lectura, cuatro mil pertenecientes a la condesa de Lebrija, dos mil pertenecientes a su esposo don Federico Sánchez Bedoya.
La techumbre es un excelente envigado del siglo XVI, las estanterías cubren todas las paredes y contienen obras de gran valor, algunos incunables y libros ilustrados de los siglos XVII y XVIII.
También se encuentra aquí parte del archivo familiar, entre ellos, parte de la correspondencia personal de la familia. Los retratos y recuerdos personales de las vitrinas de la biblioteca corresponden al esposo de la condesa y a su sobrino muerto en las guerras de África.
Al otro lado del Salón Rojo hay una estancia más pequeña que permite los encuentros más reservados.
Para finalizar la visita a la parte alta de la casa de la condesa de Lebrija volvemos de nuevo a la galería este donde encontramos una última puerta tras la que se esconde un dormitorio que, según nos indicaron, era el dormitorio de la propia condesa, aunque también es conocido como el dormitorio del obispo.
En él podemos ver diversas pinturas destacando un pequeño boceto murillesco cuyo asunto es el Tránsito de Santa Teresa, algunos muebles en caoba, unas sillas y un sillón descalzador, rematado por una lámpara de cristal de ocho brazos y un gran alfombra que le da calidez a la estancia.