Sobre el dintel de la Puerta del Perdón de nuestra Catedral podemos ver este altorrelieve. En él se refleja la escena bíblica en la que Jesús expulsa a los mercaderes del templo.
Como casi todo en la vida, hay una historia detrás de él. Veámosla.
El el siglo XVI, con el incipiente comercio entre la Corona española y las Indias recién descubierta, Sevilla se convierte en el puerto de salida y llegada de los galeones que hacían la ruta americana. El centro comercial del mundo estaba en el puerto de Sevilla y en sus calles y plazas.
Los comerciantes de ultramarinos necesitaban un ágora, un lugar público donde negociar y donde cerrar los tratos comerciales.
El lugar de reunión era el patio de los Naranjos de la Santa Catedral.
Esta situación fue creciendo con los años y con el descubrimiento de nuevas tierras allende los mares. Los comerciantes, venidos de toda Europa, especialmente genoveses, francos, alemanes y holandeses, ocupaban el Patio catedralicio y las gradas adyacentes.
La curia catedralicia estaba enfrentada a esta situación y, aunque intentó dialogar con los comerciantes, éstos hicieron caso omiso de la petición. El lugar sagrado estaba siendo profanado por el dinero.
Como medida intimidatoria, el Obispo de Sevilla decidió instalar sobre la puerta de entrada al Patio de los Naranjos un aviso a navegantes: Jesús expulsó a los mercaderes del templo porque era un lugar sagrado.
La medida no tuvo su efecto.
Años más tarde, el Rey Felipe II, hombre religioso y piadoso, en una visita a Sevilla, fue informado de este hecho.
Y el Rey dio una respuesta satisfactoria. Ordenó crear un edificio que sirviera de lonja de Mercaderes. Otro día contaremos esta historia, una historia que supuso el origen del edificio que hoy alberga el Archivo General de Indias.