Nuestra Señora de La Salette, también conocida como la Virgen de la Salette o la Saleta, es una advocación mariana bajo la cual los fieles católicos veneran a la Virgen María tras su aparición a dos niños en el pueblo de La Salette-Fallavaux, en la región de Isère, Francia. Este acontecimiento tuvo lugar el 19 de septiembre de 1846 y dio origen a la construcción de un santuario en el sitio donde ocurrió la manifestación.
Los protagonistas de esta aparición fueron Mélanie Calvat, de 15 años, y Maximino Giraud, de 11 años, dos jóvenes pastores que aseguraron haber visto, en la tarde de aquel día, a una “Bella Dama” envuelta en un resplandor más brillante que el sol. La visión se presentó primero en actitud de profundo dolor, con el rostro entre las manos y lágrimas en los ojos. Luego, la Virgen se levantó y les habló en francés y en patois, el dialecto occitano que los niños entendían.
El mensaje que transmitió estaba centrado en la preocupación por la impiedad que dominaba la sociedad de la época. Con tristeza, les advirtió sobre dos pecados particularmente graves: la blasfemia y el incumplimiento del descanso dominical, incluyendo la falta de asistencia a la misa. Predijo severos castigos si la humanidad no corregía su conducta, pero también prometió misericordia divina para aquellos que se arrepintieran. Su llamado fue claro: rezar, hacer penitencia y difundir su mensaje.
El resplandor que rodeaba la aparición emanaba de un gran crucifijo que llevaba sobre el pecho, adornado con un martillo y unas tenazas. Además, la Virgen tenía sobre los hombros una cadena y estaba engalanada con rosas en su cabeza, cintura y pies. Su vestimenta era blanca, complementada con un chal de color rubí y un delantal dorado. Finalmente, tras dirigirse a los niños, la Virgen ascendió por una colina hasta desvanecerse en la luz.
Después de cinco años de rigurosas investigaciones, el obispo de Grenoble, Philibert de Bruillard, proclamó la autenticidad de la aparición. Posteriormente, el papa Pío IX aprobó oficialmente la devoción a Nuestra Señora de La Salette, consolidando su culto dentro de la Iglesia.
Los pastorcillos afirmaron haber recibido dos secretos de la Virgen, uno comunicado a Mélanie y otro a Maximino. Según su testimonio, ambos fueron revelados el mismo día de la aparición, pero se les indicó que no los compartieran entre sí ni con nadie hasta el año 1858, momento en el que debían ser divulgados. Siguiendo las recomendaciones de Monseñor de Bruillard, estos secretos fueron remitidos en 1851 al papa Pío IX.
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