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miércoles, 22 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (13): la entrada del Museo.

 

En uno de los laterales del compás de los locutorios se construyó una escalera que diera acceso desde este recinto al museo conventual y así poder mostrarlo a los visitantes. Aunque la escalera es moderna se diseñó en ladrillo visto con barandilla de madera para que no desentonar del resto de la edificación, su estética del siglo XVI y su historia. Una columna de mármol blanco y un tejaron completan el conjunto.


El museo conventual de Santa Paula, fue creado por sor Cristina de la Cruz de Arteaga, quien heredó de su madre, duquesa viuda del Infantado, una importante colección de piezas artísticas que se exponen en la primera planta del edificio desde 1.976. como se disponía de dos naves paralelas en el piso principal se encargó al prestigioso arquitecto Rafael Manzano un estudio para dar acceso desde el compás de los locutorios, cuyo resultado fue esta original escalera de un solo tramo que se puede admirar desde el atrio del torno.



Al finalizar la ascensión de la escalera del museo conventual nos encontramos con un moderno panel de azulejos planos pintados en los que se representa a Santa Paula con su hábito marrón y blanco, una cruz en la mano derecha y la Biblia en la mano izquierda. Mide 45 centímetros de ancho y 60 de alto.

El panel cerámico está datado en el año 2000 y su autor fue Alfonso Carlos Orce Villar, pintor ceramista nacido en Sevilla en 1959 y nieto de Enrique Orce Mármol e hijo de Alfonso Orce González. 

Alfonso Carlos es Licenciado en Bellas Artes, en 1985 fue uno de los iniciadores de la Escuela de Cerámica que tuvo su sede en la calle Rodrigo de Triana. Paralelamente se incorporó al estudio que su padre mantenía en la Casa de los Artesanos, en la trianera calle Covadonga, donde comenzó a ejecutar sus encargos particulares y a investigar en la técnica cerámica.

martes, 21 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (12): el compás de los locutorios.

 

Cuando atravesamos la puerta de entrada del convento de Santa Paula y ponemos pie en este recinto de paz y luz lo hacemos por el compás de los locutorios y por el patio, posiblemente, más antiguo del recinto.

El patio tiene forma rectangular y las edificaciones que lo rodean tienen un cierto desorden que lo hacen aún más atractivo para los visitantes que se interesan por su historia, entre otras cosas porque, aunque el convento ha sufrido ampliaciones, modificaciones y restauraciones importantes, se ha conservado la estructura original de este patio en la mayoría de las ocasiones.

Esta zona debe ser el núcleo más antiguo del convento que fundara doña Ana de Santillán. Esta construcción puede ser fechada en torno a 1546 aproximadamente ya que esa es la fecha que podemos leer en un azulejo sobre la puerta de la clavería.

A través de sus puertas se puede acceder a la propia Clavería, a la capilla del Sagrado Corazón, a la tienda donde se pueden comprar las famosas mermeladas de Santa Paula, a otras dependencias menores junto a la tienda, a la planta superior a través de una escalera adosada a la pared sur o al recinto museístico por una escalera moderna pero que se construyó de forma que no desentonara con el entorno.















lunes, 20 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (11): la entrada al recinto monacal.

 


El Monasterio de SantaPaula de Sevilla cuenta con dos entradas desde la propia calle Santa Paula. La primera de ellas ya fue descrita con anterioridad y es la que da acceso a la propia iglesia y a uno de sus jardines interiores. La segunda de ellas, abierta a través del compás de los locutorios, permite llegar a la puerta reglar, las dependencias de las hermanas porteras, el museo conventual del que hablaremos profusamente en los próximos días, la tienda donde venden sus famosas mermeladas, la clavería y la capilla del Sagrado Corazón.


Junto a la puerta principal del convento existe una accesoria sobre la que podemos ver el azulejo de arriba con el escudo de la orden jerónima de Santa Paula. A través de esa puerta se accede a la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús.

En relación al león rampante del escudo jerónimo cuenta la tradición oral que estando san Jerónimo retirado en el desierto de Palestina, curó la pata, herida por una espina, de un fiero león. El animal, agradecido, no se separó de él. La muerte del santo, el treinta de septiembre del año 420, llevó al león a tumbarse sobre su tumba hasta dejarse morir de hambre. El capelo cardenalicio hace alusión a su vinculación con la sede de Roma, toda vez que llegó a ser secretario del Papa san Dámaso.


La zona de clausura cuenta con dos claustros, uno principal realizado por Diego López Bueno en el siglo XVII, cuando se amplía el convento a consecuencia del auge de la comunidad, haciendo de éste el claustro principal a costa del otro más pequeño, conocido como "patio viejo". Ambos quedan comunicados entre sí mediante una arquería de cuatro vanos sobre columnas pareadas y arcos de medio punto.

El perímetro del monasterio se destina para espacios auxiliares de menor entidad arquitectónica, tales como almacenes, lavaderos, ropería, algunas celdas dispersas, sin olvidar el antiguo noviciado, con estructura diferenciada de casa.










viernes, 17 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (10): el Coro bajo.

 


A los pies de la iglesia se puede contemplar el coro bajo, el empleado actualmente por la comunidad de monjas de Santa Paula en los cultos diarios. Las rejas de los coros alto y bajo y la yesería que sirve de decoración de la pared impregnan al muro de un reconocido estilo manierista del siglo XVII. Interesante también fijarse en los dos paños de azulejos que, al igual que los que recubren la parte baja de ambos muros de la nave, representan el estilo del ceramista Hernando de Valladares.

Su techo presenta un artesonado del siglo XVII y sus muros se recubren con azulejo fechados en 1615-1616 y que se pueden relacionar también con el estilo de Hernando de Valladares. El recinto es de forma rectangular con el mismo ancho que la nave de la iglesia. Ocupando tres de las paredes del coro hay un banco corrido de mampostería recubierto de azulejo sevillano que sirve de asiento coral para las monjas, aunque actualmente, al ser tan pocas, se reúnen en oración sobre unas sillas alrededor de atril que sirve de apoyo a la hermana lectora. Existe un facistol del siglo XVII.

En la parte alta de los muros se presentan fragmentos de pinturas murales de principios del siglo XVIII en precario estado.


Acoge el coro bajo la lápida mortuoria de la fundadora del convento, doña Ana de Santillán, que fue trasladada de la iglesia a este lugar en 1830. 

Entre las pinturas que adornaban esta estancia destaca la que representa "La disputa entre San Jerónimo con Santa Paula y San Eustoquio", lienzo documentado de Herrera el Viejo (1638). 

También colgaban en sus muros una Inmaculada de Pedro Rodríguez Miranda (1748), una Virgen de Guadalupe del mexicano Juan Correa, un retrato de la fundadora realizado por Antonio María Esquivel en 1836 y un lienzo que representa la Coronación de la Virgen cercano al estilo de Lucas Valdés, hacia 1660. 


Entre las esculturas del coro destacan un San Juan Evangelista y un San Lucas, piezas procedentes del primitivo retablo mayor (1592), una talla de la Virgen de la Salud del siglo XVIII y la imagen de la Virgen del Amor, con notable ráfaga y corona del siglo XVIII. 


En otra vitrina se encuentra una copia del San Jerónimo penitente de Pietro Torrigiano conservado en el Museo de Bellas Artes, pieza realizada a comienzos del siglo XIX por Juan de Astorga.








Cerca de la reja se sitúa el órgano, obra del maestro Otín Calvete (1806), autor de otros órganos neoclásicos de la ciudad. La puerta de la ventana del teclado es desmontable y se decora con pintura del escudo de la Orden de San Jerónimo, pintura igual que la que hay detrás del atril. asimismo en el atril, por delante, se encuentra el escudo de la Orden de Santa Paula. 

El órgano tiene un sólo teclado y es de transmisión mecánica, el fuelle es de motor eléctrico y conserva los elementos originales. su estado es relativamente bueno y funciona. El órgano tiene 56 teclas de pasta, que sustituyeron a las originales de marfil y hueso. Además del lleno de flautados, tiene también «el tapadillo», flauta travesera y trompeta real. Ha sufrido varias reparaciones: en 1970, el teclado; en 1974, los fuelles; y en 1990, el motor.

Por una inscripción situada en uno de los tubos de conducción del aire del órgano sabemos que éste «se hizo el año de 1806». 

Otras leyendas, en este caso colocadas en una contraventana trasera, añaden nuevos e interesantes datos sobre la obra del órgano: «Siendo Priora la R. M. sor María de los Dolores Molina y Zulueta», «Lo costeó este Órgano la R. M. sor Antonia de la Presentación Pérez Yera» y «Su autor el Sr. D. Antonio Otín Cal- vete». 

Otín Calvete, discípulo de Jorge Bosch y de Juan de Bono, fue el maestro organero más prolífico en  Sevilla durante la primera mitad del siglo XIX. Intervino –bien creando ex-novo, o bien reparándolos profundamente – en los órganos de las parroquias hispalenses de Santa Cruz, San Benito, San Vicente y la O, en los de los conventos y monasterios de Santa Paula, Santa María del Socorro, San Clemente, Santa Clara, San Antonio de Padua y la Encarnación, o en la capilla Real catedralicia. 

La cajonería, de corte neoclásico, está rematada por una imagen de San Antonio en alusión al nombre de la donante Antonia de la Presentación Pérez Yera.



jueves, 16 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (9): el muro de la Epístola de la iglesia.

 


El muro de la Epístola de la iglesia de Santa Paula es más rico en retablos que el del Evangelio. En este caso son tres, dedicados a San Juan Evangelista, al Cristo de los Corales y a la Virgen del Rosario.

1.- Retablo de San Juan Bautista.


En el muro epistolar y haciendo pareja con el retablo que tiene al frente, se sitúa el excelente retablo de San Juan Bautista, realizado por Felipe de Ribas en 1637. 

La imagen del titular, vestido con pieles y con el cordero a sus pies, es talla de Juan Martínez Montañés. A izquierda y derecha aparecen flanqueada por el tema de la Visitación, con imágenes de la Virgen y de su prima Santa Isabel, tallas de Felipe de Rivas. 


El retablo se articula mediante columnas estriadas con decoración en forma de espina de pescado, destacando el relieve superior con el tema del Bautismo de Cristo, iconografía habitual que permitía relacionar la figura del Precursor (el Bautista) y de Jesús (el Mesías).  Las formas y la composición siguen modelos montañesinos como el del retablo del convento del Socorro hoy conservado en la iglesia de la Anunciación. 

También destacan los ángeles pasionistas que se sitúan en los frontones del retablo, que siguen de nuevo los modelos de Martínez Montañés, portando dos de ellos la cabeza degollada del Bautista.



2.- Retablo del Cristo de los Corales.


A continuación del retablo de San Juan Evangelista se conserva un retablo realizado por Felipe de Ribas en 1638, coronado por un curioso relieve del Descenso de Cristo al Limbo, que acoge la imagen de un devoto Crucificado tardomedieval, el llamado Crucificado del Coral, talla atribuida tradicionalmente al escultor tardogótico Pedro Millán, el autor local que continuó la estética gótica francesa de Lorenzo Mercadante de Bretaña en la transición entre los siglos XV y XVI.

La talla conservada en Santa Paula presenta los rasgos habituales del mundo tardogótico, corona de espinas trenzada y tallada en la misma cabeza, proporciones estilizadas, costillas muy marcadas, y paño de pureza recogido sobre las rodillas, con pliegues angulosos propios de la época. Es obra de talla completa en madera, algo poco habitual en Pedro Millán, acostumbrado al modelado del barro. 

Un Crucificado muerto, con abundante sangre en la llaga de su costado (llega hasta el sudario, tras clavos y cruz plana y cepillada que, posiblemente, no sea la original). Actualmente flanqueado por pequeñas tallas del siglo XVIII de la Virgen y San Juan, el Crucificado del Coral del convento de Santa Paula permite imaginar la Semana Santa de comienzos del siglo XVI en Sevilla. El retablo actual donde se cobija, con protección a modo de vitrina, se realizó sobre el Crucificado, lo que imposibilita cualquier tipo de movimiento o traslado.

Nos cuenta Manuel Jesús Roldán cierta historia sobre el Cristo de los Corales de Santa Paula. La curiosa advocación del Crucificado se explica en una legendaria historia conservada en un rótulo del mismo convento, una misteriosa donación de unos corales acontecida en fecha indeterminada: «Se presentaron un día en este Monasterio de Santa Paula dos jóvenes y dejaron en depósito un hermoso cajón cerrado. Pasaban años y años y jamás volvieron los conductores a recoger su tesoro. Entonces las religiosas determinaron abrirlo, quedando gustosamente sorprendidas al descubrir la santa Imagen de Jesús Crucificado que se venera en este Altar y juntamente estos corales. Por este motivo se titula el Señor de los Corales». 

La milagrera leyenda se debe analizar también en relación a otras fuentes documentales; es el caso del libro del Abad Gordillo, fechado en el siglo XVII, que narra en su apartado dedicado a las estaciones religiosas más frecuentes de la ciudad, la devoción al titulado Santísimo Cristo de Santa Paula:

«Es también grandemente devota la oración y estación que se hace delante de una imagen de Cristo Nuestro Señor que está en la iglesia del insigne convento de Santa Paula del orden de San, en especial los que pretenden tener estado para salvarse, y los que tienen falta de salud, o desean el buen suceso de personas ausentes y su venida con prosperidad. Hacen esta estación en cinco días de viernes, y se ponen en pié en su presencia y allí rezan treinta y tres Padrenuestros y un Avemaría, en memoria de los años que Jesucristo Señor Nuestro converso en este mundo, o treinta y tres Credos ofrecidos a su Gloriosa Pasión. Y los que van afligidos por muestra de mayor humildad, suelen desde la entrada de la puerta de la Iglesia, hasta el Altar donde la Santa Imagen está ir de rodillas, y el último viernes hacer celebrar una Misa en su Altar donde ponen para ello dos candelas que hasta que se consumen se quedan allí. Hánse visto de esta devoción grandes milagros y en su particular el que se manifiesta con un ramo de coral que está en los pies de la Santa Imagen, de un hombre que estando en las Indias y haciendo su mujer la referida Estación, le trajo Dios a su casa quando menos pensaba movido a ello en el tiempo que por él se hacia la Estación de la Imagen del Santo Cristo».



3.- Retablo de la Virgen del Rosario.


El último retablo del muro es obra de Gaspar de Rivas (1640), siendo la pequeña Virgen del Rosario que preside la hornacina central obra del siglo XVIII. No es su iconografía original ya que antiguas fotos muestran que estuvo presidido por el busto de una Dolorosa. Más abajo vamos a referirnos al expolio pictórico que sufrió este retablo.





4.- Ángel lucernario.


Expolio de las pinturas del Retablo de la Virgen del Rosario.

Las pinturas del retablo de la Virgen del Rosario (tallado en 1641 por Gaspar de Ribas) estuvieron casi dos siglos atribuidas a un inexistente Francisco de Cubrián. Los temas representados en los lienzos, "pintados con fuerza de claro obscuro y con figuras esbeltas y agraciada" hacían alusión  a los misterios de la Virgen y eran los siguientes: la Concepción, los Desposorios de la Virgen, la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento de Jesús y la adoración de los Reyes. 

Por los seis lienzos el autor recibió en julio de 1642 la cantidad de 1.000 reales. En 1990 la investigadora María de los Ángeles Toajas Roger subsanó el error paleográfico de Juan Agustín Ceán Bermúdez –que debió ser el primero que consultó a fines del siglo XVIII el Libro de Cuentas de mayordomía de Santa Paula (1641-1643), creando así en su diccionario una entrada al inexistente Francisco de Cubrián, «pintor y discípulo de Zurbarán en Sevilla»–, y colocó, la citada investigadora, las pinturas de Santa Paula en el haber de Francisco de Zurbarán. Ninguno de estos lienzos de Santa Paula está identificado en la actualidad.

Una nota al pie de la narración del expolio artístico nos informa que «Dentro de 5 días pusieron otras pinturas en su lugar de ningún mérito, que son las que existen». Los catorce lienzos de Alonso Cano (del     que ya hablamos en post anteriores) y Zurbarán fueron sustituidos por otros de diversa procedencia y cronología, rompiendo así, además de los programas iconográficos, la calidad de los conjuntos. 

En el retablo del Evangelista se colocaron pinturas de Santa Inés, San Antonio de Padua, Santa Catalina de Siena, Santa Catalina de Alejandría, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, y dos santos mártires, uno carmelita y otro dominico. Y en el de la Virgen del Rosario encontramos hoy a Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura, San Juan Nepomuceno y cuatro lienzos con motivos de ángeles, dos sólos y otros tantos en pareja, claramente recortados todos de un cuadro mayor.

miércoles, 15 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (8): el muro del Evangelio de la iglesia.

Una vez que detallamos el presbiterio y sus particularidades, nos adentramos en la nave para fijarnos en el muro del Evangelio, ese muro que contiene la portada de entrada a la que hemos hecho referencia días atrás.

Además del ángel lamparero que se apoya en el pilar del arco triunfal, en este muro tenemos dos manifestaciones artísticas diferentes, por un lado un retablo dedicado a San Juan Evangelista y, por otro, una gran pintura al fresco de San Cristóbal.

1.- Retablo de San Juan Evangelista.

En el muro izquierdo, en la parte más cercana al presbiterio se sitúa el retablo de San Juan Evangelista, con un excelente diseño protobarroco de Alonso Cano (1635) y talla principal de Martínez Montañés (1637). 

Muestra al Evangelista en la isla de Patmos, con actitud de inspiración para la escritura del Apocalipsis, teniendo el águila como símbolo iconográfico propio a sus pies y una pluma de plata en sus manos. 

El retablo, articulado mediante hornacinas y columnas estriadas, estaba decorado originalmente por pinturas realizadas por Alonso Cano, que, tras ser robadas por el mariscal Soult durante la invasión francesa en 1810, se diseminaron por diversos museos mundiales como veremos más adelante. 

Las pinturas actuales son de origen diverso, lo cual se constata en su variada iconografía, pudiéndose identificar a Santa Inés, Santa Rosa de Viterbo, Santa Catalina, Santa Teresa o San Juan de la Cruz. Algunas parecen provenir del primitivo retablo mayor, con atribución a Alonso Vázquez. 

El retablo se corona con un curioso altorrelieve que muestra el tema de San Juan ad Portam Latinam.






2.- El Gigante, San Cristóbal.


A los pies del testero izquierdo una magna pintura mural representa a San Cristóbal, que algunos atribuyen a Alonso Vázquez y que entra en la tradición de los Cristobalones, representación en tamaño colosal del mítico gigante que aparece en otros lugares de la ciudad como el convento de Santa Clara, la iglesia de Santa Catalina o la misma Catedral. 

Es una iconografía que la Iglesia reconoce como legendaria, la del vanidoso gigante que ayudaba a cruzar a las personas por un río y que un día comprobó que llevaba al mismo Jesús sobres sus hombros. "Tú serás Cristóbal, el que porta a Cristo", fue el mensaje que transmitió el Niño en la legendaria escena.


3.- Ángel lucernario.



Expolio del retablo de San Juan Evangelista.

En las actas capitulares del Convento de Santa Paula se hace referencia a la codicia del mariscal Soult y su apego a la pintura barroca española.  El documento capitular dice lo siguiente: 

«en este día por Orden de N. Rey Don José I y en su nombre el Sr. Mariscal, el Excmo. Sr. Duque de Dalmacia, haviendo apetecido catorse pinturas que adornaban los Altares de Ntra. Iglesia, el de la Virgen que está inmediato al coro, y el de S. Juan Evangelista que está junto a la pileta del agua bendita, las quales pinturas eran de los misterios de la Virgen y de San Juan Evangelista. Estavan valoradas en 80 pesos. Se quitaron por el caballero comicionado y se llevaron oy, 31 de diciembre de 1810» .

Las pinturas expoliadas del retablo de San Juan Evangelista eran obra del celebérrimo Alonso Cano, a quien se le contrató la hechura escultórica y pictórica del retablo (salvo la extraordinaria efigie sedente del discípulo amado y el relieve de su frustrado martirio, que son obra de Juan Martínez Montañés, 1637) en noviembre de 1635. 

Una obra, la del retablo, que tiene más de concepción pictórica que de escultórica. En un principio, Alonso Cano se comprometió a pintar diez cuadros y la puerta del sagrario, pero el proyecto se modificó con la inclusión de la escultura del cénit del retablo (la efigie del Evangelista y el relieve de San Juan ad Portam Latinam) por lo que al final el granadino sólo pintó ocho lienzos con escenas de la vida de San Juan. 

Esas ocho pinturas fueron robadas por Soult y se ha podido seguir el rastro de seis de ellas, hoy perfectamente identificadas: «La comunión de la Virgen» (museo de San Carlos, Ciudad de Méjico), «La visión de San Juan» (colección Wallace de Londres), «La visión del Cordero» y «La visión de Dios» (ambos en el museo John y Mable Ringling de Sarasota, Florida), «San Juan exorciza al demonio» y «Santiago» (Museo del Louvre). 

Estos dos últimos, que originalmente flanqueaban el sagrario, aparecieron en el mercado del arte en 1976. Se desconoce el paradero de las dos pinturas del ático: la Caridad y la Fe. Se perdieron para Sevilla, pero... ¿estarán perdidas para la humanidad o se encontrarán en manos de algún coleccionista privado que no da noticias de ellas? Sólo el tiempo nos lo dirá.