En la fachada norte de la Catedral que linda con la Plaza Virgen de los Reyes nos encontramos con tres puertas de acceso. Por este orden, en dirección Plaza del Triunfo a Calle Placentines, primero vemos la Puerta de la Campanilla, después la Puerta de los Palos y, finalmente, la llamada Puerta del Lagarto.
En estos días vamos a profundizar en la segunda de ellas, la Puerta de los Palos, a la que se le dio ese nombre por situarse junto a ella las maderas que servían de andamiaje para los oficiales que laboraban en pos de derribar un arco musulmán que junto a ella existía allá por el siglo XVIII.
En cuanto a su autoría, ha habido discusiones al respecto, pero parece que la tendencia más aceptada es adjudicársela al maestro francés Miguel Perrín quien la levantó entre los años 1520 y 1522 y además, fue contratado por el Cabildo Catedralicio para otras obras menores.
Las figuras fueron moldeadas por partes sobre unas estructuras metálicas para darles cierta consistencia pues el material que se utilizó fue el barro. posteriormente se procedió a policromarlas, pero este colorido no ha llegado hasta nuestros tiempos.
Esta puerta está situada al pie de la Giralda, al fondo de la nave de San Sebastián. Su primer nombre fue el de puerta “al Corral de los Olmos”, recibiendo, con el relieve de su tímpano, la advocación oficial de “Adoración de los Magos”, pero desde que en el siglo XVIII se derribó un arco musulmán que intestaba contra la fachada de levante de la torre, llamadola “puerta de los Palos”, por las maderas allí acumuladas.
Por ella salen las cofradías durante la semana santa.
En su costado norte aparece un postigo que da acceso directo a la capilla gótica inmediata, la que no se terminó cuando se decidió conservar la Giralda.