viernes, 19 de marzo de 2021

Los baños almohades del Bar Giralda (1): la sala fría.

 

Hace unos días los sevillanos tuvimos una primera oportunidad de ver y disfrutar, visualmente hablando, de la restauración del interior del Bar Giralda (calle Mateos Gago, 1) y de lo que estas salas escondían: un hamman almohade, unos baños públicos datados en el siglo XII y que, según reza en una inscripción colocada en el suelo de la sala de agua templada, fue edificado durante el califato de Abu Yacub entre los años 1163-1184, pocos años antes de que el mismo califa mandara levantar también el nuevo alminar de la mezquita, una torre que hoy conocemos como Giralda.

Diversos historiadores habían documentado la existencia de este chaman desde el siglo XII, aunque ha sido ahora cuando se han recuperado todas las estructuras. 

La importancia de este descubrimiento radica en que estos baños, que sería uno de los muchos que habría en la Sevilla islámica, conservan casi el 90% de su decoración. Se trata de un hecho insólito en toda la Península Ibérica.

El salón principal del Bar Giralda era la sala templada del hamman, la más amplia y lujosa, aunque tanto la cúpula como los arcos, que originariamente serían de herradura, fueron alterados en intervenciones realizadas en el siglo XVII. 

También se conserva la sala fría aunque reducida en longitud, que guarda el acceso original al hammam, que era por la actual calle Don Remondo. 


De la sala caliente, desgraciadamente, tan sólo ha perdurado un arco. Los restauradores han realizado un delicado, minucioso y lucido trabajo para consolidar la decoración de los baños. Han salido a la luz hasta 88 luceras, un número muy elevado. Para una segunda fase queda sacar a la luz todas esas pinturas que se encuentran bajo los enlucidos de cal. 

A principios del siglo XX el edificio donde se encuentra fue objeto de una remodelación a fin de convertirlo en un hotel y desde entonces se decidió ocultar el hamán para preservarlo.


No existe mucha historiografía al respecto de los baños aunque algunas fuentes sí revelan su existencia. La remodelación del local en 1928 por el arquitecto Vicente Traver, para convertirlo en hotel había permitido la buena conservación de la inicial construcción.

El testimonio más antiguo, es del poeta e historiador Rodrigo Caro (1573-1647) donde en 1634, describe que perseveran allí “señales de que fue un baño, y algunos quieren decir que es parte de él la bóveda que se ve al entrar por la Borceguinería, pero no parecen aquellos edificios de baños sino reliquias de algún circo o anfiteatro”. 

A finales del siglo XIX, el escritor e historiador del arte, José Gestoso (1852-1917) y el arquitecto Leopoldo Torres Balbás (1888-1960) sí concretan que se trata de restos de un baño musulmán.

La entrada a los baños se hace desde el exterior del edificio queda a la calle Mateos Gago y se accede directamente a la sala de agua fría.





Una vez completada la visita a la sala de agua fría de los baños almohades, atravesamos esta puerta para disfrutar de la maravillosa sala de agua templada. 

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