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martes, 14 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (7): el Presbiterio de la iglesia.

 

Como decíamos ayer, la zona del presbiterio está ligeramente elevada respecto al resto de la nave del templo y separada de ésta por un arco toral con decoración de tipo jerónimo y sobre la que se apoyan dos ángeles lampareros, uno en cada pilar del arco. Estos ángeles son obras de Bartolomé García de Santiago.

La pieza principal es el retablo mayor, sin embargo  a esta pieza de gran valor se le va a acompañar en este espacio con otras no menos importantes de carácter pictórico o histórico.


1.- Muro del Evangelio. Presbiterio.


Sobre el muro del Evangelio del presbiterio encontramos un lienzo que representa "La muerte de Santa Paula" y fue realizado por Domingo Martínez en 1730. 

Tanto ésta como la del muro de enfrente ("El embarque de Santa Paula hacia Oriente") son dos obras de grandes dimensiones que se encuentran a ambos lados del presbiterio de esta iglesia, donde fueron reintegrados en septiembre del 2008, tras un proceso de restauración que se prolongó durante dos años.

No son muchos los datos que conocemos sobre la vida de Domingo Martínez, pero sabemos que se formó en Sevilla, siendo uno de sus maestros Lucas Valdés, hijo de Valdés Leal. En 1714 se casó con Mariana de Espinosa con quien tuvo cinco hijos. estaba bien considerado dentro de la esfera local como prueban los encargos que recibió del arzobispo de Sevilla para realizar diferentes pinturas destinadas a la Catedral.

La estancia de la corte de Felipe V en Sevilla durante el periodo 1729-1733, le permitió entrar en contactó con los pintores franceses que estaban al servicio de la misma, como Jean Ranc y Louis-Michel van Loo. Esta influencia de la pintura francesa está presente en su obra, aunque su estilo es heredero directo del de Murillo. Fue el mismo Jean Ranc quien lo propuso a Felipe V como pintor de la corte cuando esta se trasladó de nuevo a Madrid. Sin embargo, Domingo Martínez no aceptó el ofrecimiento y permaneció en Sevilla. 

Entre sus discípulos se encuentran Andrés de Rubira, Pedro Tortolero y Juan de Espinal, quien se casó en 1724 con su hija Juana Martínez y heredó el taller familiar, convirtiéndose en cierto sentido en su continuador.



2.- Muro de la Epístola. Presbiterio.


En los muros laterales del presbiterio también nos encontramos con sendos sepulcros de los Marqueses de Montemayor, sepulcros que anteriormente estaban en la zona central y que posteriormente fueron trasladados y ubicados en donde se encuentran en la actualidad.

En el muro del Evangelio se encuentran los sepulcros de Doña Isabel Enriquez y su hermano León Enríquez. En 1483 doña Isabel Enríquez, marquesa de Montemayor, viuda de don Juan, Condestable de Portugal, y amiga de la fundadora, promovió la edificación de la actual iglesia. Su historia está ligada a la propia iglesia. Doña Isabel Enríquez, biznieta de D. Enrique III de Castilla y del rey D. Fernando de Portugal,  se convirtió en la inesperada bienhechora que ayudó al monasterio. 

Estaba casada con D. Juan de Braganza, codestable de Portugal y Marqués de Montemayor. Vivía cerca del monasterio de Santa Paula y al quedar viuda, tenía todo su consuelo en el trato con la venerable priora y con sus monjas. Decidió en su duelo, que permanecería en Sevilla, que edificaría la iglesia y los coros que la comunidad estaba necesitando tanto y que este sería el panteón de su esposo y propio, al final de sus días.

En el muro de la Epístola se encuentra el sepulcro de su esposo don Juan de Braganza, Condestable de Portugal y Marqués de Montemayor.








lunes, 13 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (6): el Retablo Mayor de la iglesia.


La iglesia de Santa Paula es una templo de pequeñas dimensiones en el que destaca la belleza barroca del retablo mayor de la misma. El interior de la misma presenta la típica disposición sevillana de nave única cubierta por artesonado de madera de estilo mudéjar y fue construida a finales del siglo XV entre 1483 y 1489, a las puertas históricas de la finalización de la conquista de Granada por los Reyes Católicos y del descubrimiento de América por Colón. 

Su estructura, como hemos dicho, es de cajón con nave única, cabecera plana con contrafuertes en diagonal y coros altos y bajo a los pies. El presbiterio, por la parte central, se encuentra elevado respecto al resto del templo. 

En cuanto a la cubrición, la cabecera presenta bóvedas nervadas de tracería gótica decoradas con pinturas murales, mientras que la nave lo hace con un magnífico artesonado de Diego López de Arenas ejecutado en 1623, con lacería, tirantes y piñas de mocárabes, un artesonado que después veremos con mejor detalle al visitar la sala del Coro Alto del Museo conventual.

El retablo mayor de la iglesia fue levantado por José Fernando de Medinilla en 1730 y realizado en madera dorada. Esta pieza de gran valor sustituyó al antiguo retablo de Andrés Ocampo datado en 1592.

Del antiguo retablo de Ocampo se conserva la escultura principal, la de Santa Paula, además de las figuras de San Agustín y San Blas. Del autor del actual retablo son las obras de San José y San Antonio de Padua.

El retablo tiene tres calles y dos cuerpos que se articulan mediante estípites, disponiendo en el punto central más alto un relieve de San Jerónimo en el desierto. En la calle central, entre los dos cuerpos del retablo, existe una hornacina con una pequeña estatua de la Virgen.


Especial mención debemos hacer, dentro del retablo mayor, a la extraordinaria pieza del frontal del altar que está catalogado por la Junta de Andalucía como Patrimonio Mueble de Andalucía. Fechado entre 1770 y 1790, impregnado de la estética de la escuela sevillana y realizado en estilo rococó, este frontal de altar lamentablemente es, aún, de autoría ignota.

 
De proporciones rectangulares, presenta una banda exterior y un registro también rectangular ocupando la parte central. En éste aparecen tres cartelas, la central de mayor tamaño se encuentra rematada con capelo, siendo de perfil mixtilíneo. Las cartelas laterales están formadas por rocallas y tallos vegetales, además de motivos de "ces". todo el resto del cristal se recorre con motivos semejantes. El conjunto de la decoración aparece íntegramente dorado.

Sus medidas son de 3,40 metros de largo, 1,02 de alto y 12 centímetro de fondo. Se utilizó la madera, el vidrio y el pan de oro para su realización.















viernes, 10 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (5): la portada de la iglesia.

 

La portada de la iglesia de Santa Paula es una de las joyas artísticas de nuestra ciudad que merecen la pena ser contempladas con detenimiento al menos una vez en la vida. 

La mezcla de estilos góticos, mudéjar y plateresco la hacen ser una pieza única en su tiempo y, debido a la complejidad de la misma, vamos a tomar los datos del excelente trabajo que don Alfredo García Portillo realizó de la misma en 2009 y que, en su momento, también pudimos leer en retabloceramico.org. 

La portada de la iglesia, que fue restaurada en el año 1951, tiene una estética un tanto singular porque en ella se combinan el ladrillo agramilado en tonos rojos y ocres que nos recuerda al mudéjar, el arco apuntado reminiscencia del gótico junto a los lameros y medallones y, finalmente, una crestería plateresca revestida al igual que la vuelta exterior del vano con azulejería vidriada polícroma. El trabajo cerámico fue realizado en el año 1504. Algunos autores al ver esta hermosa portada nos hablan de un estilo nuevo, el estilo Reyes Católicos.

Como vemos en esta fotos, la portada está coronada por una cornisa, un antepecho de azulejos de cuenca y por la citada crestería de diez querubines vidriados intercalados con ocho flaneros disponiendo en el centro una cruz de mármol que descansa sobre un monte verde y una calavera y que se cree que no es la original porque es de granito y no de barro como el resto de los elementos. 

En el conjunto de azulejos de la portada vamos a encontrar una serie de figuras diferentes: querubines, cartelas, grifos, tallos y todo género de seres mitológicos, siendo la primera vez que se utilizan en Sevilla temas de grutescos. Pisano decorará la portada con grutescos, de especial belleza los que circundan el arco y enmarcan los siete medallones. Esta decoración basada en elementos vegetales, animales, geométricos y humanos entrelazados originan un conjunto de figuras fantásticas propios de los bajos relieves que decoran portadas y pilastras renacentistas y que Pisano transformará en ornamentación cerámica.


Tres artistas diferentes trabajaron sobre esta obra. Niculoso Pisano hizo el paño de azulejos; otro artista no identificado, aunque se cree que era italiano de la familia o taller Della Robbia como ya veremos, que trabajo en el fondo central de la portada; y la de Pedro Millán en los otros seis tondos si bien debió apoyarse en el vidriado de las piezas de Niculoso Pisano.

En el arranque de la arquivolta, a la derecha, podemos ver una inscripción: "NICULOSO FRANCISCO ITALIANO ME FECIT INEL AGNO DEL 154" (El italiano Niculoso Francisco me hizo en el año 1504).

El tímpano de la portada incluye la obra cerámica de Niculoso Pisano quien la firma en dos lugares diferentes con las palabras "NICULOSO" y "PISANO" y un gran escudo del tiempo de los Reyes Católicos, de mármol blanco, en el centro. El escudo incluye los emblemas de Castilla, León, Aragón, Sicilia y Granada, todos ellos rematados por corona y sostenido por el águila de San Juan Evangelista. Entre los azulejos, a izquierda y derecha se incluye el clásico yugo y el haz de flechas con el "TANTO MONTA"  que identifican a los reyes Isabel y Fernando.

Como curiosidad podemos decir que el escudo de los Reyes Católicos se hizo porque cuando aparece Isabel Enríquez, esposa del Condestable de Portugal, pide que se ponga en honor de los monarcas de los que su marido y ella eran íntimos amigos.

En total la arquivolta de la portada contiene siete fondos a la manera italiana, siendo el central que remata la composición el que se atribuye a un artista ajeno al resto, sin identificar aún, aunque atribuido a un personaje de la familia Della Robbia, activos en Florencia. es de suponer que este fondo que acoge la representación de la Natividad, con hermosa orla de flores y frutos, es el que sirvió de ejemplo a los otros seis, entre los cuales, uno, conserva la firma del autor, el escultor Pedro Millán.

La Natividad

La cartela central, que tiene desperfectos de esmalte y representa a la Natividad como decimos, se encuentra enmarcada por una gruesa guirnalda de hojas, hortalizas y frutas.El origen de este tipo de marcos hay que buscarlo en Lucca Della Robbia quien en sus viajes por los fértiles campos de la Toscana veía ristras de frutas y flores sobre las puertas y ventanas de las casas de los pueblos y en las villas campestres.

En la escena tienen gran predominio los típicos colores azul y blanco de la cerámica de Della Robbia, siendo uno de los motivos por lo que esta pieza se suele adjudicar a alguien que perteneció al taller de Andrea Della Robbia 

El escultor Pedro Millán realizará los seis medallones restantes de la parte cerámica de la arquivolta, seis ejemplares que están formados por guirnaldas con fondo esmaltado en blanco. Los veremos más adelante. 

Pero antes tenemos que fijarnos también en los cuatro ángeles situados en los extremos superiores, en las albanegas. Dos de ellos, en posición de oración sosteniendo cada uno una pequeña cartela con las letras "I.H.S." en caracteres  dorados góticos de adorno sobre fondo cárdeno. Los otros dos ángeles, sobre pedestales, portan libros. Los cuatro son obra de Pedro Millán. 

Sobre el arco, y enmarcando a los ángeles, la decoración es una azulejería plana con un celaje interesante y se utiliza únicamente como ornamento de fondo.

Como decíamos antes, en la arquivolta existían siete tondos. Ya hemos hablado de "La Natividad" que ocupa la posición central sobre el pico superior del arco gótico apuntado. 

A continuación iremos repasando los seis restantes que nacieron de las manos de Pedro Millán. En la parte de la izquierda tenemos a Santa Elena (abajo), San Buenaventura y San Antonio de Padua (en medio) y a San Pedro y San Pablo (arriba). En a parte derecha tenemos a Santa rosa de Viterbo (abajo), Santos Cosme y Damián (en medio) y San Sebastián y San Roque (arriba).

En los extremos inferiores nos encontramos  un fondo con Santa Elena (a la izquierda) y otro con Santa rosa de Viterbo (a la derecha). Sus marcos son reproducciones del de la Natividad si bien no alcanzan la calidad artística de la referida.

Santa Rosa de Viterbo

En el de Santa Rosa de Viterbo vemos como viste el hábito de la Orden, si bien en colores blancos y negros del que se traslucen grandes nudos símbolo del ascesis de la Orden. 

La santa, que porta rosas en el delantal que lleva entre sus manos como clara referencia al  milagro en el que los mendrugos de pan que transportaba se convirtieron en rosas, aparece nimbada en amarillo y situada en un campo con colores verdes y ocres, el fondo es un cielo blanco con ligeros toques de azul cobalto, al objeto de asemejar las nubes. La cerámica consta de tres placas.


Santa Elena

El tondo de Santa Elena dispone de un fondo similar en composición y colores al de Santa Paula, si bien más deteriorado. En él la madre del emperador romano Constantino (fundador de Constantinopla y primer emperador romano que defendió a los cristianos), se muestra con vestidura morada y toca y cabeza blancas, aparece coronada como corresponde a su dignidad de emperatriz y está también nimbada en amarillo. 

Santa Elena está abrazada a una cruz de color ocre, en su mano izquierda porta tres clavos azules, todos ellos en clara referencia a su papel como buscadora de reliquias de Cristo y figura clave con la invención de la cruz como símbolo cristiano.


San Buenaventura y San Antonio de Padua

Inmediatamente encima de Santa Elena se encuentra el tondo de San Buenaventura y San Antonio de Padua. 

Ambos están con hábito oscuro, atados con cíngulos blancos de gruesos nudos y aparecen nimbados en color amarillo. San Buenaventura, en su mano derecha, porta una cruz patada y en su mano izquierda lleva un libro en alusión a su trabajo de "Lignum vitae". El primero de estos símbolos es el precedente de su "crucifijo biblioteca" que más tarde se convertiría en su distintivo más personal. La mitra episcopal de diversos colores y el capelo cardenalicio verde terminan de conformarse iconografía.

Por su parte San Antonio de Padua lleva sobre su pecho refulgente la imagen del Niño y con la mano izquierda lleva cerrada una taleguilla de color morado. El fondo representa un cielo claro con toques de azul cobalto y, en la zona inferior, justo al centro unas flores verdes y amarillas.


Santos Cosme y Damián

En el tondo opuesto, y justo encima de Santa Rita de Viterbo, encontramos el medallón de los Santos Cosme y Damián en el que podemos ver la firma de Pedro Millán en letra gótica, quien continua utilizando los colores que se han descrito en los anteriores tondos (amarillo en los aureolas y tarro de ungüentos, morado en las sábanas, estuche y tocado de los santos, azul y verde en las túnicas) incluyendo el fondo del cielo claro con toques de azul cobalto.

La escena se representa con el enfermo tendido una cama con una sábana blanca sobre un jergón de color verde. Se trata del episodio en que los dos santos médicos colocan al sacristán de una iglesia de Roma una pierna ya que la suya había sido afectada de gangrena. según la tradición, y aunque la pierna en el tondo aparezca blanca, la nueva que pusieron fue amputada a un cadáver de un hombre negro, quedando curado después de este hecho pero llevando ya siempre una pierna de cada color


San Pedro y San Pablo

En el tondo superior izquierdo encontramos representados a san Pedro y San Pablo con los mismos fondos de nubes, matas y árboles que en los restantes. El primero de ellos se representa con dos llaves azules y amarillas que simbolizan la plata y el oro (la llave del poder de absolución de los pecados y la llave del poder de excomunión). El segundo se representa con una espada como uno de los principales atributos. ambos llevan un libro.


San Sebastián y San Roque

Finalmente, en la parte superior derecha, sobre los Santos Cosme y Damián, se encuentra el tondo de San Sebastián y San Roque. Es el peor conservado y está constituido por tres trozos de los cuales el inferior ha perdido prácticamente todo el vidriado.

Llama la atención el contraste entre el cuerpo atado, desnudo y blanco de San Sebastián que además contiene varias flechas y el de San Roque, vestido con su hábito de peregrino en negro y con su llaga en la pierna.


"NICULOSO FRANCISCO ITALIANO ME FECIT INEL AGNO DEL 154"


A los pies de la misma puerta de entrada nos encontramos una lápida que creemos (por la dificultad de identificar plenamente algunas palabras) contiene el texto siguiente:

Aquí yace el noble
señor doctor don Cristóbal de Santander el cual falleció el vier-
nes a once días
del mes de septiembre de mil cuatrocientos noventa y cinco.


jueves, 9 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (4): los jardines del compás de la iglesia.

 

Tras cruzar la portada del convento que da acceso al compás y los jardines anexos al terreno de la iglesia, nos encontramos con un jardín donde se respira tranquilidad, paz y silencio, un silencio sólo interrumpido por el canto de algunos pájaros que allí moran.

Son dos las placas cerámicas que podemos ver en la pared del propio compás que están referidas, la primera, a las obras que acometió el ayuntamiento de la ciudad para adecentar los jardines en 1951, y, la segunda, referida a la celebración de un capítulo de la Orden de San Clemente en el propio monasterio en 2014.





miércoles, 8 de marzo de 2023

El Convento de Santa Paula (3): la espadaña del convento.



Hay un total de 144 espadañas en Sevilla capital, incluyendo campanarios modernos que adoptan tal forma. Y sin distinción entre construcciones civiles y religiosas no hay dos espadañas iguales y, a su vez, todas guardan semejanzas entre sí.

El barrio de San Julián presume de grandes e importantes edificios religiosos. Entre ellos destaca el Convento de Santa Paula donde la congregación de Hermanas Jerónimas tiene su sede sevillana. A través de la Calle Santa Paula vamos identificando la entrada al convento gracias a esta original espadaña que la distingue de las demás.


Las espadañas consideradas más lucidas y por tanto más bonitas para los sevillanos, son dos, que rivalizan entre sí, decantándose el gusto y la fama hacia la espadaña del Convento de Santa Paula, que se considera prototipo de las vecinas, como la del Convento de Santa Isabel.

La espadaña de Santa Paula es del XVII y de López Bueno, en estilo manierista. Con sus cuatro vanos, es de las más airosas y reluce con cerámica vidriada colorista donde destaca el escudo jerónimo de la orden. 

Perpendicular está a pocos pasos la del Convento de Santa Isabel. A escasos metros también se ve la blanca y de ribetes grana, en estilo barroco, del antiguo Convento de la Paz, no visible desde su calle de Bustos Tavera sino en lontananza desde la calle Dueñas a la altura del Convento del Espíritu Santo.


Si nos centramos en la espadaña de Santa Paula podemos ver como en todo su cuerpo se distinguen esmaltes azules y oros que reflejan la luz del sol. 

En su parte superior hay un azulejo con la imagen de la santa que le da nombre al convento, Santa Paula, a cuyos pies da vueltas una pequeña campana de bronce.

En la parte inferior, junto a dos azulejos con los emblemas de la orden jerónima, el león y el capelo cardenalicio de San Jerónimo, distinguimos tres campanas, siendo la del centro mayor que las dos laterales.


La espadaña fue obra de Diego López Bueno quien en torno a 1612, fue nombrado maestro mayor de fábricas del Arzobispado de Sevilla. Inició entonces su etapa más productiva, diseñando y dando trazas para nuevos retablos, y comenzando su actividad como arquitecto, colaborando en ocasiones con otros maestros, como Vermondo Resta, Miguel de Zumárraga o Juan de Oviedo y de la Bandera. 

Las reformas de los cruceros de las iglesias de San Lorenzo en Sevilla, las portadas para los templos de San Pedro o San Lorenzo, la traza de la iglesia del colegio franciscano de San Buenaventura o los claustros y espadañas de los conventos de Santa Paula y San Clemente el Real, demuestran la importancia que tuvo este arquitecto en el contexto artístico sevillano del primer tercio del siglo XVII. Su importancia artística fue tal que el 16 de marzo de 1628, recibió de Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, el nombramiento de maestro mayor de los Reales Alcázares de Sevilla, cargo que desempeñó hasta el mismo día de su muerte.