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miércoles, 14 de febrero de 2024

El Archivo de Indias: Los Gobernadores de Cuba (3).

 


01.- Teniente General Marqués de la Torre. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 18 de noviembre de 1771 al 11 de junio de 1777.

Don Felipe de Fonsdeviela y Ondeano, II Marqués de la Torre (Zaragoza, 13 de septiembre de 1725 - Madrid, 6 de julio de 1784) fue Capitán General de La Habana y Gobernador de Cuba entre 1771 a 1777. Antes, había sido Gobernador de Venezuela. Felipe de Fonsdeviela fue quien comenzó a interesarse por las posibilidades del tabaco en la comarca occidental de Cuba, la que hoy es conocida como Vuelta Abajo, donde se produce lo que se considera el mejor tabaco del mundo.

El 1 de enero de 1781 fue nombrado ministro plenipotenciario en Rusia, a donde presentó sus credenciales ante la corte el 7 de julio de 1782, tras realizar unos encargos en Viena.


02.- Teniente General Don Luís de las Casas Aragorri. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 9 de julio de 1790 al 6 de diciembre de 1796.

Don Luís de las Casas y Aragorri (San Sebastián 25.VIII.1745 – El Puerto de Santa María 19.VII.1800). Militar, Capitán general de la isla de Cuba y Gobernador de Cádiz.

Con motivo del inicio de las hostilidades contra Inglaterra (1779), acudió con el regimiento de su mando al bloqueo de Gibraltar, donde permaneció dos años, y posteriormente a la expedición que reconquistó Menorca (1782). Fue ascendido a Mariscal de campo y, poco tiempo después, se le concedió la Comandancia general de Orán, donde permaneció hasta abril de 1789.

Poco después fue nombrado Gobernador de La Habana y Capitán general de Cuba, Luisiana y Florida, cargo en el que permaneció desde el 9 de julio de 1790 hasta el 6 de diciembre de 1796. La historia cubana le suele presentar como uno de los mejores gobernantes de la isla de todo el período colonial. 

Típico representante del despotismo ilustrado, dio un fuerte impulso a las obras públicas en la capital y sus alrededores: durante su mandato se construyeron dos nuevos caminos, la carretera de Güines y la Calzada del Monte, dos arterias vitales para la comunicación de la capital con su productivo interior de la isla; se empedraron muchas calles de La Habana y Matanzas, y se construyeron algunos puentes. También se ocupó de finalizar la obra del magnífico Palacio de gobierno de La Habana, el mejor edificio colonial de la isla, que fue el primero en habitar.

Otro de sus empeños fue la difusión de la cultura y la enseñanza, muy atrasados en Cuba. Fundó el Papel Periódico, primera publicación de información general en la isla y una de las primeras de toda la América española, que contribuyó a la difusión de las nuevas ideas económicas. 

Inició la publicación anual de la Guía de Forasteros, un directorio muy útil para disponer de una información actualizada sobre personas y el estado de la isla en general. Ordenó la elaboración del primer censo o padrón que se considera fiable, que mostró un notable incremento de la población.

Bajo sus auspicios se estableció la primera biblioteca pública en La Habana. Al estar el mundo de la cultura en esta época estrechamente ligado al estamento eclesiástico, Las Casas mantuvo siempre una intensa relación con el obispo de La Habana, diócesis recién creada (1789).


03.- Teniente General Conde de Santa Clara. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 6 de diciembre de 1796 al 13 de mayo de 1799.

Don Juan Procopio de Bassecourt y Bryas. Conde de Santa Clara (Barcelona, 22.IV.1740 – 12.IV.1820). Fue Militar y Administrador. De ascendencia flamenca, era hijo de Procopio de Bassecourt y Thieulaine, I conde de Santa Clara (1698-1765), gobernador del Fuerte de Montjuic en Barcelona; y de Catalina Inés de Bryas y Ulloa.

Reconocido inapto para el servicio de campaña, fue agregado a la plaza de Barcelona, recibiendo luego el grado de mariscal de campo (1789). De mayo a noviembre de 1793 fue Gobernador interino de Ceuta y, a partir del 27 de noviembre, Gobernador político-militar interino de Gerona, con una promoción a Teniente general en 1794. Pasó después a Gobernador político-militar y Corregidor de Barcelona (1795).

Del 6 de diciembre de 1796 al 12 de mayo de 1799 desempeñó el cargo de Capitán general de la isla de Cuba. Ya en España fue nombrado comandante general interino del ejército de Cataluña (14 de mayo de 1802), recibiendo además la cruz de Carlos III.


04.- Teniente General Marqués de Someruelos. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 13 de mayo de 1799 al 14 de abril de 1812.

Don Salvador José Muro y Salazar, Marqués de Someruelos, (Madrid, 6.X.1755 – 13.XII.1813). Fue Teniente general de Infantería, Capitán general de la isla de Cuba y Consejero del Tribunal especial de Guerra y Marina.

El nombramiento como capitán general de la isla de Cuba comprendía en su mando los gobiernos de La Luisiana y las dos Floridas, en América del Norte, y los gobiernos en la isla de Santiago de Cuba y La Habana (adscrito este último al mismo capitán general).

Desarrolló su labor de gobierno al frente de Cuba entre los años 1799 y 1812, lo que significó el gobierno más largo en la historia colonial de la isla. La principal razón de su elección para sustituir al marqués de Santa Clara, fue la reputación que tenía como militar capaz de defender la isla contra cualquier enemigo.

Entre sus obligaciones estuvo el traslado a Cuba de la Real Audiencia de Santo Domingo en 1799, por la entrega de la parte española de dicha isla a Francia, acordado en 1795 por la Paz de Basilea. Preparó la defensa contra el plan de invasión de la isla no concretado, por parte de Gran Bretaña, en 1800. Hizo la entrega de La Luisiana a Francia y apoyó al ejército expedicionario napoleónico de Leclerc contra los sublevados en Saint Domingue en 1802.


05.- Teniente General Don Juan Ruíz de Apodaca. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 14 de abril de 1812 al 1 de julio de 1816.

Don Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza (Cádiz, 3 de febrero de 1754-Madrid, 11 de enero de 1835), I conde de Venadito, fue un marino y gobernante español, Capitán general de la Real Armada Española, Consejero de Estado y Prócer del Reino, último Virrey de la Nueva España (1816-1820), luego jefe político superior de la Nueva España (1820-1821), Virrey del Reino de Navarra (1824-1826), Gobernador y Capitán general de Cuba, La Florida y Puerto Rico (1812-1816) y Embajador de España en el Reino Unido entre otros muchos cargos de responsabilidad política.

En 1826 fue nombrado consejero de Estado y el 1 de mayo de 1830 se le promovió a la dignidad de Capitán general y director de la Armada. Falleció en Madrid el 11 de enero de 1835 cuando estaba a punto de cumplir los ochenta y un años de edad.

Causó su muerte un sentimiento general, disponiéndose que hubiera siempre en la Armada un buque llamado Conde de Venadito, y en el mes de septiembre de 1862, que los restos de tan esclarecido general y patricio reposaran en el Panteón de Marinos Ilustres.


06.- Teniente General Don José Cienfuegos. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 1 de julio de 1816 al 29 de agosto de 1819.

Don José María Ignacio de Cienfuegos y Jovellanos (Oviedo, 1.II.1763 – Madrid, 29.IV.1825). Fue Teniente general, Gobernador y Ministro.

Hizo la carrera militar en el Arma de Artillería, desde cadete en la Academia hasta Teniente general en la Guerra de la Independencia. Fue Capitán general y Gobernador de la isla de Cuba (1816-1819), Ministro interino de la Guerra y Director general de Artillería hasta su muerte.

Hijo de Baltasar José González Cienfuegos, V conde de Marcel de Peñalva, y de Benita Antonia Josefa Jovellanos, hermana del famoso político y escritor Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). 

En su biografía conta que un hermano de José María Ignacio fue Francisco Javier, Arzobispo de Sevilla y Cardenal.


07.- Teniente General Don Juan Manuel Cagigal. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 29 de agosto de 1819 al 3 de marzo de 1821.

Don Juan Manuel de Cajigal y Martínez (Cádiz, 1757-Guanabacoa, Capitanía General de Cuba, 26 de noviembre de 1823) fue Capitán General de Venezuela y de Cuba. 

Recibió el nombramiento oficial de Capitán General de Venezuela el 6 de noviembre de 1817. Sin embargo, no salió de Cádiz hasta que no se le comunicó la orden procedente el 2 de julio de 1819 en un pliego cerrado.

Tras abrirlo en alta mar, conoció la noticia de su nombramiento como Capitán General de Cuba. Tomó posesión de su nuevo destino el 29 de agosto de 1819 y mantuvo la disciplina en la isla en medio de los tumultos ocasionados por la Revolución de Riego, entregando el mando de la capitanía el 3 de mayo de 1821 a su sucesor, Nicolás de Mahy y Romo.

El 6 de noviembre de 1817 fue nombrado capitán general de Venezuela, que no llegó a realizarse, siendo en su lugar destinado dos años más tarde como capitán general y gobernador de la isla de Cuba, en reconocimiento de una larga y fructífera vida al servicio de España. Embarcó en Cádiz, con tres mil hombres, para completar las unidades de la isla y formar tres nuevos batallones ligeros. Llegó a La Habana el 28 de agosto de 1819 y, al día siguiente, relevó al teniente general Cienfuegos, que lo había solicitado por razones de edad y estado de salud. 

Era el tercer capitán general de Cuba en su familia y, bajo su mando, la isla siguió teniendo la situación de buen gobierno, progreso y prosperidad, que había recibido de su antecesor a pesar de que el proceso final de la independencia del virreinato de Nueva España había dejado sin apoyo financiero a la isla, ya que una parte muy significativa de sus ingresos procedía de México. Sin embargo, mantuvo el orden en la isla, algo ya de por sí un logro, teniendo en cuenta que también allí había cierto descontento con la política metropolitana.

En 1821 mismo año, debido a problemas de salud, se retiró a Guanabacoa, donde murió el 26 de noviembre de 1823, al lado de su esposa, Mercedes Ponte.


08.- Teniente General Don Nicolás Mahy y Romo. Lienzo en la sala norte. 
Gobernó desde el 3 de marzo de 1821 al 19 de julio de 1823, dia de su fallecimiento.

Don Nicolás de Mahy y Romo. Militar, Gobernador y Capitán General de Cuba (1821-1822). Su mandato se caracterizó por una serie de motines de los comerciantes en repudio a la nueva Constitución liberal promulgada en España por Fernando VII.

En 1819 se reunió en Andalucía un ejército destinado a sofocar la sublevación de las colonias en América de las provincias de Ultramar. Un coronel, Rafael del Riego, estaba al mando del 2º batallón asturiano. Junto con otros varios oficiales habían decidido aprovechar aquella ocasión para reinstaurar la Constitución liberal de 1812, que había sido derogada por Fernando VII. Se produjo una sublevación y el 10 de abril de 1820 el rey tuvo que reimplantar el sistema constitucional en España. 

Esta constitución, entre otras medidas liberales, permitía la edición libre de la prensa, libertad económica en cuanto a la concurrencia, cambio y competencia, etc., típicos del capitalismo. La constitucionalidad significaba cambios que afectaban la preponderancia de los comerciantes en el Estado colonial. El levantamiento de Riego favoreció enormemente el avance de los movimientos independentistas en América por lo que significaba la constitución y el hecho de imponerla pro las armas.

El anterior gobernador de Cuba, Juan Miguel Cajigal y de la Vega, había enfermado como consecuencia de que en La Habana se había producido una verdadera sublevación popular en apoyo de la instauración de la constitución. Cajigal había sido obligado a jurarla y aceptar el nuevo régimen constitucional español.

martes, 13 de febrero de 2024

El Archivo de Indias: Los Gobernadores de Cuba (2).



En el día de ayer pudimos ver, resumidamente, la historia de los Gobernadores y Capitanes Generales de Cuba durante los 388 años que estuvo la isla bajo la regencia de la monarquía hispánica. 

Hoy, antes de ir a ver cada uno de los 38 lienzos de los Gobernadores que se exponen en la planta primera del Archivo de Indias, vamos también a relatar la historia de los mismos y sus vicisitudes tanto en America como en España hasta que han sido colocados en las salas referidas del Archivo General de Indias.

El embalaje y traslado a España de los retratos están directamente relacionados con el desenlace del conflicto bélico y con la firma del Tratado de París de 1898. Los cuadros llegaron a Madrid, embalados en siete cajas en el mes de diciembre de 1898 e ingresaron en el Archivo General de Indias el 29 de diciembre de ese mismo año en virtud de una Orden del Ministerio de la Guerra de 7 de diciembre de 1898, refrendada por la Reina regente, doña María Cristina Hasbsburgo-Lorena, que dispuso que los cuadros se custodiaran en el Archivo General de Indias.

Los lienzos fueron distribuidos y colocados en las dependencias administrativas, salas de lectura y en los depósitos. En 1922, la Legación de Cuba en España solicitó la devolución de los retratos al Ministerio del Estado de España. Sin embargo, el Ministerio de Instrucción Publica desestimó la devolución. 


En el Archivo no hay constancia posterior de los movimientos internos de los óleos, ni tampoco testimonio documental de intervenciones en estos retratos. Sin embargo, la mayoría de los lienzos han tenido intervenciones que no han podido documentarse. Únicamente se tiene constancia de la incidencia que tuvo, en algunos lienzos, el efecto de un incendio producido el día 10 de diciembre de 1924. Aunque los cuadros no sufrieran daños aparentes, el calor producido por la combustión indudablemente les afectó y dejó huella en el cuarteado y en las ampollas existentes en la superficie pictórica de algunos lienzos y en las cartelas que los acompañan.

Tras la inclusión en 1987 del edificio que ocupa el Archivo General de Indias, la antigua Lonja de Mercaderes, y de los documentos que custodia en la Lista del Patrimonio Mundial, entre los años 2001 y 2006 se acometieron obras de remodelación del edificio, se modernizaron sus instalaciones y se ampliaron las mismas en el edificio de la antigua Cilla del Cabildo catedralicio. Fruto de las mismas fueron la adecuación de las galerías exteriores de la planta superior para la instalación de exposiciones temporales y, posteriormente, entre abril de 2007 y marzo de 2009, la restauración de los retratos de los Gobernadores-Capitanes Generales de Cuba y del conjunto de los marcos originales, que una vez restaurados se dispusieron ordenadamente en las citadas galerías exteriores para que los ciudadanos puedan contemplar la totalidad de las obras de la colección.

Los trabajos de restauración permitieron una mejor visualización de las leyendas y, por otra parte, su estructura, el sistema de anclaje a los marcos y las marcas a lápiz localizadas en la parte posterior de las cartelas existentes pusieron de manifiesto que éstas viajaron junto con los cuadros desde Cuba. Aunque, originariamente, las cartelas con las leyendas y cronología de cada gobernador estuvieron colocadas en la parte superior, coronando los marcos, en un momento indeterminado quedaron sobrepuestas a la moldura inferior, desvirtuando la percepción de la obra. Las marcas y el sistema de fijación de las cartelas encontrados durante la restauración aconsejaron volver a situarlas en su posición primitiva, no solo para mejorar la percepción de los retratos sino para recuperar el carácter original de los marcos de estilo imperio (isabelino) y neoclásico. 

En el año 2012, noventa años después del intento de recuperación de los lienzos por la Legación de Cuba en Madrid, el Director del Museo de la Ciudad y de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana realizó nuevas gestiones ante la Embajada de España para la obtención de reproducciones digitales de alta calidad de la totalidad de los retratos de la colección. La petición fue atendida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, posibilitando a partir del 30 de julio de 2013 la contemplación de los retratos de los antiguos gobernadores coloniales mediante reproducciones digitales en lienzo en los espacios que ocuparon en su día en el Palacio de los Capitanes Generales de La Habana, la antigua Casa de Gobierno convertida actualmente en sede del Museo de la Ciudad, cuadros cuyos originales atesora el Archivo General de Indias desde tres días antes de consumarse oficialmente la pérdida de la soberanía española de Cuba.


La galería de retratos de los Gobernadores y Capitanes Generales de Cuba comprende treinta y ocho lienzos de medio cuerpo y tres cuartos, correspondientes a los oficiales que ocuparon este cargo en el último período de la soberanía española, desde 1763 hasta 1899. 

La colección, aunque está completa, no cuenta con los cuadros de los cinco gobernadores del período comprendido entre 1777 y 1785, faltan los de todos los gobernadores interinos, tampoco se duplicaron los retratos de los oficiales que gobernaron la colonia en más de una ocasión y quedó interrumpida en el retrato de don Alejandro Rodríguez Arias y Rodolfo, fechado en 1893. Por lo tanto, nunca habrían formado parte de la misma los retratos del controvertido Teniente General Valeriano Weyler, que gobernó la isla desde el 31 de diciembre de 1896 al 31 de octubre de 1897, ni el del último gobernador y presidente español de la Comisión de Evacuación, el General Adolfo Jiménez Castellanos, que desempeñó el cargo desde el 26 de noviembre de 1898 hasta el 1 de enero de 1899, día en el que cesó la soberanía colonial española sobre Cuba y comenzó el Protectorado de los Estados Unidos. 

Las primeras referencias a la colección fueron publicadas por Jacobo de la Pezuela en su Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la Isla de Cuba, obra que realizó por encargo de la Junta de Fomento, Agricultura y Comercio de Cuba como complemento al Diccionario Geográfico de España de Pascual Madoz. Jacobo de la Pezuela menciona la existencia de los retratos de los gobernadores al describir el Palacio de los Gobernadores en La Habana.

Este Palacio de los Gobernadores de La Habana, construido entre los años 1776 y 1791, es obra del Coronel de Ingenieros habanero Antonio Fernández de Trevejo y Zaldívar y del arquitecto ilustrado Pedro de Medina (1738-1796), natural de El Puerto de Santa María, artífice este último de algunas de las obras de arquitectura más importantes de La Habana del siglo XVIII. Comenzó a edificarse durante la etapa del gobernador Felipe Fonsdesviela y Ondeano, Marqués de la Torre, y se concluyó durante el período de Luís de las Casas Aragorri.

El origen de la colección se remonta a la etapa del Gobernador Francisco Dionisio Vives quien adquirió algunos retratos de sus antecesores al pintor Vicente Escobar, que éste había realizado por iniciativa propia. Entre ellos estarían los de los dos gobernadores más destacados en la construcción del Palacio: Felipe Fonsdeviela, que comenzó las obras en 1776, y Luis de las Casas, que lo concluyó y lo habitó por primera vez en 1791.


Teniente General Don José Muro y Salazar, Marqués de Someruelos. 
Gobernó desde el 13 de mayo de 1799 al 14 de abril de 1812.
El más longevo de todos los Gobernadores de Cuba.

Se desconoce cuántos retratos de los gobernadores coloniales pinto Vicente Escobar, pero las nueve obras de la colección firmadas por él forman una serie continua cronológicamente a partir del gobernador Juan Procopio Bassecourt y Bryas (1796-1799) hasta el de Francisco Dionisio Vives y Planes (1823-1832). Escobar no debió realizar, o al menos no se incorporaron a la galería, los cuadro de los titulares de la Capitanía general durante el período comprendido entre los años 1777 y 1785.

Tras los retratos del mulato Vicente Escobar, la serie continua con obras anónimas, pendientes de atribución, y con otras firmadas por artistas procedentes de Europa y por pintores criollos. Las veintinueve firmas encontradas en el transcurso de la reciente restauración acreditan el trabajo de pintores de procedencia francesa como Santiago Lessier y Durand, de origen español como los hermanos Ferrán Andrés o José Vallespín, y de otros autóctonos como Sebastián González Pérez o José Miguel Melero Rodríguez. 

En su mayor parte, los artistas encargados de retratar a los gobernadores fueron profesores de la Academia de Bellas Artes San Alejandro y del Liceo Artístico y Literario de La Habana, o incluso los propios directores de la Academia, casos de Augusto Ferrán, del salvadoreño Juan Francisco Guerrero Cisneros y del citado Miguel Melero Rodríguez, su primer director de origen cubano y antiguo alumno del Liceo.

lunes, 12 de febrero de 2024

El Archivo de Indias: Los Gobernadores de Cuba (1).


En las paredes de las tres salas de la primera planta del Archivo General de Indias que suele ser utilizadas para las exposiciones temporales podemos ver colgados 38 óleos en los que se nos presentan a los últimos Gobernadores de la isla de Cuba, importantes personajes que fueron parte de nuestra historia común desde mediados del siglo XVII hasta finales del siglo XIX. Este conjunto de treinta y ocho lienzos de medio cuerpo y tres cuartos, representa a los oficiales que ocuparon este cargo en el último período de la soberanía española, desde 1763 hasta 1899.  En su mayor parte, los artistas encargados de retratar a los gobernadores fueron profesores de la Academia de Bellas Artes San Alejandro (Cuba) y del Liceo Artístico y Literario de La Habana (Cuba).

Vamos a ver todos los lienzos uno a uno y hablaremos someramente de cada uno de los Gobernadores, pero antes, para entrar en situación, quisiéramos comentar algunas pinceladas de la propia historia de la isla de Cuba y sus dirigentes, historia que no es baladí para entender a cada uno de estos personajes.

De los libros de historia podemos extraer ciertos documentos que avalan la existencia de 149 gobernaciones diferentes, 99 de ellas con el puesto en propiedad y 50 con ocupantes interinos. Estos gobiernos fueron cubiertos por 138 Capitanes Generales y Gobernadores (algunos lo fueron varias veces como veremos cuando expliquemos los lienzos) con el puesto en propiedad y 50 que fueron provisionales y que asumieron el puesto con interinidad.

Desde el Teniente General Diego Velásquez, quien comenzó la conquista española en Cuba y fue su primer gobernante; al Capitán General Adolfo Jiménez Castellanos y de Tapia, a quien le cupo el triste honor de entregar la soberanía de la Isla, no a los cubanos como correspondía, sino a los Estados Unidos, el 1° de enero de 1898, transcurrieron 387 años de gobierno español en la isla de Cuba. Estos gobernantes evolucionaron, pasaron de tenientes del gobernador de la Española a Gobernadores y luego a Capitanes Generales. Notoriamente es este un resumen simplificado del camino recorrido por la gobernación española en Cuba, proceso que, en sentido general, consolidó el poder de los gobernantes insulares. Desde el inicial siglo XVI, hasta las postrimerías del siglo XIX, los gobernadores de Cuba fueron concentrando prerrogativas a medida que la Isla caribeña iba ganando importancia para la Corona española.

Pero a medida que la gobernación y posterior capitanía general de Cuba iba ganando en importancia y organización, las características de las personas designadas para la misma también cambiaban: aumentaba el grado militar de los designados, su experiencia de mando y gobierno, sus títulos nobiliarios, también se hacían mayores las relaciones familiares tanto con la Corte como con las elites insulares.

En sentido general, los hombres designados para gobernar Cuba no se nombran por capricho, si no que responden a necesidades marcadas por la correlación de fuerzas interimperiales y las necesidades de la corona hispana. El estudio de las vidas de estos hombres, antes y después de su mando en Cuba, señala que la Isla se fue convirtiendo en un destino no solo apetecido, si no imprescindible, si se quería jugar un papel importante en la política española.

La capital del primer Gobernador de Cuba, Diego Velásquez, fue la villa de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, los territorios bajo su dirección comprendían a toda la Isla, pero con alguna efectividad sus poco pobladas villas. Esta situación continuará cuando la sede se traslade a Santiago de Cuba. En esos momentos iniciales los gobernadores insulares estaban subordinados a la Audiencia y al Gobernador de Santo Domingo. 

Ya para la segunda mitad del siglo XVI, La Habana cobra una importancia inusitada al convertirse en la escala obligada para los tesoros en viaje rumbo a Europa por lo que la capital se traslada a La Habana. El primer gobernador establecido en La Habana lo fue, entre 1546 y 1548, el Licenciado Antonio de Chávez. Debió esperarse hasta 1556, cuando, por disposición real se fija la residencia de los gobernadores de la Isla en La Habana. 

Esta decisión dificultaba la dirección de la distante región oriental por lo que el 8 de octubre de 1607 se decide dividir el gobierno de Cuba en dos jurisdicciones, una con centro en La Habana y la otra en Santiago de Cuba. En lo militar, la segunda quedaba supeditada a la primera; en lo administrativo, cada una se entendería directamente con el Consejo de Indias; y en lo judicial, ambas se supeditaban a la Audiencia de Santo Domingo. Se reservaron los títulos de Gobernador y Capitán General de Cuba al de La Habana mientras que el de Santiago de Cuba recibiría los de Gobernador y Capitán de Guerra.

Otros de los territorios que formaron parte de la Capitanía General de La Habana lo fueron Las Dos Floridas, situación que duró hasta inicios del siglo XIX. Según se fue consolidando el territorio de la Nueva España y perdiendo importancia el de La Española, Cuba pasó a depender económica y militarmente de este virreinato.

El Capitán General y Gobernador de la Isla, para fines del siglo XVIII tenía asignado un sueldo de 8.348 pesos, más otros 2.000 para el pago del alquiler de la casa, al no estar terminado en La Habana el Palacio de Gobierno. Pero a lo largo ese siglo estos gobernantes fueron acumulando funciones por las que aumentaron su remuneración, al recibir la retribución de 4.000 pesos como Juez Protector y Superintendente de la Renta de Tabacos, y el mismo monto por ser Juez Protector de la Real Compañía de Comercio de La Habana; a lo que se le sumaba 2.000 más por la Compañía del Asiento de Negros.

El título de Capitán General suponía el mando supremo de las tropas en la jurisdicción correspondiente, por lo que, una de sus principales preocupaciones fue el mantenimiento de los sistemas defensivos, fortalezas y tropas regulares o de milicias que estaban bajo su mando. Pero en el caso de Cuba, por su lejanía, y por su importante posición geográfica, los asuntos políticos, de orden público, de justicia y de control político se convierten en prerrogativas de estos funcionarios. Se ocuparon del fomento económico, funcionando también como juez de apelaciones. Cumplieron, además, funciones legislativas al dictar ordenanzas e instrucciones y publicar bandos con el objetivo de ajustar a las circunstancias concretas de Cuba las leyes emanadas de la autoridad real. También realizaron nombramientos de las autoridades subordinadas a su dirección y ratificaban la elección de los cargos en los cabildos.

Durante las Guerras de Independencia en Cuba, los Capitanes Generales dirigieron también las operaciones militares. Con la muerte de Fernando VII y la quiebra definitiva de la monarquía absoluta y el inicio del Estado Liberal, esta situación cambiaría radicalmente. Todos los lienzos de los que hablaremos más adelante son posteriores a esta época.

Se asentaron las bases de un nuevo status colonial que acabó fortaleciendo el poder del Capitán general frente a familias criollas, basándose en el control de la Isla de Cuba bajo rotundos parámetros institucionales que las someterían hasta el punto de convertir a Cuba en todo lo contrario de lo que había sido durante el reinado anterior.

La situación de Cuba, como parte del Caribe, un mar convulso por las contradicciones imperiales que en él se dirimieron, la hicieron una verdadera frontera, ya fuera contra Francia, o Inglaterra, la guerra siempre asoló las costas de la Isla. Esta situación propició que la gobernación de la Isla fuera concebida como un importantísimo cargo de dirección, definitivo en la defensa y consolidación del imperio español. 

Por esta razón desde finales del siglo XVI, los gobernadores y capitanes generales de Cuba, como generalidad, eran personas con experiencia militar y/o de gobierno y de ser posible enterados de la situación de la Gran Antilla y su entorno. La designación de los dirigentes insulares estaba mediada por las mejores o peores relaciones que tuvieran en la Corte Española.

En los orígenes de la gobernación de Cuba, los Gobernadores eran nombrados por la Audiencia de Santo Domingo, siempre aprobado por el rey, al menos así ocurrió durante el siglo XVI. Posteriormente, los nombramientos se efectuaban a propuesta del Consejo de Indias y del propio monarca. Se debe tener en cuenta que el cargo de Capitán General podía ser comprado, al menos hasta inicios del siglo XVIII, lo que no solo sucede con la plaza de Cuba. Un ejemplo de esto es Diego de Córdova y Lazo de la Vega quien compró el cargo en 14.000 pesos.

Como consecuencia del saqueo y destrucción de La Habana por el corsario francés Jaques de Sores, la Corona dejó de nombrar letrados para el gobierno de la Isla y, en su lugar, comenzó a nombrar militares, por lo que el Virrey de Nueva España, en 1556, decidió enviar a La Habana a un destacado militar, el capitán Diego de Mazariegos.

Se puede constatar que de los 123 Gobernadores y Capitanes Generales de Cuba, 26 de ellos ostentan uno o más títulos nobiliarios, algunos fueron heredados, otros otorgados a sus portadores por sus méritos como militares o gobernantes. Esta cantidad de títulos nobiliarios ostentados por los supremos gobernantes españoles de Cuba nos indica la importancia del destino habanero para la Corona, al elegir personas revestidos del prestigio otorgado por un título de nobleza. Precisamente el momento en el que la Isla aumenta su valor para el menguado imperio español, a lo largo del siglo XIX, encontramos a la mayoría de estos nobles: 21, cuando ya quedaba poco tiempo para el desastre final de 1898.


"Señor, en cumplimiento del Tratado de París,
de lo acordado por las Comisiones militares de la Isla
 y las órdenes de mi Rey,
en este momento del mediodía de hoy, 1° de enero de 1899, 
cesa de existir en Cuba la Soberanía española
y comienza la de los Estados Unidos..."

Estas palabras de Adolfo Jiménez Castellanos y de Tapia, el último Capitán General Español de Cuba ponían fin a 388 años de dominación española en Cuba. Con ellas terminaba también las funciones de los Gobernadores y Capitanes Generales, máximos representantes de los gobiernos españoles en la Isla. Fueron casi cuatro siglos los que estuvo Cuba bajo la soberanía de las monarquías hispanas, en este período se conformaron elementos esenciales de la cultura política insular, tradiciones que sobrevivieron a la propia dominación española.

lunes, 29 de enero de 2024

El documento del mes de enero (2024) del Archivo de Indias.

 


El comercio de perlas entre Europa y América se estableció muy tempranamente. Ya partir del tercer viaje de Colón, en torno a 1498, la comercialización de este elemento destacó de entre las nuevas transacciones que se efectuaron entre ambos continentes.

Los bancos perlíferos caribeños fueron explotados de forma vertiginosa. Ello provocó la necesidad de buscar nuevos focos de abastecimiento, dado que el ritmo de extracción era mayor que el de repoblamiento del molusco. Por ello se empezó a recurrir a la extracción frente a las costas pacíficas de los actuales Ecuador o Panamá.

El principal punto de recepción y distribución de perlas al resto de Europa fue Sevilla. Aquí se establecieron algunos de los comerciantes, procedentes de todos los rincones de Europa, que maneiaron el flujo de este bien tan apreciado entre la nobleza y el alto clero.

A pesar del intento por parte de las autoridades reales por controlar su tráfico, el contrabando de perlas era muy habitual, dada la facilidad para esconderlas o camuflarlas con otras mercancías.


Este documento que se presenta en el mes de enero de 2014 es, precisamente, unaReal Cédula para que ciertos flamencos puedan comerciar con perlas, piedras preciosas y otros géneros y fue emitida el 22 de abril de 1528. 

Una Real Cédula es una orden del Rey dirigida a sus propios oficiales. En la misma se les indica cómo actuar en un caso concreto. Cuando el asunto afecta a un particular, se le hace entrega de la cédula y es el interesado quien debe presentarla al destinatario para que la cumpla.

En este caso, la Real Cédula se dictamina dando licencia a una serie de comerciantes de origen flamenco para llevar a cabo transacciones con perlas y piedras preciosas en Ultramar, lo cual, en principio, estaba reservado a naturales del Castilla.

La Real Cédula es uno de los tipos documentales de más frecuentes e importantes de la Administración durante la Edad Moderna (de fines del siglo XV a principios del XIX).


Como todos conocemos, una perla es un objeto sólido y brillante que se forma en el interior de un molusco, generalmente una ostra. Se forman cuando un cuerpo extraño y microscópico se introduce en el interior de la concha y el molusco reacciona cubriendo dicha partícula con la misma sustancia con que se recubre el interior de la concha, es decir, con nácar. Las perlas tardan años, incluso décadas, en formarse.

Desde la antigüedad, las perlas han sido consideradas joyas. Hoy en día, la captura de perlas naturales prácticamente ha desaparecido en favor del llamado cultivo de perlas, consistente en la estimulación artificial de los moluscos para la producción de éstas.


Acompaña a la real cédula este dibujo que nos es otra cosa que una ilustración que representa a la perla que Doña Rufina Artunduaga donó al rey el 13 de junio de 1743. Los Oficiales Reales remitieron esta ilustración, desde Guatemala a la Corte, donde finalmente se determinó que su envío, para más seguridad, debía esperar al fin de la guerra con los ingleses (guerra de sucesión austríaca en la que España se vio envuelta de 1740 a 1746).

Según los datos que figuran en los documentos, la perla pesaba 182 quilates y medio, unos 36,5 gramos, lo cual supone un tamaño realmente extraordinario, que viene a sumarse a su particular forma geminada.

viernes, 26 de enero de 2024

Exposición "Europa en los documentos del Archivo General de Indias" (5): La Era de las Revoluciones.

La etapa final de los documentos del Archivo General de Indias corresponde a otro momento de grandes cambios: la Era de las Revoluciones. 

La población, la economía, la tecnología, la política, la filosofía y muchos otros aspectos del Antiguo Régimen habían cambiado enormemente a finales del s. XVIII, dando paso a nuevas realidades. 

En muy pocas décadas, a partir de la Revolución Francesa, se afianzó un nuevo modelo de sociedad y de pensamiento basado en las ideas liberales. 

Aparecieron las naciones, tal y como hoy en día son entendidas, y también los primeros intentos de unirlas. 

En este momento, se acompasan los ritmos a ambos lados del Atlántico. Los límites entre lo europeo y lo americano casi desaparecen. Las ideas siguen viajando, transformándose y retroalimentándose, tal y como puede verse en los siguientes documentos. Estos nos muestran la extraordinaria complejidad de esta época.


1803. Francia. Napoleón Bonaparte, da poder a Pierre Clément Laussat, para tomar posesión de la Luisiana en nombre de Francia. Archivo General de Indias, Mapas y Planos, Documentos reales, 9.



El territorio de la cuenca del Misisipi había pasado de la gobernación de Francia a España en 1763, según lo acordado en el Tratado de París. Era una compensación por la pérdida de La Florida. De esta manera se estableció la Luisiana Española.

Luisiana fue devuelta a Francia como consecuencia de otro tratado, el Tratado de Aranjuez (1801). En 1803 Napoleón Bonaparte, entonces Primer Cónsul del Directorio, vendió este territorio a los Estados Unidos de América por 15.000.000 de dólares.

La política internacional ya no conoce límites entre lo europeo y lo americano. Lo que sucede en América ya no es un reflejo de lo que antes ha pasado en Europa. El presente documento es el poder, firmado por Bonaparte y dado a Pierre-Clément Laussat para recibir en nombre la República Francesa La Luisiana Española.


1791, septiembre, 30. Ciudad de México. 
El Virrey de Nueva España escribe al Conde de Floridablanca sobre la llegada de las ideas de la Revolución Francesa a las Indias. Archivo General de Indias, Estado, 20, n° 88.

La carta trata de la rápida divulgación de la propaganda revolucionaria en Nueva España; el Virrey Revillagigedo muestra su gran preocupación por la introducción de estas ideas por medio de impresos y libros transportados por personas liberales. 

El virrey se refiere a ellos como terribles, disparatados o imprudentes, y explica su amplia difusión por el territorio que gobernaba. Revillagigedo considera incluso destinar a personal de la Armada para investigar y controlar a los revolucionarios.


1789. Francia. Escarapela monárquica. Seda, metal. 
Archivo General de Indias, Mapas y Planos, Banderas, 5.

La escarapela es un rosetón de cintas de colores que se llevaba en los sombreros de los soldados para identificarlos. Durante la Revolución Francesa el pueblo de París adoptó el uso de la escarapela tricolor. 

Generalmente, tiene el color azul en el centro, el blanco en medio y el rojo por el borde. Este caso es distinto, tal vez por ser una escarapela monárquica. En el botón del centro pone: Viva el Rey y la Nación, con una flor de lis, símbolo de la Casa Borbón. 

En ocasiones, además de documentos, en los fondos de los archivos se conservan objetos debido a que acompañan al documento, como prueba, testimonio o ejemplo.


1790. París (Francia). Retrato grabado de Vicente Ogé "sedicioso mulato de Santo Domingo". Seda, metal. Archivo General de Indias, Mapas y Planos, Estampas, 30 (1 y 2).

Vicente Ogé (1755- 1791) nació en Santo Domingo, en el seno de una familia acomodada. Estudió en Francia y asistió al estallido de la Revolución en París (1789). 

En esta ciudad, junto a más de setenta hombres y mujeres libres de color, fundó la Sociedad de Colonos Americanos, que llevó a cabo una activa lucha en favor de la igualdad y los derechos de las personas de origen africano. 

Ogé, a su regreso a América, a finales de 1790, llevó a cabo su propio movimiento revolucionario en Santo Domingo y Haití. En 1791 fue apresado y torturado hasta la muerte. Pero su movimiento revolucionario fue el inicio de los levantamientos de esclavos que no cesarán hasta conseguir la abolición de la esclavitud en Francia, promulgada en 1794 por la Convención Nacional. 

La estampa es un grabado realizado en París con la entonces novedosa técnica del fisionotrazo. El lema dice: Vicente Ogé, colono de Santo Domingo. Ama la libertad [tanto] como sabe defenderla.

jueves, 25 de enero de 2024

Exposición "Europa en los documentos del Archivo General de Indias" (4): La difusión del conocimiento.


En los siglos XV y XVI Europa se encuentra en pleno Renacimiento. En esta época se busca una vuelta al esplendor de Roma y de la Grecia Clásica. Se persigue el valor de la racionalidad y el intelecto. Este interés coincide con el descubrimiento de otras tierras y otras gentes. 

La curiosidad y las ganas de comprender estas realidades desconocidas ayudaron al desarrollo de la ciencia y del arte. También es el momento en que se inventa la imprenta, que permite producir gran cantidad de libros que sirven para comunicar los nuevos avances y creaciones. 

Durante toda la Edad Moderna, desde el siglo XVI hasta principios del siglo XIX, la filosofía, el conocimiento y la ciencia procedentes de Europa, lo mismo que las mercancías y las personas, recorrieron todo el Mundo.


1538, octubre, 25. Toledo. Orden a los oficiales de la Casa de la Contratación para que informen sobre cuánto le costaría a Juan Cromberger imprimir un libro escrito en la lengua de los nativos de Michoacán. Archivo General de Indias, Indiferente General, 1962, L6, f.134V.

Los monjes y frailes que fueron a Las Indias a difundir el cristianismo estudiaron las lenguas de los pueblos nativos tradujeron a estas lenguas los catecismos y otros textos pedagógicos, así como diccionarios y manuales, Con ello, no sólo desarrollaron la filología (estudio de las lenguas), sino que documentaron muchos idiomas, algunos de los cuales hoy han desaparecido. 

Debido a la importancia cultural, algunos de estos estudios lingüísticos, glosarios y catecismos que se conservan en el Archivo General de Indias han sido incluídos en el Registro de la Memoria del Mundo por la UNESCO. 

Este catecismo en lengua Chayma (etnia que estaba asentada en territorios de la actual Venezuela) data de 1680. 

Más de un siglo antes, la imprenta había llegado a América en 1539. El impresor alemán Cromberger estableció en México a su delegado Juan Pablos. El propio Cromberger recibió el encargo de Indias de imprimir un catecismo en la lengua de "los indios de Mechuacán (Michoacán, México). El documento solicita a los oficiales de la Casa de la Contratación que informen de cuanto costaría la impresión de este catecismo para fijar un precio de venta que asegurara un beneficio justo para Cromberger. 

El documento expuesto es un registro, es decir, la copia que se asentaba en un libro registro para su conservación por parte del Consejo de Indias. De ese modo, una institución puede llevar un control preciso de los documentos que expide.


1680, Madrid (España). Manual de varias lenguas de la Provincia de Cumaná (Venezuela) junto con un una doctrina y un catecismo cristianos. Archivo General de Indias, Mapas y planos, Escritura y cifra, 51.



1815, Junio, 17. Sevilla. Juan Wetherell, súbdito inglés y vecino de Sevilla, solicita acceder a los documentos que sobre Miguel de Cervantes se conservan en el Archivo General de Indias. 
Archivo General de Indias, Indiferente General, 1857A, n° 18.

Juan, o John, Wetherell (1790-1865), inglés de nacimiento y sevillano de adopción, era hijo de un importante industrial asentado en Sevilla. Conoció a destacadas figuras de su época como el escritor estadounidense Washington Irving, con quien mantuvo una estrecha amistad. Whetherell acompañó a Irving durante su visita a Sevilla en 1828. 

Visitaron el Archivo General de Indias, donde éste último queria documentarse sobre los viajes de Colón. Wetherell sentía gran interés por Miguel de Cervantes y su obra, así que en 1815 pidió autorización para acceder al Archivo y consultar ciertos documentos sobre el escritor. 

Se le puede considerar un precursor de los numerosos hispanistas anglosajones que daría el siglo XX y que tanto han contribuido a investigar y difundir la Historia de España, como Hugh Thomas, John Elliott, Alice Bache Gould, Geoffrey Parker, lan Gibson o Paul Preston. Algunos de estos célebres historiadores han realizado parte de sus investigaciones en el Archivo General de Indias.



1961. Sevilla -ficha- y 1975. Sevilla -fotografía-, 
Fichas de Investigador del Profesor John H. Elliott (1930-2022). 
Archivo General de Indias, Indiferente General, 1857A, n° 18.


Sir John H. Elliott fue uno de estos destacados historiadores. Dedicó muchos años de estudio a diversas etapas de la Historia de España y de América. Fue un magnífico conocedor y usuario de los archivos españoles, entre ellos, del Archivo General de Indias.


1801, julio, 19. Santa Fe (Bogotá, Colombia).
El Virrey de Santa Fe escribe al Secretario de Estado sobre la llegada del Barón de Humboldt y de Alejandro Bonpland. Archivo General de Indias, Estado, 52, n° 113.



El Virrey de Nueva Granada escribe al Secretario de Estado que ha recibido a Alejandro Federico, barón de Humboldt, nacido en Berlín (Alemania), y a su asistente, Alejandro Bonpland, nacido en La Rochelle (Francia). Ambos presentaron un pasaporte en el que se les concede permiso para explorar Nueva Granada.

Gracias al pasaporte, Humboldt y Bonpland son recibidos en Bogotá y presentados al célebre naturalista José Celestino Mutis, por quien profesaban gran admiración. Este fue el segundo viaje de Humblodt por América.

Este barón dejó un importantísimo legado sobre la realidad geográfica y biológica de los territorios que exploró. Los pasaportes, antes de ser un documento normalizado como hoy en día, consistian generalmente en un texto en el que una autoridad daba permiso a una o varias personas para acceder a un territorio sobre el que tenía jurisdicción. El documento que se muestra es la copia que el virrey adjunta en su carta a efectos informativos, pero permite conocer la literalidad del original.


1793. Londres (Inglaterra). Diseño de Emery para la esfera de un reloj para Manuel Godoy. 
Archivo General de Indias, Mapas y Planos, Ingenios, 76.

El maestro relojero Josiah Emmery era natural de Basilea (Suiza), donde aprendió el oficio, aunque posteriormente se estableció en Londres. Recibió un detallado encargo por parte de Manuel Godoy, ministro del rey español Carlos IV, para la confección de un reloj. El proyecto de Godoy debía ser imposible de realizar y Emery le hizo una propuesta distinta que incluía un dibujo del diseño. 


1795. Londres (Inglaterra). Instrucciones de funcionamiento del reloj de Manuel Godoy. Archivo General de Indias, Indiferente General, 1633.

Godoy compró el reloj. Utilizó como intermediario al embajador español en Londres. Se exponen aquí las instrucciones de uso del reloj y un diseño de la esfera de éste.



1640, noviembre, 16.  Santa Fe (Bogotá, Colombia).  El Padre Coluccini informa sobre un eclipse de sol.  Archivo General de Indias, Indiferente General, 1962, L.6, f.134V.

Juan Bautista Coluccini fue un jesuita italiano que llegó en 1604 a Bogotá (Colombia), era arquitecto y también se dedicó al estudio de las lenguas indígenas. 

Igualmente elaboró este informe en el que demuestra sus conocimientos y su forma científica de ver el mundo, muy adelantada a su tiempo. 


Coluccini se centró en dos cuestiones. La primera es el momento de observación del eclipse: teniendo en cuenta la hora de éste y de otros anteriores, concluye la distancia entre Bogotá y Toledo. La segunda parte trata sobre del impacto del eclipse. Se creía que los eclipses eran dañinos para la agricultura, la ganadería, el clima etc. y que predecían desgracias. 


Coluccini se muestra muy escéptico. Piensa que algunos efectos pueden tener causas naturales, pero que la adivinación del futuro y cosas parecidas son una superstición que quita crédito a la auténtica ciencia, que estima mucho por su necesidad, utilidad y verdad.

miércoles, 24 de enero de 2024

Exposición "Europa en los documentos del Archivo General de Indias" (3): Comerciantes y diplomáticos.


La aventura de la expansión europea comenzó con un objetivo comercial. La caída de Constantinopla a mediados del siglo XV en manos del Imperio Otomano interrumpió bruscamente la Ruta de la Seda y se empezaron a buscar vías comerciales alternativas con Asia.

Esto es un buen ejemplo de cómo la actividad comercial necesita paz para su desarrollo. Y la paz necesita de la diplomacia. Sobre todo, en esta nueva época que comenzó con la llegada de Colón a América en que, por primera vez, se puede hablar de redes comerciales globales en las que entran en juego numerosos países. 

Tanto la Casa de la Contratación como los Consulados de Cargadores a Indias participaban en la organización de este comercio, una actividad que está muy bien representada en los documentos que estos organismos producen. La Secretaría de Estado era la institución encargada de la política exterior y sus documentos.


1833. España. Establecimiento del Consulado de Suecia en La Habana. Archivo General de Indias, Ultramar, 51, n° 7.

En 1833 Francisco Cea Bermúdez, Secretario de Estado, escribió al Consejo Indias indicando que embajador español en Suecia le había informado de la intención de los suecos de establecer un cónsul en La Habana (Cuba). El Consejo opina que eso es muy positivo, es una buena oportunidad para vender a Suecia café y azúcar. 

El asunto llegó al Consejo de Indias tres días después del que Cea Bermúdez fuera cesado, en enero de 1834, siendo sustituido por Francisco Martínez de la Rosa. Es un momento crucial en la historia de España: se establece definitivamente la monarquía parlamentaria con la reina Isabel II. Es el fin el Antiguo Régimen. En marzo de ese mismo año se suprimieron los antiguos Consejos, incluido el de Indias. 

Estos cambios en España suceden también en el resto de Europa, Durante el siglo XIX aparecen los regímenes liberales, los antepasados de las democracias actuales, 

El documento muestra cómo el comercio y la diplomacia aparecen unidos, permitiendo el crecimiento económico que provocará en esta época cambios sociales, políticos y culturales, tanto en Europa como en América. 

Este documento es una Real Orden, el documento más utilizado por las Secretarías de Estado (el origen de los ministerios actuales). No quiere decir que la orden la diera directamente el Rey, sino que se da en su nombre. Son documentos breves, servían para transmitir órdenes a instancias inferiores.


1830. España. Baguer y Cia. presenta un proyecto para establecer una ruta comercial entre Odesa (Ucrania) y Las indias. Archivo General de Indias, Consulados, 61A.

La empresa Baguer y Compañia, establecida en Odessa, fundada en 1817, fue una empresa de comerciantes que pretendían abrir una ruta comercial entre esta ciudad, España y Las Indias. La Compañía quería aprovechar que sus propietarios eran españoles y podían comprar productos americanos, evitando el pago de ciertos impuestos, y venderlos a mejor precio en Odesa. 

El proyecto incluye una lista de precios en el Puerto de Odesa. Son productos procedentes de toda Europa. También incluye otros datos económicos como el cambio de monedas y las equivalencias de unidades de medida.


1764, abril, 9. Palacio de Fredensborg (Dinamarca). Decreto del rey de Dinamarca sobre las plantaciones danesas en las islas de Santa Cruz, Santo Tomás, San Juan y de los Cangrejos. Archivo General de Indias, Mapas y planos, Títulos, 17.

Una de las primeras colonias de Dinamarca en el Caribe estuvo en las Islas Virgenes, que hoy pertenecen a los Estados Unidos. La Compañía Danesa de las Indias Occidentales y Guinea se estableció allí en 1672. 

En 1754 esta sociedad vendió dichas islas al Rey Federico V de Dinamarca. Los terratenientes daneses se enriquecieron con el comercio del azúcar, el tabaco y el algodón que allí se producían. 

Ambrosio de Benavide, Gobernador de Puerto Rico en 1765, escribe al Secretario de Marina e Indias que los daneses han establecido una colonia en la Isla de Vieques (Tierra de Cangrejos) y que el Rey de Dinamarca la ha incorporado en su intitulación, tal como se muestra en el documento que acompaña a esta información. 

En el siglo XVIII diversos países se establecen en el Nuevo Mundo atraídos por la producción y el comercio de diversos bienes. 

Cuando un documento comienza en primera persona, con el nombre y el cargo de su autor, este apartado se llama intitulación. En los documentos menos solemnes la intitulación es simple; por ejemplo: "Yo, el Rey". 

Los documentos más importantes tienen una intitulación más larga. Suele decir el nombre, seguido de una lista de títulos. En el documento de Federico V de Dinamarca es: "Yo, Federico el quinto, rey de Dinamarca y Noruega, duque de Schleswig, Holstein, Stormarn y Dithmarschen, conde de Oldemburgo y Delmenhorst..."


1603. Sevilla. Registro de las mercancías cargadas en el navío Nuestra Señora de la Candelaria por la comerciante Ana Vernegali. Archivo General de Indias, Contratación.

En la Edad Moderna, la mayoría de las veces, el papel de la mujer se limitaba al espacio doméstico y estaba supeditado al cabeza de familia. Pero también había excepciones. 

Dado que el comercio se basa en la mutua confianza, aún hoy en día, es muy frecuente que las relaciones familiares tengan gran importancia. Así pues, las mujeres que tuvieron un papel relevante comerciando, aprendieron esta actividad en el seno de sus propias familias. 

Ana Vernegali, de origen milanés, a principios del siglo XVII, tomó las riendas del negocio familiar en lugar de su marido. Actuó como comerciante ante la Casa de la Contratación durante cuatro años, fue dueña de medio navío y envió a América libros clásicos, mapas, un retrato del rey y numerosos tratados militares. 

El anagrama que puede verse en el margen Izquierdo de la página derecha del documento es la marca de Ana Vernegali. Los bultos de su propiedad llevaban esta marca para no ser confundidos con los de otros comerciantes, que tenían las suyas. La inclusión de estas marcas en los registros es el origen de la expresión marca registrada; es exclusiva, no puede ser utilizada por otro comerciante. 

Todos los barcos que iban y venían de los puertos de la España Peninsular a los puertos de la España Americana debían registrar su carga en la Casa de la Contratación. De esta manera se formaban unos documentos llamados registros de navíos.