jueves, 10 de febrero de 2011

Luz entre las tinieblas.



Y tras la bronca tormenta, el cielo se fue abriendo para iluminar a la torre gitana más esbelta y bella.

El sonido de tambores y trompetas se apaciguó y, poco a poco fue surgiendo un dulcísimo acorde de flautas y violines.

Y en mitad de la batalla, el Giraldillo, emergió sintiéndose vencedor y presumiendo de madre.

Era hora de sacar pecho y lucir las mejores galas a la tenue luz de aquel atardecer sevillano.

1 comentario:

  1. Por muy lejos que estes de la ciudad el rumbo de todo sevillano es nuestra giralda. Saludos

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