miércoles, 12 de marzo de 2025

La Iglesia de Santa Catalina (8): el Retablo Mayor.



Como hemos visto a lo largo de los siete post anteriores, la Iglesia de Santa Catalina en Sevilla es un monumento emblemático que refleja la rica historia y el sincretismo cultural de nuestra ciudad. Entre sus elementos más destacados se encuentra el Retablo Mayor, una obra maestra que combina arte, fe y tradición.


La construcción de la Iglesia de Santa Catalina data del siglo XIV y fue erigida sobre los restos de una antigua mezquita almohade. A lo largo de los siglos, el templo ha experimentado diversas modificaciones y ampliaciones, reflejando las corrientes artísticas y religiosas de cada época. El Retablo Mayor, pieza central del presbiterio, es una manifestación del arte barroco sevillano del siglo XVIII y es una obra maestra del arte sacro, realizada por el destacado arquitecto y ensamblador Diego López Bueno entre los años 1624 y 1629. Este retablo es un testimonio elocuente de la transición estilística del Renacimiento al Barroco en la Sevilla del siglo XVII, reflejando la maestría técnica de su autor.


Antes de continuar con el propio retablo, no estaría mal contar con algunas pinceladas del autor para conocerlo más detenidamente. Podemos decir de él que Diego López Bueno nació en1568 y murió en 1632, fue un artista polifacético, reconocido por su labor como ensamblador, arquitecto y escultor. Formado en el ambiente renacentista sevillano bajo la influencia de Hernán Ruiz el Joven, su actividad se enmarca en las primeras décadas del Barroco. Además del retablo de Santa Catalina, López Bueno participó en la construcción del retablo mayor de la iglesia del Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla en 1601, diseñado por Asensio de Maeda, y en el retablo de la capilla de San Pedro de la Catedral de Sevilla en 1619, que alberga pinturas de Zurbarán.


El retablo se erige en el muro del presbiterio de la iglesia, adaptándose a la arquitectura mudéjar del templo. Presenta una estructura monumental de madera tallada y dorada, organizada en varios cuerpos y calles que enmarcan una rica iconografía dedicada a la vida y martirio de Santa Catalina de Alejandría, titular del templo, obra de los hermanos Sarabia.


La composición del retablo sigue un esquema vertical, dividido en tres cuerpos principales:

1. Primer Cuerpo: En este nivel se encuentran las esculturas de San Pedro y San Pablo, apóstoles fundamentales en la tradición cristiana. Estas imágenes flanquean la escena central que representa un episodio de la vida de Santa Catalina.

2. Segundo Cuerpo: Aquí se ubican las tallas de San Juan Evangelista y San Sebastián, situadas a ambos lados de otra escena pictórica que continúa la narración de la vida de la santa.

3. Tercer Cuerpo: Este nivel culmina con una representación del Calvario, destacando la figura de Cristo crucificado, acompañado por la Virgen María y San Juan.

Cada cuerpo está separado por entablamentos ricamente ornamentados, y las calles laterales están decoradas con columnas salomónicas que aportan dinamismo y movimiento al conjunto.

Como decíamos más arriba, el retablo alberga una serie de pinturas que narran episodios clave de la vida de Santa Catalina de Alejandría, desde su conversión al cristianismo hasta su martirio. Estas obras, de los hermanos Sarabia, son representativas del estilo pictórico sevillano del siglo XVII (1624-1633). Más abajo podemos ver los lienzos con su título correspondiente.


San Juan Evangelista, arriba, y San Pedro, abajo.

La imagen central de Santa Catalina, ubicada en un camarín en el eje principal del retablo, es una escultura de Francisco Ruiz Gijón (1710) de comienzos del siglo XVIII. La santa se presenta con sus atributos característicos: la rueda dentada, símbolo de su martirio, y la espada, instrumento de su decapitación. Viste una túnica dorada decorada con motivos florales y un manto rojo estofado en oro, reflejando su nobleza y pureza.  


San Sebastián, arriba, y San Pablo, abajo.

El Retablo Mayor de la Iglesia de Santa Catalina es una obra de incalculable valor artístico y espiritual. Su rica iconografía y la calidad de sus esculturas y pinturas lo convierten en un referente del arte sacro sevillano. Además, es un símbolo de la devoción de la comunidad hacia Santa Catalina de Alejandría reflejando la profunda religiosidad que ha caracterizado a Sevilla a lo largo de los siglos.

La flagelación de Santa Catalina.


Santa Catalina ante los filósofos.

A lo largo de los siglos, el retablo ha experimentado diversas intervenciones. En 1701, bajo la dirección del arquitecto José Tirado, maestro mayor de la Catedral de Sevilla, se llevó a cabo una reforma significativa que incluyó la remodelación del presbiterio y la construcción de un nuevo camarín para la imagen de Santa Catalina. Durante esta intervención, se añadieron elementos ornamentales y se doraron las yeserías del camarín, así como los nervios de la bóveda del presbiterio.  

El martirio de Santa Catalina.

En el primer cuarto del siglo XX, el retablo sufrió otra modificación notable. Se eliminó la hornacina que albergaba la imagen de la Inmaculada Concepción, reubicándola en el presbiterio. Esta imagen ha sido restaurada en varias ocasiones, incluyendo una intervención reciente por el equipo Sur Restauración con motivo de la reapertura del templo.


Santa Catalina ante el emperador.

La imagen titular de Santa Catalina de Alejandría que preside el retablo también fue restaurada. Esta escultura, de Francisco Ruiz Gijón, fechada en 1710 (como podemos leer en uno de los carteles informativos del templo), fue objeto de una cuidadosa restauración en 2018, coincidiendo con la reapertura de la iglesia al culto el 25 de noviembre de ese año, festividad de Santa Catalina. 

La intervención fue realizada por el restaurador Pedro Manzano, quien devolvió a la imagen su esplendor original. La santa se representa de pie, sosteniendo en su mano derecha la espada de su martirio y en la izquierda la palma del martirio, con una rueda dentada a sus pies, símbolo de su tormento. Además, viste túnica dorada decorada con flores y un manto rojo estofado en oro, reflejando su linaje real. 


Además, el retablo mayor alberga esculturas de San Pedro, San Pablo, San Juan Evangelista y San Sebastián, que también fueron restauradas por Enrique Gutiérrez Carrasquilla. Estas imágenes complementan la iconografía del retablo, enriqueciendo la experiencia espiritual y artística de quienes visitan la Iglesia de Santa Catalina.

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