lunes, 10 de marzo de 2025

La Iglesia de Santa Catalina (6): el retablo de las Ánimas Benditas en la fachada de la cabecera.



 Existe una placa de mármol en la fachada exterior de la iglesia de Santa Catalina, justo en la cabecera de la capilla Sacramental en la plaza de Ponce de León, que es el único testimonio que ha llegado hasta nuestros días de un primitivo retablo de Nuestra Señora de las Ánimas Benditas. 

Según recogen los archivos, la Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas Benditas del Purgatorio decidió colocar esta pintura en 1562, acordando años más tarde, en 1610, el exorno del mismo construyendo un altar y rejas.

La inscripción dice así:

"Esta Santísima imagen de Nuestra Señor de
las Ánimas, mandó pintar
aquí la cofradía de las Ánimas
del Purgatorio de esta iglesia el año de 1562
y ahora la dicha cofradía la mandó
adornar con esta reja y altar
siendono Francisco Moreno mayordomo
año de 1610"


La devoción a las Ánimas está íntimamente ligada con la existencia del Purgatorio, que tomó carta de consideración con la aprobación en el Concilio de Trento, celebrada los días 3 y 4 de diciembre de 1563. Según la doctrina tridentina, las almas que estuvieran en el Purgatorio recibían el principal alivio a través de los sufragios de los fieles, especialmente con la celebración de misas en su recuerdo.

Desde entonces, el Culto a las Ánimas del Purgatorio se extendió como la pólvora por toda la Cristiandad. La Iglesia facilitó la creación de Cofradías de Ánimas, con sede en la parroquia, lo que las hacía mucho más fácilmente controlables por ésta que el resto de hermandades, convirtiéndose, junto a las cofradías del Santísimo Sacramento y Rosario, en el tridente devocional que la Iglesia postridentina se encargó de difundir por los cuatro puntos cardinales. Culto a la Virgen, culto al Santísimo y culto a los fieles difuntos para hacer frente a la corriente reformadora.

Influían así en el espíritu de los feligreses, deseosos de alcanzar la Salvación eterna cuanto antes, y se mostraba la necesidad de las misas, limosnas o acciones piadosas por parte de los mortales para salvar las almas en pena, apelando a lo más sentido de cada uno: «Acordaos que vosotros algún día iréis al Purgatorio y si los libráis con la oración, limosna, buenas obras, ellos no serán ingratos, pedirán por vosotros en el Cielo». Se establece de esta manera una relación simbiótica en la que los vivos salvan las almas de los que están en el Purgatorio con misas y oraciones y, a cambio, estos, una vez salvados de las llamas purificantes, interceden por los mortales desde el Cielo. 

De esta manera, las Cofradías de Ánimas llegaron a convertirse en los siglos XVII y XVIII en hermandades de gran importancia.

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