El Retablo de San Cayetano es una de las piezas artísticas más destacadas de la Iglesia de Santa Catalina de Sevilla. Este retablo, de gran valor histórico y devocional, alberga la imagen de San Cayetano de Thiene, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos y un referente de la espiritualidad contrarreformista del siglo XVI. Su presencia en este templo refleja la importancia del santo en la religiosidad sevillana, así como la influencia de su orden en la ciudad. San Cayetano fue un presbítero, que en Nápoles, en la región italiana de Campania, se entregó a pías obras de caridad, especialmente en favor de los enfermos incurables, promovió asociaciones para la formación religiosa de los laicos e instituyó los Clérigos Regulares para la renovación de la Iglesia, recomendando a sus discípulos el deber de observar la primitiva forma de vida apostólica (1547).

Se trata de un retablo estructurado con banco, un único cuerpo y un ático, cuyas dimensiones son 7,50 x 2,24 x 1,10 metros. Fue elaborado en el siglo XIX y sigue la disposición clásica del retablismo de la época.
En el cuerpo principal, destacan columnas jónicas con el tercio inferior estriado, las cuales enmarcan una amplia hornacina de medio punto. En su interior, se encuentra un notable conjunto escultórico de San Cayetano y la Virgen, atribuido a Cristóbal Ramos y realizado en el último cuarto del siglo XVIII. La escena representa el instante en el que San Cayetano recibe la aparición de la Virgen, un pasaje de gran carga simbólica dentro de la iconografía del santo.
La imagen de la Virgen María se sitúa sobre un trono de nubes, acompañado por tres querubines y dos ángeles. En actitud maternal, la Virgen se inclina hacia San Cayetano y le ofrece al Niño Jesús. Su vestimenta es rica en detalles: una túnica roja, ajustada en la cintura y decorada con motivos florales estofados, y un manto azul, el cual recoge sobre su pecho mediante un nudo o botón. Además, porta un velo sobre la cabeza y una aureola de estrellas.
Por su parte, la escultura de San Cayetano lo muestra arrodillado sobre una nube, con la mirada elevada y los brazos abiertos en actitud de recogimiento. En sus manos sostiene un paño, con el que se dispone a recibir y envolver al Niño Jesús, reflejando el momento de la entrega divina.
La hornacina que alberga la escena está protegida por un cristal y en las enjutas del arco aparece decoración ornamental. En la base de la misma se encuentra una cartela mixtilínea con una inscripción en latín, cuya función es resaltar la importancia de la escena representada.
El ático del retablo está presidido por la imagen de Santa Bárbara, una obra que también se atribuye a Cristóbal Ramos. La santa se presenta según su iconografía tradicional, vestida con prendas lujosas y sosteniendo con ambas manos su atributo característico: una torre de gran tamaño.
A los lados de Santa Bárbara, se levantan columnas corintias y pilastras que finalizan en ménsulas con función de capitel. Sobre ellas descansa un cuerpo superior rematado por un frontón curvo, decorado con jarrones a cada extremo. En el centro del conjunto se sitúa una cartela, la cual enmarca un corazón radiante, rodeado por una ráfaga y coronado en su parte superior.
La mesa del altar, con un diseño de esquinas quebradas, exhibe en su parte central una cartela circular y presenta una rica ornamentación en su parte superior a base de guirnaldas.
Por sus características estilísticas, este retablo guarda una estrecha relación con la producción artística de Francisco José de Acosta “el Joven”, quien estuvo activo en los últimos años del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Su obra muestra influencias del barroco tardío con ciertos matices neoclásicos, lo que se evidencia en la estructura y la ornamentación del retablo de San Cayetano.
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