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sábado, 15 de abril de 2023

El Convento de Madre de Dios (6): el Muro de la Epístola.

 


Justo enfrente del retablo de San Juan Evangelista, al otro lado de la Iglesia, y más cercano al altar mayor, nos encontramos el retablo de San Juan Bautista policromado por Agustín Colmenares, datado entre 1575 y 1585. En la parte central del arco se representa el bautismo de Cristo, estando rodeado por relieves que muestran escenas de la vida del Bautista.

Siguiendo por este lado, alcanzamos el retablo de la Virgen del Rosario, del siglo XVI y muy probablemente también de Miguel Adán. En el arco central encontramos, de izquierda a derecha, a Santo Domingo de Guzmán, la Virgen del Rosario y Santo Tomás de Aquino.

En los lados y el ático aparecen relieves con representaciones del Santo Rosario, los evangelistas y otros Santos.

Por último y a los pies de la nave, la capilla del Correo Mayor de Sevilla don Rodrigo de Jerez, de pequeño tamaño, pero gran importancia artística por su artesonado, paños cerámicos de gran valor y una pintura sobre tabla atribuida al círculo de Pedro de Campaña. Se encuentra en un estado muy delicado y precisaría de atención urgente para evitar el desprendimiento de los zócalos cerámicos.

Toda esta capilla es del siglo XVI.


1.- Retablo de San Juan Bautista.


En el muro derecho del templo se encuentra el retablo dedicado a San Juan Bautista. En su hornacina principal figura la representación escultórica del Bautismo de Cristo y en los laterales distintos episodios de la vida del Bautista. A los pies del retablo figura un zócalo de azulejos de fines del siglo XVI, atribuido a Roque Hernández.






2.- Retablo de la Virgen del Rosario.


El segundo retablo de este muro derecho está dedicado a Nuestra Señora del Rosario, cuya imagen preside la hornacina principal, estando flanqueada por esculturas que representan a Santo Domingo y a Santo Tomás de Aquino; en el segundo cuerpo del retablo figura una pintura de Nuestra Señora del Popolo. 


Los numerosos relieves que adornan los laterales y el frente superior del retablo tienen como temas los misterios del Santo Rosario. La realización de este conjunto escultórico fue patrocinada en 1593 por doña María Casaus, que fue religiosa en este convento.











3.- Capilla de don Rodrigo de Jerez.


Al fondo de la nave se abre la capilla de don Rodrigo de Jerez, Correo Mayor de Sevilla, quien la costeó en 1570. La capilla está precedida por una reja fechada en 1573 y su interior es de planta cuadrada. Sus muros se recubren de azulejos y yeserías de la fecha de construcción de la capilla. El retablo, también fechable hacia 1570, alberga una pintura sobre tabla, ejecutada en décadas anteriores, y que a pesar de estar muy repintada muestra un estilo próximo al de Pedro de Campaña. Representa el tema del Calvario en el momento en que Longinos clava su lanza en el costado de Cristo y puede fecharse en torno a 1550.

En este muro derecho de la nave y sobre la puerta de la sacristía figura una pintura que representa el Martirio de San Lorenzo, obra flamenca de mediados del siglo XVII, atribuible al pinto barroco flamenco Pieter van Lint, nacido en Amberes en 1609 y del que podemos ver una "Adoración de los pastores" de gran formato, con los personajes a tamaño natural, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.









Una reciente investigación ha arrojado luz sobre la fundación de la Hermandad de la Lanzada a finales del XVI en la collación de San Nicolás, sus actores principales y su relación con esta capilla de la iglesia de Madre de Dios. 

El papel protagonista lo desempeña la familia Jerez, el padre Rodrigo, y el hijo Pedro. El escenario es la capilla del convento de Madre de Dios de la Piedad que estamos estudiando en el día de hoy. La escena que se presenta como prueba está pintada por Juan Bautista Vázquez El Viejo, y los motivos son el afianzamiento de la religión cristiana y la dote de una nieta que por aquellos años había tomado los hábitos.

La investigadora que ha realizado estas nuevas aportaciones por petición de la hermandad es Aurora Ortega, archivera de la Real Parroquia de la Magdalena. 

Hasta el momento la corporación del Miércoles Santo había ciertamente fundamentado su fundación en la parroquia de San Nicolás, y el arranque de esta nueva institución con la fusión con la cofradía de la Virgen de Guía, procedente del barrio de Triana.

“Sabemos que la Virgen de Guía era la titular de una hermandad que había fundado personas vinculados con el transito marino. Creemos que estaba conformada por marinería de base. Su sede dicen que era el convento del Espíritu Santo de Triana, pero lo cierto es que nada se dice en los libros que se conservan en la Diputación de Sevilla sobre esta sede y la Virgen de Guía. Pudiera ser que esta advocación se encontrara en cualquiera de los otros dos hospitales reducidos de la collación de Santa Ana en Triana: el hospital de Santa Catalina y San Bernardo o el de Nuestra Señora de las Cuevas”, apunta la investigadora. 

En torno a esas mismas fechas, 1570-1580, la poderosa familia Jerez, con cargos importantes en el gobierno sevillano y en el Consejo de Indias, está instalada en la collación de San Nicolás. 

El padre, Rodrigo de Jerez, era el Correo Mayor de Sevilla que ejercían una doble función con el cargo de correo Mayor de Indias. Entre sus obligaciones estaba la de informar al Consulado de Mercaderes y controlar el correo que iba y venía del Nuevo Mundo. Su hijo Pedro era un jurado y el pagador de galeras y toda la Armada. Ambos contaban con despachos en la Casa de la Contratación.

“Ellos, además de conocer la existencia de la Hermandad de la Virgen de Guía, también podían saber que se quedaba sin sede. Recién habían comprado una capilla en el Convento Madre de Dios, un espacio cuadrangular con dibujos en las yeserías, una magnifica reja donde se lee la leyenda de la titularidad de dicha capilla, y donde mandan pintar en el retablo principal una escena del Calvario con la Sagrada Lanzada, atribuida por algunos historiadores a Juan Bautista Vázquez El Viejo y por otros a Pedro de Campaña”, señala la historiadora Aurora Ortega.

La investigación realizada ha llevado a encontrar en el Archivo de Indias dos Privilegios de Juros vinculados directamente con esta familia. El primero de ellos, el número 4, es un Privilegio de Juro que le da Felipe II a Rodrigo de Jerez porque después de las guerras con Francia, los turcos y otras contiendas, las arcas reales quedaron vacías.

Don Rodrigo prestó a la corona 164.392 maravedíes que se le devolverían a razón de 14.000 maravedíes al año con un incremento del 10%, y en caso de fallecimiento a sus herederos. “Aquí ya vemos que la solvencia económica era importante. Además tenía negocios de oro y plata con el mercader Juan Sánchez de Flandes”, apunta Ortega. 

El segundo expediente es otro Privilegio de Juro de Felipe II, en el que se habla de la dote de la nieta del Correo Mayor, Sor María de San Jerónimo que entró en el convento el 10 de junio de 1562.

Todos estos datos inducen a pensar a que esta poderosa familia fue la fundadora en su parroquia de la Hermandad de la Lanzada. 

Ellos conocían que la Hermandad de la Virgen de Guía estaba languideciente y propician la fusión. Aurora Ortega calcula que fue en torno a 1585 o 1587. 

“Compran la capilla cuando la nieta entra en el convento y la van construyendo a su gusto. La escena elegida, tengamos en cuenta que lo habitual hubiera sido un Crucificado o un Descendimiento, no es casualidad. Ahí está Longinos, que ocupa parte prominente del retablo ”, sostiene Aurora Ortega. 

Por lo tanto la intención es clara, abunda la investigadora: “La collación está documentada que fue San Nicolás y la fusión con la Virgen de Guía está nombrada en un edicto de Felipe de Haro en 1602 publicado para que las hermandades de Sevilla guarden el orden establecido en la procesión del Corpus. Y por último, está la intención de la familia Jerez, que seguramente provenían de judeoconversos, de afianzar o asentar su fe cristiana. Se puede decir que estos dos señores fueron los fundadores de la Hermandad de la Lanzada”, concluye la investigadora.


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viernes, 14 de abril de 2023

El Convento de Madre de Dios (5): el Muro del Evangelio.

 


Los retablos laterales de la iglesia de Madre de Dios son, posiblemente, los mejores retablos del Renacimiento tardío que existen en Sevilla y están todos atribuidos a Miguel Adán. Fueron construidos entre el siglo XVI y XVII.


1.- Retablo de San Juan Evangelista.

Girando a la izquierda mirando al altar mayor nos encontramos el retablo de San Juan Evangelista escribiendo el Apocalipsis en la isla de Patmos. La imagen principal está rodeada de numerosos relieves en los que aparecen escenas de la vida del Santo, la Sagrada Cena y el Apocalipsis. 

En el ático se nos muestra un crucificado rodeado por los apóstoles. 


A los pies del retablo podemos apreciar un magnífico zócalo cerámico de Cristóbal de Augusta del siglo XVI, que representa a los cuatro jinetes del Apocalipsis, del que desgraciadamente se han perdido parte de los azulejos y que está en vías de restauración.
 




2. Retablo del Entierro de Cristo.

A continuación tenemos el retablo del entierro de Cristo, de inspiración flamenca, construido en torno a 1525, aunque hay quien lo atribuye a Juan Gui Romano de principios del siglo XVII.

A los dos lados hay cuatro tablas, las dos superiores, San Andrés y Santiago, y la Visitación son de Villegas Marmolejo de 1575, en tanto que las inferiores, la imposición de la Casulla a San Ildefonso y el Martirio de Santa Catalina son de fecha de ejecución del retablo de 1620.



La tabla central del Entierro de Cristo es de la escuela flamenca, de hacia 1525. Los Santos Varones portan el cuerpo muerto del Señor, y junto a él, en el centro del cuadro, está la figura dolorosa de la Virgen con las manos juntas como conteniendo su dolor. 

Alrededor de ellos se encuentran la Magdalena, que toma la mano izquierda de Cristo con su mano derecha y en la izquierda lleva el frasco de los perfumes, quien va junto a las otras Santas Mujeres, y un grupo de personas hacia el fondo del cuadro. Entre ellas resaltan dos figuras de mujer: una levanta las manos en un gesto de asombro, y la otra aparece con las manos juntas para reprimir su dolor. El conjunto es una composición admirable de personas acompañando a Cristo, cuando ya va a ser puesto por los santos varones en el sepulcro.


En este cuadro se pone de manifiesto el sentido compositivo de la escuela flamenca de pintura, que se une a la riqueza cromática del conjunto, y la descripción detallada de los rostros en todas las figuras, que llegan a ser verdaderos retratos. 

Esta tabla en la iglesia del convento de Madre de Dios es una de las joyas pictóricas de este templo. Recuerda en algunas de sus figuras pintadas en ella, los rostros y los gestos de pinturas de Van der Weiden, que tratan el mismo tema de la pasión del Señor.

"Este retablo y altar con su bóveda...(¿donde?)... la boca está a la entrada de esta Santa Iglesia es del Capitán A. López Romero y de Doña Catalina de Palacios y Torres su mujer y de sus hijos y herederos descendientes y de quienes ellos quisieren. Acabose año de 1620."


Esta sepultura es para la gente de casa del Capitán A. López Romero
y Doña Catalina de Palacios su mujer y de sus herederos. 1620 años.

3.- La caja o cancela de entrada.

El imponente cancel (o cancela, o caja, de esas formas también se puede llamar) de entrada fue realizado totalmente en madera por Manuel Barrera en el año 1775. Es de estilo barroco.




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jueves, 13 de abril de 2023

El Convento de Madre de Dios (4): el Presbiterio de la iglesia.



En los muros del presbiterio se sitúan dos sepulcros con estatuas yacentes, obras de Juan de Oviedo y Miguel Adán de 1590 y correspondientes a la viuda de Hernán Cortés, doña Juana de Zúñiga, y su hija Catalina Cortés de Zúñiga.

Las figuras originales que muestran a Juana de Zúñiga y Catalina Cortes en posición orante, se conservan en el monasterio de la Cartuja. Las pinturas murales muy deterioradas tanto del presbiterio como del resto del templo, son de Lucas Valdés, con técnica mixta de óleo y pintura al temple.

Destacar además dos lienzos al óleo de "Santo Domingo en Soriano" de Juan del Castillo, de gran calidad artística realizada en 1630 y la "Predicación de San Vicente Ferrer", que es anónimo y de finales del siglo XVII.


La cubierta mudéjar de enorme riqueza y altura se estructura de cinco paños en vez de los tres habituales. El presbiterio se cubre mediante una cúpula mudéjar de ocho lados, artísticamente tallada y decorada, considerada entre lo mejor del mudéjar andaluz. 

Mención aparte merece el espectacular arco toral que separa el presbiterio del cuerpo de la Iglesia y que consta de numerosas molduras y yeserías y decorado con pinturas al fresco. 

Repartidos por las paredes del cuerpo de la Iglesia se pueden apreciar cuadros de grandes dimensiones, casi todos del siglo XVII, destacando a los pies de la Iglesia, dos cuadros de Atanasio Bocanegra, (San José y San Juan Bautista) y un lienzo de Peter Van Lint reproduciendo el martirio de San Lorenzo.


Al margen de los valiosísimos retablos mayor y laterales cabe mencionar que antes existía en esta zona un sencillo altar en el que se rendía homenaje a San Martín de Porres, Fray escoba, primer Santo mulato de la historia de gran devoción entre el público sevillano. En la actualidad este altar se encuentra a los pies del templo, junto a la reja del coro bajo.








"Predicación de San Vicente Ferrer".


"Santo Domingo in Soriano". 1630, Juan del Castillo.


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miércoles, 12 de abril de 2023

El Convento de Madre de Dios (3): el Retablo Mayor de la Iglesia.



El retablo mayor que presenta este templo imponente no es el original de Juan de Oviedo de 1570, con tallas de Jerónimo Hernández y financiado por doña Juana de Zúñiga. 

De aquel se conservan algunas imágenes como la Virgen del Rosario que preside el retablo actual, el relieve de la última cena en el primer cuerpo o las figuras del calvario en el ático. También se han conservado las esculturas de Santa Catalina y Santo Domingo, ambos en posición orante en el coro bajo y un resucitado en antecoro alto.


El retablo mayor actual fue realizado por Francisco de Barahona entre 1702 y 1704 y costeado por el capitán Andrés Bandorne. 

Consta de tres cuerpos y tres calles separadas por cuatro columnas salomónicas y rematado todo ello por un ático. En la izquierda, mirando al frente, vemos a San Pedro y a Santo Tomás de Aquino y, en la derecha, a San Andrés y San Vicente Ferrer.


No se conoce con total seguridad el origen y la autoría del Cristo que corona el ático del del retablo mayor, aunque es lógico pensar que fue Jerónimo Hernández quién probablemente esculpiera, entre 1570 y 1573, las esculturas entre las que destaca el Cristo Crucificado con la Virgen, San Juan, y María Magdalena formando el Calvario.

La obra del crucificado está realizada en madera tallada y policromada. Mide 170 centímetros de altura, 154 de ancho por la extensión de los brazos y 49 de profundidad. Es de estilo manierista de la escuela sevillana y nunca ha sido expuesto fuera del retablo. Aún así, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico ha estudiado la obra para su restauración y nos la describe de esta manera:

"El Cristo del Convento Madre de Dios, es un crucificado muerto fijado a una cruz mediante tres clavos. Una serie de características de su anatomía muestran que se representa en el momento inmediatamente posterior a la muerte, como la posición del tórax en inspiración profunda, con el plano anterior levantado, las costillas marcadas y el vientre abultado. Además tiene aún los músculos en tensión pero ya comienzan a relajarse, los brazos están levemente descolgados con respecto a la cruz y las manos semicerradas. Por otro lado, la cabeza se inclina hacia delante y a su derecha.

El rostro, un poco alargado, presenta unos rasgos faciales de rigidez cadavérica con un color pálido amarillento producido por la deshidratación.

Además, los ojos están prácticamente cerrados acentuándose su hundimiento y las cejas aparecen algo arqueadas. Los pómulos son prominentes, la nariz es recta y afilada además la boca está entreabierta. 

El cabello es castaño y ondulado, con raya en el centro, porta una corona de espinas entretejidas punzantes y alargadas que le producen numerosas heridas, y además lleva una barba al igual que el cabello, también castaña y ondulada. 

El cuerpo se desplaza un poco y produce un ligero resalte en la cadera derecha para permitir la superposición de los pies. El sudario, anudado a su derecha y de color blanco, se dispone con paños abiertos entre los que se puede ver parte del muslo derecho. Inclina las piernas hacia su lado izquierdo, flexionando las rodillas en posición paralela y coloca el pie derecho sobre el izquierdo.

Esta policromado de manera muy sangrienta cayendo gran cantidad de sangre por la cabeza, el torso, los brazos y las piernas, reproduciendo los efectos traumáticos de los azotes y de los golpes. Presenta un tratamiento anatómico de gran realismo y elegancia con un sentimiento religioso delicadísimo. 

Al llevar a cabo el análisis estilístico del Cristo, se observa como la figura muestra la factura, el virtuosismo, la robustez clásica y las formas manieristas que destacan en Jerónimo Hernandez, a quien se le atribuye esta obra. 

Este autor manierista que fue un gran dibujante, resolvía cualquier problema anatómico en la escultura acusando los músculos, nervios y venas de las figuras sin apartarse por ello de la justa medida y de una adecuada proporción, como ocurre en esta imagen. Se trata de un cuerpo energético y rotundo pero con una belleza ideal en el rostro que se tiñe del realismo de inspiración popular, penetrando ya en la esfera del Barroco. El estilo de Hernández revela, pues, en su etapa de madurez los caracteres estilísticos de la corriente manierista que orientó a la escultura española durante el tercio final del siglo XVI. 

Por todo esto, se puede decir que aprovechó las enseñanzas estéticas pero dándole inspiración propia, lo que le llevó a observar la realidad, transmitiendo a sus creaciones unos sentimientos locales. Lo cierto es que la evolución estilística de Hernández resulta sorprendente si se compara el relieve de San Jerónimo penitente, que abría su catálogo artístico en 1566, con el Resucitado de la Cofradía del Dulce Nombre, entregado en 1583, ya que entre ambos asuntos mediaba la misma diferencia que la existente entre la herencia berruguetesca y el romanismo propugnado por Trento."









Hemos hecho antes referencia a la figura, sin duda, importantísima de Andrés Bandorne quien fue un importante mecenas de este convento de Madre de Dios. 

Entre 1682 y 1697, se acometieron importantes obras en su iglesia costeadas por este benefactor, entre ellas el impresionante retablo, obra de Francisco de Barahona, dorado y estofado por José López y en el que se aprovecharon imágenes y otros elementos del anterior retablo de Jerónimo Hernández. Pero su obra fue aún mayor.

El 22 de febrero de 1687, el capitán Andrés Bandorne, vecino de la collación de San Nicolás, dotó en el convento de la Madre de Dios la festividad del Corpus Christi

Dejó para ello 3.600 ducados que rentaban anualmente 180 ducados. La dotación comprendía Misa mayor, Vísperas y Completas el día del Corpus, seis misas cantadas del Corpus Christi y otra de dominica, en la octava. Además, una procesión, “como antiguamente solía salir deste dicho convento”, en un domingo de julio, el más próximo a la festividad de San Buenaventura, en que se diría misa solemne cantada. 

La procesión se haría por la tarde, rodeando el perímetro del convento: saldría por la puerta grande de la iglesia, bajaría a la puerta reglar, siguiendo la calle de su dormitorio y por el pasadizo hasta la plazuela de su sacristía, para volver a entrar por la puerta principal. En la procesión, además de la custodia, irían una imagen de la Virgen, con su hijo en los brazos, otra de Santo Domingo y otra de Santa Catalina de Siena. La procesión iría acompañada de un grupo de cantores y cada imagen por dos ministriles. Además, irían una o dos danzas y se dispararían ruedas y cohetes de fuego. 


"Libro de donación del Capitán Bandorne a favor del Monasterio de Madre de Dios de la Piedad". 
Se puede ver en la exposición "Ex oratione praedicare".

En 1692, la dotación se aumentó con otros 3.400 ducados. Gracias a ello, la procesión se incrementó con otras imágenes del Niño Jesús, San Francisco, Santo Tomás de Aquino, la Virgen del Rosario, Nuestra Señora de la Montaña, San Vicente, Santa Rosa y la imagen de plata de la cabeza de San Laureano, todas ellas en pasos bien adornados. Además de los gigantes y las danzas, irían doce niños con hachas delante del guión, y acudiría la música de la catedral. Se incrementaría el número de ministriles y los fuegos de artificio. 

La procesión se anunciaba el día antes, con música de clarines y de un tambor, con acompañamiento de un alguacil y un pregonero que anunciaba la fiesta a lo largo de las calles del recorrido. Estas se adornaban y cubrían con arrayán, el cual proporcionaba un elemento sensorial odorífico añadido y característico de esta y otras procesiones. Se celebró hasta 1834.



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martes, 11 de abril de 2023

El Convento de Madre de Dios (2): el edificio y la fachada principal.



El convento de Madre de Dios está situado en uno de los ejes históricos de penetración a la zona más antigua de la ciudad, en pleno barrio de San Bartolomé.

El conjunto de edificaciones que constituyen el convento se organizan en torno a tres elementos que son datables en el siglo XVI: la iglesia, un pequeño patio que hace de claustro y otro de mayores dimensiones que sirve de jardín.

El templo contó con la supervisión de los arquitectos Juan de Simancas y Pedro Díaz de Palacios. Es del tipo de cajón rectangular de nave única, se remata con cabecera cuadrada y coro alto y bajo a los pies, que se emplean también como capítulo al perderse la primitiva sala capitular.

La portada a la calle San José se debe a Juan de Oviedo (c. 1590) y destaca sobre la sobriedad de la fachada. En su interior sobresalen los magníficos artesonados de la nave, capilla mayor y forjado del coro.


La clausura gira alrededor de un pequeño patio que hace las veces del claustro perdido, siendo uno de sus lados medianero con el coro de la iglesia. Es de planta cuadrada, adintelado con columnas de mármol sobre pedestales de fábrica en las dos plantas y vigas de madera en la planta baja. Alrededor de él se ubican, entre otras dependencias, el refectorio y el despacho de la abadesa en la planta baja y celdas en la planta alta, además de servir de cementerio de la comunidad, según prescriben sus reglas.

El otro patio es de planta irregular. Consta de tres galerías a tres alturas en algunos de sus tramos y alrededor de él se distribuyen parte de la antigua nave de dormitorios, la enfermería baja y algunas celdas. Este patio sirve de jardín y es el resto que ha quedado del primitivo huerto. El espesor y los materiales de su cerramiento exterior indican que éste probablemente formaría parte de la antigua cerca interior de la Judería.

El noviciado ocupa el espacio existente tras el muro de la iglesia paralelo a la fachada, y que se conecta con el resto de dependencias a través de un estrecho pasillo. 


La fachada del convento la componen la nave de la iglesia, y una crujía edificatoria lineal en la que se sitúa el acceso al convento y las zonas de contacto con el exterior, torno, locutorios, puerta reglar y de obras y vivienda del portero. Esta edificación data de finales del siglo pasado y es de un peculiar estilo neogótico-mudéjar.


La portada de la Iglesia de finales del siglo XVI, labrada en piedra, muestra los escudos de los Reyes Católicos y de la orden dominica sobre ellos, un relieve de Juan de Oviedo nos muestra a la Virgen, entregando el Rosario a Santo Domingo con el perro, emblema de la orden, a sus pies y el padre eterno en el ático, el cajón de entrada al templo, ricamente tallado por Manuel Barrera, data de 1775.

La Iglesia es de las llamadas de cajón con una sola nave rectangular, coros alto y bajo a los pies y presbiterio. La cancela de entrada, en madera, fue realizada por Manuel Barrera en 1775.







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