Por un lado, a lo lejos, la imagen del Papa San Juan Pablo II, sobre su pedestal pétreo. Por otro, en primer plano, una de las pilas de la hermosa fuente de la Plaza Virgen de los Reyes acunando el chorro de agua que emana de una de sus máscaras de granito blanco.
¿Acaso mentía el gran Silvio Fernández cuando decía que "Sevilla no tiene que demostrar que es la ciudad más bonita del mundo"? Así es Sevilla, un lugar que enamora por sus rincones únicos, piedras antiguas y cantes hondos que se mezclan entre históricos palacios reales y soleadas alamedas, una ciudad que se mece sobre las plateadas aguas del Guadalquivir y es acunada por un cielo tan luminosamente azul que merece escribirle los versos más bellos del mundo.
miércoles, 29 de agosto de 2018
El Papa Juan Pablo II bendiciendo el agua.
Por un lado, a lo lejos, la imagen del Papa San Juan Pablo II, sobre su pedestal pétreo. Por otro, en primer plano, una de las pilas de la hermosa fuente de la Plaza Virgen de los Reyes acunando el chorro de agua que emana de una de sus máscaras de granito blanco.
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