¿Acaso mentía el gran Silvio Fernández cuando decía que "Sevilla no tiene que demostrar que es la ciudad más bonita del mundo"? Así es Sevilla, un lugar que enamora por sus rincones únicos, piedras antiguas y cantes hondos que se mezclan entre históricos palacios reales y soleadas alamedas, una ciudad que se mece sobre las plateadas aguas del Guadalquivir y es acunada por un cielo tan luminosamente azul que merece escribirle los versos más bellos del mundo.
lunes, 30 de marzo de 2015
Nuestro Padre Jesús de las Penas.
Nuestro Padre Jesús de las Penas, de la Hermandad de San Roque, atraviesa la muchedumbre que se agolpa en la Plaza de la Encarnación bajo la sombre de este modernísimo arco que forma la estructura de madera del Metrópoli Parasol.
María Santísima de la Amargura.
Con las primeras sombras oscuras, Nuestra Señora de la Amargura, acompañada por su fiel Juan Bautista, prosigue su camino tras su hijo. Su dolor, levemente atenuado por la compañía, es nuestro dolor en estos días de pasión.
Nuestro Padre Jesús del Silencio en el desprecio de Herodes.
En perdiéndose el sol por el horizonte, la Hermandad de la Amargura bordea la Alameda de Hércules antes de enfilar la calle Amor de Dios. Allí, un tal de Herodes, sentado en su trono áurea, desprecia a dios hecho hombre. Jesús camina, escoltado por la guardia romana, hacia su calvario.
domingo, 29 de marzo de 2015
La Virgen de la Hiniesta.
El paso de la Virgen de la Hiniesta, precedido por la Corporación Municipal, iba acompañado de la Banda de Nuestra Señora del Carmen de Salteras y por una algarabía de fieles que le daban calor y alegría a la Virgen sevillana.
El Cristo de la Buena Muerte
Pasando por la calle Feria, el paso del Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de la Hiniesta guiaba a la cofradía hacia la Catedral acompañado por María Magdalena.
Las tallas del Cristo y la Magdalena son ambas de Antonio Castillo Lastrucci.
La Virgen del Subterráneo.
Cierra la cofradía el paso de Nuestra Señora del Subterráneo, bajo palio, una obra de Juan de Astorga.
El Cristo de la Humildad y Paciencia.
Tras el misterio de La última Cena, el Cristo de la Humildad y Paciencia salió al encuentro de los sevillanos, un Cristo sentado sobre una de las peñas del Monte Calvario, con actitud reflexiva y paciente, nos invita a pensar en nuestras obras.
Esta magnífica talla es del siglo XVIII y no conoce su autor.
La última cena de Jesús.
Minutos después de las tres de la tarde, bajo un sol de justicia, el Cruz de Guía de la Hermandad de la Cena se puso en marcha en dirección a la Catedral Hispalense.
El Señor de la Sagrada Cena, obra de Sebastián Santos, presidía la escena evangélica de la última cena, con sus doce apóstoles alrededor de la gran mesa. El misterio es obra de Luís Ortega Bru.
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