En perdiéndose el sol por el horizonte, la Hermandad de la Amargura bordea la Alameda de Hércules antes de enfilar la calle Amor de Dios. Allí, un tal de Herodes, sentado en su trono áurea, desprecia a dios hecho hombre. Jesús camina, escoltado por la guardia romana, hacia su calvario.
¿Acaso mentía el gran Silvio Fernández cuando decía que "Sevilla no tiene que demostrar que es la ciudad más bonita del mundo"? Así es Sevilla, un lugar que enamora por sus rincones únicos, piedras antiguas y cantes hondos que se mezclan entre históricos palacios reales y soleadas alamedas, una ciudad que se mece sobre las plateadas aguas del Guadalquivir y es acunada por un cielo tan luminosamente azul que merece escribirle los versos más bellos del mundo.
lunes, 30 de marzo de 2015
Nuestro Padre Jesús del Silencio en el desprecio de Herodes.
En perdiéndose el sol por el horizonte, la Hermandad de la Amargura bordea la Alameda de Hércules antes de enfilar la calle Amor de Dios. Allí, un tal de Herodes, sentado en su trono áurea, desprecia a dios hecho hombre. Jesús camina, escoltado por la guardia romana, hacia su calvario.
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